COBARDÍA
“Cuando Isboset hijo de Saúl se enteró de que Abner había muerto en Hebrón, se acobardó, y con él todos los israelitas” (2 Samuel 4.1 NVI)
Cobardía, es el estado de ánimo que bloquea los intentos del ser humano de alcanzar objetivos y romper la barrera de lo difícil. Se manifiesta en un exceso de prudencia tal, que es incapaz de encarar consecuencias.
Etimológicamente, de acuerdo “con «The Online Etymology Dictionary», la palabra “cobarde” viene del francés antiguo «coart» (en francés moderno es «couard»), lo cual sería la combinación de la palabra “cola” y un sufijo; por lo tanto su significado podría haber sido “uno con cola”, probablemente en alusión al hábito del perro de poner su cola entre sus piernas cuando está asustado. Otra palabra más claramente relacionada es el “couard”, del francés antiguo, que significa literalmente «cobarde» y que era utilizado con frecuencia por los caballeros franceses en batalla”.[1] Con razón, un buen concepto de “cobardía” es, “miedo o falta de valor ante situaciones difíciles, peligrosas o que conllevan cierto riesgo”.[2]
No se puede confundir “cobardía” con “prudencia”, porque esta última palabra expresa la “capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios”.[3] Además, “prudencia” puede entenderse como “la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela o de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas”.[4]
Es decir, frente a una empresa riesgosa o una meta difícil, el cobarde se queda paralizado, sin opciones, mientras el prudente avanza tomando sus precauciones. El primero, se queda “petrificado”, en cambio el segundo va a la acción con una estrategia bien definida. Por eso la Biblia, afirma que Dios “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”,[5]además que “los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre”,[6] porque, especialmente el cobarde, fue incapaz de recurrir a Dios y reclamar el “espíritu de poder”, que puede enfrentar todos los temores. Satanás se regocija cuando ve a un hijo de Dios temblando de miedo, sintiéndose indefenso frente a una tentación o un problema, cuando la ayuda la tiene a una distancia tan corta, cómo la que hay entre las rodillas y el suelo cuando te atreves a orar.
Esa fue la condición de Isboset hijo de Saúl, que se acobardó cuando se enteró que su protector había muerto, y en vez fortalecerse en el Señor, decayó su semblante y el temor satánico tomó su vida. En esa condición, en vez de ser una bendición para su pueblo, fue la causa de que sus hermanos, los que estaban bajo su liderazgo, entraran en un estado de pánico e incredulidad. Porque la cobardía no solo afecta a la persona que la deja actuar, sino que se expande a través de ella. Es decir, si te has convertido en un cobarde, estás paralizado frente a una dificultad y los miedos te asaltan una y otra vez, ese estado es como un virus que va a contagiar lo que te rodea, quizás tus hijos, tu esposa, tus empleados, tus iglesias, tus pastores, los integrantes de tu grupo pequeño, etc. La cobardía salpica y mancha como una tinta indeleble.
Mahatma Gandhi decía que “los cobardes mueren muchas veces antes de morir”, pero creo con firmeza que los valientes mueren una sola vez. Mi amigo (a), recuerda que naciste para ser valiente, porque “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. No sé cuál es el “mounstruo” que te tiene paralizado, o los temores ocultos que te hacen actuar de la manera que no deseas, o los pecados escondidos que te llevan a donde no quieres, pero de una cosa estoy seguro, que si reclamas ahora mismo el poder del cielo, cantarás con júbilo cómo David: “El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!”.[7] ¡Qué así sea!
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Cobard%C3%ADa
[2] Diccionario General De La Lengua Española Vox, ed. Núria Lucena Cayuela (Barcelona: VOX, 1997).
[3] Diccionario General De La Lengua Española Vox, ed. Núria Lucena Cayuela (Barcelona: VOX, 1997).
[4] http://es.wikipedia.org/wiki/Prudencia
[5] 2 Timoteo 1:7 R60
[6] Apocalipsis 21:8 NVI
[7] Salmos 18:2 NVI