CELEBRA LA VIDA
“Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel, y también de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren” (Hebreos 13:3 NVI)
En muchas partes del mundo miles de personas han recordado a sus muertos. El primero de noviembre para varios países del globo es el Día de los Muertos o el Día de todos los Santos. Cada región tiene sus particularidades y costumbres para celebrar o recordar a las personas que han fallecido.

Por ejemplo, en el poblado de Pomuch, del estado de Campeche, en el sureste mexicano, los habitantes tienen ciertas prácticas, que para muchos pueden resultar incómodas o perturbadoras. Basta con entrar al cementerio, para perturbarse, cuando sentimos que cientos de cráneos nos están mirando atentamente. No exagero y miles de turistas que visitan este pueblo durante estos días festivos, pueden dar fe de lo que menciono: los restos óseos de los fallecidos descansan todo el año en cajas entreabiertas que reposan en sus nichos del cementerio.
Reposan hasta días antes de la celebración central, cuando todo el pueblo se encamina en caravana al cementerio para realizar otra de las prácticas forenses: la limpieza de los huesos de sus familiares.
Este ritual, que en maya se conoce como Choo Ba’ak, se celebra en el pueblo desde hace al menos 150 años, y se basa en la cosmología maya, que aseguraba que los muertos tenían más allá de una vida. Con esta tradición de tenerle culto a los muertos, este pueblo entiende que existe vida después de la muerte, que existe el paso del inframundo y luego regresa de nuevo.

El proceso es unificador y hasta terapéutico para los vecinos que lo han hecho muchas veces, aunque para los visitantes al principio parezca tétrico: desde mediados de octubre, parientes de los fallecidos acuden para hacer la limpieza de huesos de sus difuntos y tenerlos listos para el 31 de octubre y 1 de noviembre, días en los que creen que regresan los niños y los adultos respectivamente.
Las familias conversan tranquilamente entre sí mientras lo realizan. La mayoría trae flores y velas para adornar el nicho y también bellos paños bordados o pintados con flores y el nombre del difunto, sobre el que reposarán los huesos limpios y que permitirá retirar el usado el año anterior. Durante la limpieza de los huesos, muchos rememoran la vida de sus muertos y se emocionan hasta las lágrimas. Es un momento intenso, lleno de sentimientos y recuerdos.

Al limpiar los huesos, tienen en mente que están bañando a sus muertos y con el nuevo paño es como si les cambiaran de ropa, porque están a punto de venir de visita y tienen que estar preparados. Por la noche, las velas alumbran el camino para que los difuntos puedan ubicarse y regresar con sus seres queridos.
Mi apreciado(a) amigo(a), no se que piensas de la muerte, o si tienes prácticas y creencias particulares para estos días del año como los habitantes de Pomuch. De lo que estoy seguro es que no morimos cuando dejamos de respirar o nos entierran, nos morimos cuando nos olvidan. Porque existen culturas que tienen días específicos para recordar a sus muertos, pero otras ni recuerdan a sus vivos y se olvidan de la gente que los rodean, viven tan sumidos en sus cosas que no levantan la cabeza para disfrutar la vida con los vivos.
Hace unos días atrás estuve de paso por una ciudad, y me acordé de unos amigos que fueron muy amables conmigo cuando vivía en ella. Mientras me despedía después de pasar la tarde con ellos, mi amiga ya anciana me dijo: “Tú vienes de lejos, y te das el tiempo de venir a vernos. Yo tengo un hijo en esta ciudad que hace más de tres meses que no viene a saber cómo estamos”. Salí triste de esa casa, porque muchas veces vivimos bajo el mismo techo, pero estamos tan lejos.
Si tan solo pudiéramos tener tanta pasión y dedicación de los que recuerdan a los muertos, para recordar a los vivos y celebrar la vida. Porque hay muertos que no necesariamente están en el cementerio, sino caminan, respiran y manejan sus carros. Son gente olvidada o que olvidaron extrañar y amar.
Este día, te invito a celebrar la vida y a los vivos. Un abrazo, un mensaje al celular, una nota de voz, una visita no planificada, una llamada telefónica a las personas que te aman y amas, sirven para valorar la vida y tornarla con sentido. Finalmente, si te es imposible entrar en contacto con los vivos que añoran saber de ti, recuérdalos mirando una fotografía y ora por ellos. ¿Qué piensas… qué decides?////////////.
Joe Saavedra
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