CUÁN GRANDE ES DIOS
“Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene” (Salmos 89:11 NVI)
Hace siete meses escribí sobre el Voyaher 1. Esta pequeña nave “es una sonda espacial robótica de 722 kilogramos, lanzada el 5 de septiembre de 1977, desde Cabo Cañaveral, Florida”, con la misión de “localizar y estudiar los límites del sistema solar, incluyendo el Cinturón de Kuiper y más allá”.[1] Hace siete meses, específicamente el 5 de septiembre, esta sonda hacía noticia, porque cumplía treinta y cinco años de viaje y aún no llegaba a los límites del sistema solar. Por esa fecha reflexionaba lo siguiente: “Las noticias dicen que en la actualidad y contrariamente a lo estimado por los científicos, la Voyager 1 aún no ha sido capaz de abandonar el Sistema Solar. Para entender mejor esta información, debemos saber que en el borde exterior del Sistema Solar se encuentra la heliopausa, una región en la que el viento solar se une al espacio interestelar y que se considera la frontera con el resto del universo. La extensión real de esta región se desconoce, en parte porque durante los once años que dura un ciclo solar la heliopausa se expande y se contrae, en respuesta a la actividad del astro rey. La Voyager 1, el objeto fabricado por el ser humano más alejado de la Tierra, entró en la heliopausa en 2004 y los expertos esperaban que ya hubiera terminado de cruzar esta región y abandonado el Sistema Solar, algo que la sonda aún no ha conseguido. Frente a esto, Robert Decker, astrofísico de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU) y uno de los responsables de los instrumentos de medida de la sonda, ha invitado a la comunidad científica a reconsiderar el conocimiento que dispone de los límites del Sistema Solar”.[2]
Ya pasaron 35 años y siete meses, y los científicos opinan que podría estar viajando otros doce años más, y quizás llegue a las fronteras del sistema solar. Este sistema planetario en el que se encuentra la Tierra, “consiste en un grupo de objetos astronómicos que giran en una órbita, por efectos de la gravedad, alrededor de una única estrella conocida como el Sol de la cual obtiene su nombre”,[3] y los datos nos dicen que hasta ahora solo se han encontrado unos 445 sistemas solares y se descubren nuevos sistemas cada año, en nuestra galaxia llamada Vía Láctea. Frente a estos datos, los científicos estiman que puede haber miles de millones de sistemas solares en nuestra galaxia, y no hay nada que decir de las otras galaxias que no hay idea de cuantos son, y que ni podemos imaginación. Con esta información, no podríamos siquiera pensar en una respuesta para esta pregunta: ¿cuántos sistemas solares habrá en todo el universo? La mejor respuesta podría ser un largo silencio con la cabeza abajo o entre las piernas.
Esta realidad resalta una verdad más grande y humillante para el altivo ser humano: “delante del universo sin fin, el ser humano quizás sea menos que un microbio”. Cuánta razón tenía David, cuando levantado la vista al cielo exclamó: “Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene”. Por eso el ser humano que reconoce a Dios, lo percibe como el Creador, Sustentador, y Hacedor de todas las cosas. Frente a Él, la reacción más sensata sería quedarse en silencio y reconocer que somos tan insignificantes y que solamente Dios lo conoce todo, porque Él lo ha creado. Sin embargo, “los más profundos intelectos del mundo, cuando no están iluminados por la Palabra de Dios, se desorientan y aturden mientras tratan de investigar los asuntos de la ciencia y la revelación. El Creador y sus obras están más allá de la comprensión finita, y los hombres concluyen que la Biblia no es una historia fidedigna porque no pueden explicar las obras y los caminos de Dios a partir de causas naturales. Muchos están tan determinados a excluir a Dios del ejercicio de su voluntad y poder soberanos en el orden establecido del Universo, que degradan al hombre, la más noble de sus criaturas”. [4]
Además de muchos científicos que ponen a Dios a un lado, quedo sorprendido al encontrarme con simples seres humanos que piensan que su fuerza, su inteligencia o sus posesiones son suficientes para asegurar su vida, y se creen poderosos, cuando la verdad es que frente a lo infinito no somos más que un insignificante microbio, que como un soplo pasa en un abrir y cerrar de ojos. El rey David entendió la fragilidad e insignificancia del ser humano, por eso dijo: “Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: ¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?”. Esa reflexión pudo llegar al corazón de David, porque el levantaba los ojos al cielo y contemplaba el espacio sin fin. El ser humano que no levanta la vista al cielo y contempla las obras de Dios no puede entender su fragilidad y dependencia de la misericordia de Dios.
Mi amigo (a) si a Dios le pertenece todo, si todo salió de sus Manos y todo depende de su Voluntad, ¿no conviene estar a cuenta con Él?, ¿no conviene confiar en su sabiduría y providencia? Por eso mismo el rey David también escribió: “Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el SEÑOR no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes”.[5]
Hoy podría ser el día de dejar todas las cargas en las manos de Dios, de entender que nuestras soluciones son tan frágiles cómo una casa de paja frente a un tornado. Empecemos a vivir seguros y en paz. Donde estés inclina tu rostro y repite con fervor: Señor “tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene”.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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