CITA CON EL TRABAJO (martes 28 de febrero de 2012)

“Ustedes saben muy bien que yo he trabajado para su padre Labán con todas mis fuerzas. No obstante, él me ha engañado y me ha cambiado el salario muchas veces. Pero Dios no le ha permitido causarme ningún daño”  (Génesis 31:6-7 NVI)

Desde que huyó de casa, las cosas para Jacob no fueron tan agradables. Él entendió que las acciones que van con mentiras o malas intenciones tienen consecuencias desfavorables. Dios no bendice la mentira, ni es condescendiente con la maldad.

Primero, su vida cambió en corto tiempo, cuando tuvo que huir para salvar su vida. Todo nuevo, todo extraño en el nuevo país que lo ocultó de su hermano. Allí sólo, sin saber que pasaría, pudo hallar esperanza cuando conoció a una señorita y se enamoró. Luego, cuando pretendió estar con ella, tuvo que trabajar siete años para poder conseguir su objetivo, sin embargo la historia bíblica registra que las cosas salieron mal. Nuevamente, fueron siete años de sacrificio para finalmente vivir al lado de la mujer que amaba. Después  las cosas empeoraron, porque se esforzó por una mujer y recibió otra más que no estaban en sus planes. Desde ese momento las riñas, celos y peleas entre esas dos mujeres y las concubinas hicieron de la vida de Jacob una desgracia.

Sin embargo, si en el campo familiar le iba mal, en el lado laboral, las cosas tampoco le fueron bien. Su jefe de trabajo, que también era su suegro, abusaba de su confianza. Le hizo trabajar catorce años solamente por sus hijas, sin reclamo a otro tipo de ganancia. Después lo contrató por otros seis años, pero en ese lapso no le cumplió con los pagos, lo trató mal y le cambió el salario las veces que quiso.[1] Por muchos años Jacob se esforzó mucho, trabajó diligentemente, hizo más de lo que le pidieron, pero nunca lo trataron bien, lo relegaron a una esquina, lo humillaron muchas veces y se aprovecharon de sus habilidades. Era triste para él ver cómo sus ideas brillantes,  hacían famosos a otros y cómo los que menos merecían estaban arriba. Y para colmo, llegaba a casa a calmar tempestades, sin ganas, sin dinero y sin esperanza. ¡Jacob se cansó!

Un día, mientras regresaba  desmotivado de su trabajo, se detuvo a contemplar el ocaso. ¡Así se iba su vida! Y mientras contemplaba el atardecer, allí solo, buscó la protección de Dios. Si todo iba mal… algo tenía que ir bien… porque Dios era su padre y él su hijo. Volvió a casa, reunió a su familia y pronunció estas palabras: “Ustedes saben muy bien que yo he trabajado para su padre Labán con todas mis fuerzas. No obstante, él me ha engañado y me ha cambiado el salario muchas veces. Pero Dios no le ha permitido causarme ningún daño”.

En esa frase se esconde el mayor secreto para no desfallecer en medio del esfuerzo no valorado y no desanimarse en medio de la injusticia de los que tienen poder: “Marca una cita con tu trabajo”. Y la fórmula es clara: “Trabaja con todas tus fuerzas”, da todo de ti, avanza más de la cuenta, ponle entusiasmo a todo y suda por todos los poros, porque si alguno pretende hacerte daño, Dios jamás permitirá eso.

Después de Dios y la familia, tu trabajo debe ser lo más importante. Cada día marca una cita con tu trabajo, agradece a Dios porque tienes uno, y a parte de todo lo que tienes que hacer, ponle ganas y mucho esfuerzo. El trabajo es bendición, porque “muchos consideran el trabajo una maldición que se originó en el enemigo de las almas.  Esta es una idea equivocada.  Dios le dio el trabajo al hombre como bendición, para ocupar su mente, fortalecer su cuerpo y desarrollar sus facultades”.[2]

Mi amigo (a), eres hijo de Dios,  te creó, conoce tus habilidades, sabe los talentos que tienes, conoce tus anhelos y frustraciones, siente tus penas y dolores… Así que trabaja duro, no dobles la espalda cuando debes erguir el pecho, no bajes la mirada aun así te lo obliguen, porque si te esfuerzas, si eres leal y no hay malas intenciones en tu corazón, el Señor ¡jamás permitirá que nadie te haga daño!… ¡paciencia!… ¡ya llega tu recompensa!

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] Génesis 31:41

[2] Cada día con Dios, 133

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