DE SUS MANOS (miércoles 11 de enero de 2012)

“¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!” (Salmos 139:14 NVI).

Frente a las incógnitas del ser humano y las diferentes teorías del origen del hombre, comprender y aceptar que somos creación de Dios, nos lleva por un camino de seguridad y bendición. No existimos por azar o por algunos procesos confusos, tampoco tenemos que aceptar que nuestros antepasados fueron animales.  Por el contrario, “Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”,[1] esta información eleva el autoestima y el correcto autoconcepto se reafirma. ¡El ser humano no es un fenómeno natural que salió de la nada,  es una creación admirable! Con razón David, afirma con entusiasmo: ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!

Todo lo que hace Dios es maravilloso, detente un momento para contemplar una flor, la inocencia de un recién nacido o el vuelo de una abeja y verás que a pesar de la marca del pecado, todo esto llevar impregnado perfección y belleza, marca registrada del Creador del universo. Si Él todo lo hace maravilloso, entonces tú y yo somos una creación maravillosa. Cada parte de nosotros lleva belleza, porque el que nos hizo es bello. ¡Mírate al espejo y no observes lo que tu cabeza alterada de pecado quiere ver! Admira el milagro que eres y el gran amor que Dios tiene por ti por permitirte observar el sol y sentir la brisa fresca de una tarde de verano.

“Dios creó al hombre conforme a su propia imagen. No hay en esto misterio. No existe fundamento alguno para la suposición de que el hombre llegó a existir mediante un lento proceso evolutivo de las formas bajas de la vida animal o vegetal. Tales enseñanzas rebajan la obra sublime del Creador al nivel de las mezquinas y terrenales concepciones humanas. Los hombres están tan resueltos a excluir a Dios de la soberanía del universo que rebajan al hombre y le privan de la dignidad de su origen. El que colocó los mundos estrellados en la altura y coloreó con delicada maestría las flores del campo, el que llenó la tierra y los cielos con las maravillas de su potencia, cuando quiso coronar su gloriosa obra, colocando a alguien para regir la hermosa tierra, supo crear un ser digno de las manos que le dieron vida. La genealogía de nuestro linaje, como ha sido revelada, no hace remontar su origen a una serie de gérmenes, moluscos o cuadrúpedos, sino al gran Creador. Aunque Adán fue formado del polvo, era el «hijo de Dios»…”.[2]

Mi amigo(a), ¿sabes quién eres?… no hay duda: hijo de Dios, un príncipe, más que vencedor y por si fuera poco “saliste de las manos de Creador del universo” ¿Qué más privilegios queremos?… Solo repitamos en alabanza: “¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!”.

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] Génesis 1:27 NVI

[2] Conflicto y valor, 5 de enero

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