¿CÓMO AMAMOS? (Lunes 02 de abril de 2012)
“Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad” (1 Juan 3:17-18 NVI)
Un joven me preguntó hace algunos días atrás: “¿cómo sé que estoy amando a mi prójimo?, ¿cuál es la prueba de que amo a los seres que me rodean? Una pregunta que podría añadirse es: ¿tengo que sentir algo, o son ellos los que deben sentirlo?
Quizá la prueba del amor, no estriba en el hecho de sentir o no, porque lo que pasa en el interior de la otra persona no lo podemos saber, y quizás en el nuestro la cosa es confusa, y los sentimientos son así, por lo tanto, amemos a todos, aún a los que nos agradan, puesto que el amor es un principio, y si actuamos en base a él, los sentimientos serán reales. Sin embargo, la pregunta sigue firme: ¿cómo podemos saber que amamos al prójimo?, especialmente a las personas que no nos gradan o no le agradamos.
Me topé con una persona que con mucha sinceridad me dijo: “no soporto a esa persona, cada vez que puede trata de humillarme, me dan ganas de empujarlo y hacerlo caer”. ¿Qué hacer?, en ese contexto ¿se podría amar? El apóstol Juan, aborda un punto importante, que pone al amor verdadero sobre la mesa: “…no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad”. El amor no está basado en sentimientos románticos o sueños de castillos medievales, el amor se puede tocar, oler o escuchar. El amor real se interesa más en el bienestar de quién es amado que de uno mismo. Con razón el texto de hoy empieza con la mayor prueba del amor: “Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?”. Es decir, el amor real que viene de Dios, se complace en satisfacer las necesidades de nuestro prójimo, sea quien sea. En síntesis el amor es dar, entregar, hacer feliz. El mayor ejemplo de lo que venimos diciendo lo tenemos en la acción de Cristo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”,[1] Jesús amaba de verdad por eso “lo entregó todo”, y dentro de los beneficiados están aquellos que los que atentaron contra su vida.
¿Cómo podemos saber que estamos amando?, esta pregunta también se puede responder con otra: ¿qué estamos haciendo por los que nos rodean, especialmente por los que nos tratan mal?, si nos empeñamos en que sean felices y que toda acción va dirigida en satisfacer sus necesidades, entonces hemos entrado en la dimensión de Cristo, por donde transitan los que entregan todo, aún a los que hacen escarnio.
Mi amigo (a), vivamos demostrando amor, entregando todo, haciendo el bien, aún a los que hacen el mal. Sé que es una tarea difícil, especialmente por los que quizá agarren “nuestro favor” y nos los arrojen a la cara, sin embargo todo es cuestión de tiempo, el amor no falla y hace posible las mayores conversiones, hasta los que pensamos imposibles.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] Juan 3:16 NVI