CREACIÓN DE DIOS
“Lo has hecho un poco menor que los ángeles y le has coronado de gloria y de honra.” (Salmo 8.5, RVA)
Cada mañana abro algunas redes sociales que me mantienen comunicado con muchos amigos que consideran que puedo darles algún consejo. Normalmente leo mensajes de desánimo, solicitudes de oración y pedidos de soluciones a problemas que van encontrando en el camino, pero cuando encuentro algún mensaje donde hay un desprecio a la vida, donde dejaron de valorar el milagro de su existencia, donde despertar no es una alegría, sino un momento de tormento, entonces trato de responder lo más pronto posible, aunque muchas veces solo pido al Señor que ese hijo suyo reaccione y valore el aire que respira, como hace unos días atrás donde un mensaje empezaba así: “Pastor, no me interesa la vida, despertar es una pesadilla…”
Me puse a pensar sobre el valor de la vida, y como no son pocos los que dejaron de apreciar el milagro de despertar o la estupenda maquinaria, el cuerpo humano, que Dios nos encargó cuidar y sacar el mayor provecho. Cuando dejamos de valorar lo que somos y lo que podemos hacer, entonces no nos damos cuenta de los pequeños milagros que suceden en nosotros mismos, como por ejemplo, en el estómago. ¿Sabías esto?:
- Los jugos digestivos funcionan como detergente en polvo
El intestino delgado tiene una longitud de tres a seis metros y es la parte de nuestro tracto digestivo que más trabaja. Nos quiere ofrecer tanta superficie como sea posible para absorber los nutrientes de los alimentos, por lo que está lleno de diminutos pliegues, sin ellos, tendría que medir 18 metros para hacer su trabajo.
Nuestros jugos digestivos contienen los mismos agentes que los detergentes en polvo: enzimas digestivas y disolventes de grasa. Los detergentes para lavar son eficaces en la eliminación de manchas, ya que disuelven cualquier sustancia grasa, rica en proteínas o azúcares de la ropa, con ayuda del movimiento del tambor de la lavadora.

Eso es más o menos lo que sucede en nuestro intestino delgado: Los jugos digestivos descomponen los hidratos de carbono, proteínas y grasas. Las proteínas y los hidratos de carbono son transportados al torrente sanguíneo a través de la pared intestinal, absorbidos por los vasos sanguíneos, y llevados al hígado. Aquí, las sustancias peligrosas se destruyen. La sangre rica en nutrientes fluye entonces desde el hígado directamente al corazón.
- El estómago un procesador de alimentos inigualable
Una vez que la comida masticada llega al estómago, las paredes musculares empiezan moverla para descomponerla. Con un empujón, la comida es lanzada contra la pared del estómago, rebota y cae. El estómago agita la comida y la muele en partículas pequeñas, la mayoría de menos de 2 mm de diámetro, antes de que pasen al intestino delgado.
Los carbohidratos simples, como el pastel y el azúcar, tardan cerca de dos horas para descomponerse. Las proteínas y las grasas permanecen en el estómago durante un tiempo considerablemente más largo.
Es por esto que las comidas ricas en carbohidratos nos animan más rápidamente, pero las comidas con mucha carne o grasa nos mantiene llenos por más tiempo.
- Ruidos de salud
Nuestro estómago hace ruido cuando tenemos hambre pero también cuando está en pleno proceso de limpieza. Alrededor de una hora después de que el intestino delgado ha terminado de digerir, una contracción muscular grande, ruidosa y ondulada barre las sobras desde el estómago hacia el intestino para dejar el estómago vacío y limpio.
Comer entre comidas detiene este proceso. El picoteo constante significa que no hay tiempo para la limpieza.
Esta es una razón por qué algunos nutricionistas recomiendan un espacio de cinco horas entre las comidas, aunque no hay evidencias científicas que demuestran que el intervalo debe ser precisamente este período de tiempo.
- Comer libera al torrente sanguíneo de hormonas del estrés
Una razón por la que nos sentimos cansados y lentos después de comer es que ciertos mensajeros químicos liberados por el cuerpo cuando estamos llenos también estimulan las áreas del cerebro responsables del cansancio.
Este cansancio es tal vez un inconveniente para nuestro cerebro cuando estamos en el trabajo, pero es beneficioso para el intestino delgado. Este funciona más eficazmente cuando estamos relajados.
La somnolencia significa que la cantidad óptima de energía está disponible para la digestión en lugar de tener que ser utilizada en otros lugares, y nuestra sangre no está llena de hormonas del estrés.[1]
Mi apreciado(a) amigo(a), lo que Dios hace es impresionante, entonces tú y yo somos especiales porque salimos de sus manos, y en nuestra cabeza colocó una corona de gloria y honra. Valoremos la vida, y recordemos que fuera y dentro de nuestro cuerpo suceden procesos milimétricamente ajustados por la mano del Creador. ¿Qué piensas?//////.
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1] http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/06/150602_salud_cinco_verdades_aparato_digestivo_il