¿CONGREGARSE YA NO ES NECESARIO?
“No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca” (Hechos 10:25 NVI)
Este texto antes de la pandemia era relevante para los cristianos, en estos días, en medio de la crisis sanitaria que vive el mundo, se ha vuelto secundario, inclusive algunos líderes ya están hablando de una nueva forma de hacer iglesia y que el contacto entre creyentes no es necesario.

La experiencia del profesor peruano Juan Francisco Baldeón, que ha dictado clases de Derecho durante 17 años,[1] puede ayudarnos a encontrar respuestas a esta pregunta: ¿es necesario congregarse nuevamente?
Esta incógnita no solo se ubica en el contexto de prevención de la covid-19, sino abarca el futuro inmediato de la regular práctica de celebrar cultos y reuniones en los templos. Porque definitivamente, nos hemos acostumbrado a la nueva forma de celebrar las reuniones religiosas, que retornar a las prácticas cristianas pre-pandemia, será un verdadero reto para la iglesia.
Baldeón, el mes pasado llegó a un nivel de frustración sin precedentes, que lo llevó a anunciarle a sus alumnos que renunciaría a dar la clase que les impartía en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) peruana. «Ya no tengo ganas de enseñarles, ya me harté, de veras», les dijo enérgicamente a los estudiantes a través de la plataforma digital de video comunicaciones. Asimismo añadió ofuscado: «Van a decir ‘es que el profesor no me enseñó nada’. Y no es que no te haya enseñado nada, es que tú no leíste (…) Estoy viendo la posibilidad de renunciar y me largo».[2]
Episodios como el vivido por Baldeón están surgiendo en otras partes del mundo y muestran las dificultades que están enfrentando los profesores con la enseñanza en línea a la que muchas escuelas han recurrido por la pandemia de covid-19.
En una entrevista que concedió este profesor peruano, explica algunos de los retos que están enfrentando los profesores al impartir clases en línea y que llegan a generar situaciones de frustraciones como la que vivió el mes pasado:
1. Desconexión con el alumno
Baldeón explica que en la clase de la UNFV que impartía vía online, el pasado 26 de octubre, los alumnos no habían hecho las lecturas requeridas para el día. Explicó, que si bien su amenaza de renuncia no se hizo efectiva para todos los grupos que atiende, sí para ese en el que los alumnos no mostraban interés.
El docente explica que el principal problema que tienen los profesores al ofrecer clases en línea es el rompimiento del vínculo maestro-alumnos que es vital para el proceso de enseñanza-aprendizaje. «Una pantalla no es la universidad», dice al citar al pedagogo español Miguel Ángel Santos Guerra.
«El ser humano es un ser social por excelencia. Me parece que es la misma dificultad que enfrentan todos los docentes del mundo. No me imagino cómo puede enseñar un docente de medicina una cirugía. Lo que requiera práctica es mucho más difícil», añade.
2. Falta la respuesta no verbal del alumno
En clases en línea, los alumnos no están obligados a conectarse con la cámara activada, lo cual genera otro gran problema. El profesor, explica Baldeón, no solo necesita que los alumnos le hagan saber verbalmente si comprendieron o no un tema, sino que se requiere una respuesta no verbal. «Los sentimientos y emociones de los estudiantes al explicar un tema se perciben en el rostro. Cuando no entiende, el docente lo mira. Uno ve la sonrisa, el enojo, o preocupación. Y uno tiene que volver a repetir en la clase. Y hay una cuota de sentimientos», menciona.
Pero al estar frente a una pantalla, dividida en rectángulos que solo tienen un nombre y en algunos casos una foto, se pierde eso. «Al terminar mi clase, ya no interactúo con mis alumnos. ¿Por qué? Se apagó la pantalla», dice el docente, por lo que los alumnos de clases virtuales ya no tienen oportunidad para expresar dudas fuera del aula, como sí ocurre en la universidad.
3. No hay motivación de grupo
El desinterés de los estudiantes por las lecturas didácticas no es ajeno a las aulas presenciales, reconoce Baldeón, por lo que el mismo problema pudo habérsele presentado en las clases regulares. Pero la motivación colectiva que se da en los centros de enseñanza es difícil de replicarla en las clases en línea.

«El proceso de aprendizaje es colectivo», sostiene Baldeón al tocar el tema: «los alumnos, que de por sí no son afines a la lectura, pierden el incentivo de participación al no tener presión de los compañeros».
Los jóvenes actualmente están habituados a leer en internet temas del momento, señala: «Pero la lectura universitaria es completamente distinta. Ahí el universitario debe estar comprometido a captar como una esponja el conocimiento».
4. Las carencias de espacios de estudio
La experiencia que ha tenido Baldeón este año le ha hecho notar que la falta de un espacio dedicado al estudio que tienen varios alumnos es otro problema en países como Perú. «Mientras están en su clase no presencial y les pregunto, de fondo escucho un mercado», explica el docente. «Probablemente no estén en un lugar de estudio especial, una sala o un ambiente de estudio. Parece que estuviesen en la calle. Y ahí el docente poco o nada puede hacer», añade.
Las iglesias al brindar enseñanzas en sus cultos regulares, también cumplen un papel educativo, por lo tanto la experiencia del profesor peruano en tiempos de covid-19, puede ser un compendio de reflexiones que nos sirvan para poder manejar y entender el nuevo formato de los programas religiosos, que amenazan con alterar o desdeñar la tradicional manera de congregarse en los templos y casas.
Las cuatro razones que presentó el profesor Baldeón, pueden aplicarse convenientemente a la nueva experiencia de los cultos en línea, y descartar que ésta puede ser la única manera en que la iglesia debe practicar sus celebraciones religiosas post-pandemia:
- Desconexion de los miembros de iglesia
Si antes ya era complicado saludar y conocer a todo los miembros de la agrupación religiosa al cual pertenecemos, ahora la situación se ha profundizado con cultos y celebraciones en línea, que aunque el término sea “conectarse al culto”, la verdad es que es una conexión que desconecta, una paradoja donde cada persona está separada de la otra. Quizá estemos frente a una forma de “iglesias entre desconocidos”.

Esto me recuerda una pregunta que le hizo Jesús a los fariseos y la respuesta equivocada de ellos: “—¿Qué piensan ustedes acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?”. —De David—le respondieron ellos”.[3] Estos líderes religiosos, estaba tan cerca de Cristo, pero no lo conocían, estaban desconectados. Como hoy que estamos conectados, pero desconectados.
2. Falta de respuesta no verbal en los miembros
El toque, el conocer las expresiones de nuestros hermanos y compañeros de lucha espiritual, es parte primordial en la perseverancia cristiana. Ese saludo cariñoso, ese apretón de manos, ese abrazo fraterno, era una forma de sentirnos amados, de dependencia, de saber que alguien se preocupaba por nosotros. Aun así, con todas esas prácticas de acercamiento, muchas iglesias se sentían frías, ¿imagínense ahora?, ya no podemos hablar de iglesias frías, sino de iglesia congeladoras. Si antes era común no saber de algún hermano, ahora ya nadie sabe de nadie. No se puede valorar los verdaderos sentimientos y emociones, a kilómetros de distancia, frente a un aparato electrónico, y por más que el emoticón o el sticker de felicidad o lágrimas esté bien dibujado, no expresan la realidad.
Con razón Jesús le dijo al dubitativo Tomás: “Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe”.[4] Porque la única forma en que una iglesia se una, confíe y fortalezca, es a través del toque y la cercanía, de lo contrario la incredulidad y la falta de fe tomarán el lugar en su experiencia cristiana

3. No hay motivación de grupo
Este principio bíblico, bien podría aplicarse a esta nueva realidad de cultos virtuales: “no es bueno que el hombre esté solo”,[5] frente a un aparato electrónico, queriendo adivinar o percibir lo que siente su compañero(a) de lucha espiritual, porque no hay otra forma percibir las emociones y sentimientos que de forma presencial y cercana.
Es en la cercanía y el contacto entre personas que se aprecian, que la motivación y la perseverancia espiritual se refuerzan. Por el contrario, es en la soledad que el desánimo y las tentaciones tienen lugar. Con razón no es raro encontrarnos con Jesús, cediendo y luchando frente a una tentación, manifestándole a su Padre su condición: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.[6] En otras palabras podría ser así: “Dios mío, Dios mío, me siento solo, estoy acercándome al fango oscuro del desánimo y el pecado”.
4. Las carencias de espacios adecuados
Los expertos en aprendizaje y procesos cognitivos, recomiendan que una buena concentración es posible considerando un lugar adecuado, sin elementos distractores y perturbadores. El alboroto, los ruidos y hasta el desorden, pueden ocasionar falta de concentración, y poca asimilación a las lecciones o conocimiento a los cuales se pretende acceder. Con razón, esta frase podría muy bien fortalecer la tesis que vengo esgrimiendo: “Cada cosa en su lugar, y cada lugar para cada cosa”. Así como la cocina sirve para cocinar, para concentrarse y aprender, deberíamos buscar un lugar especial para ese fin, sin distractores.
Frente a un televisor, con el control remoto listo para cambiar a cualquier canal, o una computadora con internet donde puedes ingresar a cualquier pagina o un teléfono inteligente que te avisa de los contactos que te están hablando, hay que ejercer mucha fuerza de voluntad para continuar en el culto virtual, sin salirse o entretenerse en otras actividades virtuales. Con razón, el texto que escogimos para esta meditación resalta el valor de congregarnos, porque los cultos y las celebraciones religiosas deberían ser en un templo, así cómo el dormitorio lo es para descansar y recuperar las fuerzas.
A estas cuatro razones, le voy a añadir una quinta, que nos persuada a no perder el deseo de congregarnos:
5. Ya no se estudia la Biblia
La Escuela Sabática y los cultos siempre han sido la salvaguarda de las doctrinas y enseñanzas bíblicas. Reunirnos, escuchar la exposición de Biblia o hacer preguntas de las lecciones de la semana, venían a ser una presión a leer y prepararnos. En esta nueva realidad, con reuniones a distancia, sin persuasión cercana, sin lecciones que ejerzan un control de estudio y sin maestros que nos animen a leer las Escrituras, el estudio de La Palabra de Dios ha decaído a niveles alarmantes. Y no podemos negar que quién no come muere, y quién no se alimenta de la Palabra de Dios, correrá la misma suerte: muerte espiritual.

Con razón el apóstol Juan exhortaba: “conocerán la verdad y ella los hará libres”,[7]libres de incredulidad, secularismo y deterioro espiritual. Evaluémonos un instante: ¿estamos leyendo la Biblia regularmente?, ¿tenemos un culto personal y familiar diariamente, donde las verdades de salvación son repasadas y valoradas?, ¿cuánto tiempo le estamos dedicando a las enseñanzas bíblicas? No nos sorprendamos, que por estos tiempos seamos esclavos de la secularidad, que nos descubramos observando programas televisivos que en otro tiempo no se prendían en los días de culto o participando de conversaciones frívolas y seculares en la redes sociales, mientras estamos conectados al culto virtual.
Mi apreciado(a) compañero(a) de fe… estamos viviendo los momentos finales de la historia de este mundo, la profecías de las 10 vírgenes se cumplen con celeridad, el esposo está llegando, por eso “no dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca”. ¿Qué piensas?… ¿qué opinas?////////////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]La enseñanza virtual y en linea no le era desconocida para este profesor, pues desde hace tres años ya daba clases en plataformas digitales de video comunicación.
[2]https://www.bbc.com/mundo/noticias-54787845
[3]Mateo 22:41-42 NVI
[4]Juan 20:27
[5]Génesis 2:18
[6]Mateo 27:46
[7]Juan 8:32