EL ANCLA EN LA ETERNIDAD

“Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario” (Hechos 6:19 NVI)

Manuel Adrián Arriaga Navarro (1948 – 2022)

A Manuel lo conocí cuando era un niño. A mi memoria viene el sonido de su moto Honda CB 750 que alborotaba el barrio cuando llegaba a mi casa y que yo solía admirar, soñando con ser grande y tener una así.

Mi primer contacto con él fue cuando una tía que vivía en casa, lo presentó a la familia como el futuro tío. Su sonrisa franca y su agradable elocuencia despertaron en mis cortos años el sentido de querer ser simpático y elocuente. Más aun, cuando en alguna salida al mar, él no pudo esconder un tremendo ancla que llevaba tatuado en el hombro, que le recordaba su vida pasada por las costas del sur del Perú, donde nació el primer día del año 1948. Una vida pasada de retos y esfuerzos por ir tras sueños, llena de mundo, pero vacía del Salvador que da esperanza.

Pero el Creador tenía un plan para él, y en sus años mozos, lo encontró, lo llamó y el tío Manuel aceptó seguirlo. No obstante, cada vez que él miraba el ancla en su hombro, quería borrárselo, porque le recordaba una vida sin fe . No sé si el ancla lo acompañó toda la vida, o quizá ya con el tiempo logró borrarlo, pero ese ancla sigue tatuado en mi mente, y me hace recordar a mi niñez y las personas que fueron marcando mi camino.

Marlith y Manuel

Con seguridad ese ancla ha sujetado mi vida y mi fe hasta hoy, porque cada vez que pienso donde empezó mi llamado, lo primero que viene a mis pensamientos es el ancla impregnado en el hombro de mi tío, que me hace recordar que hay uno que nos da esperanza sobre el dolor, las lágrimas y las pérdidas.

Todo lo que nos hace llorar y doler, tendrán un fin, porque la promesa que Dios le hizo Abraham y lo tatuó en su mente ahora nos alcanza soberana: ¡el mal, el pecado y la muerte como fieras tempestades no nos arrastrarán ni vencerán!, y esta esperanza actúa como “segura y firme ancla” para el creyente. La esperanza cumple las mismas funciones que el ancla de un barco, que, en tiempos de prueba, dificultad y presión, evita que éste zozobre. Si la vida presente es el mar, y nuestra vida el barco, la esperanza es el ancla y el Señor Jesús la roca firme del anclaje para que no naufraguemos. Un extremo del cable está en el barco, el otro está en sujeto en aquel anclaje celestial provisto, que está por encima de las tormentas de la vida.

Sin duda Manuel también se agarró de ese ancla y tuvo una vida victoriosa, no exenta de pruebas duras, que le hacían sujetarse con más fervor de él. No solo se sujetaba de su ancla, sino enseñó a otros a agarrarse también. No es raro que varias personas, que ahora están viendo en directo como dejan por breve tiempo su cuerpo en el cementerio, comenten: “Gracias Manuelito, por enseñarme a sujetarme del ancla”.

Cada vez que alguien me dice: «gracias por mostrarme el camino de fe», me acuerdo del ancla y de mi tío. Me gustaría en la eternidad, que tú y yo nos encontremos con las personas a las cuales les enseñamos del ancla salvador.

Mi apreciado compañero(a) de fe: Hay algunas palabras que no pude decirle a Manuel, mi humanidad, la distancia, lo intempestivo de la muerte, no me lo permitieron y me duele mucho. Pero ese ancla vuelve a mi mente, y me devuelve la esperanza que muy pronto, frente al mar de vidrio, donde las anclas serán simplemente el recuerdo de las tempestades de la vida, abrazaré a mi tío y a las personas que marcaron el recorrido de mi existencia, pero que no pude despedirme. Después del abrazo les diré: “Gracias, perdón por mis debilidades y lo logramos con el ancla”.

Quiero llegar al cielo, quiero ver de nuevo el ancla, no sé si en el hombro restaurado de mi tío, pero de seguro lo veré en las manos marcadas de Jesucristo. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?//////////.

VIVE BIEN

“No creas que eres tan sabio como para no tenerle miedo al mal. Honra al Señor y huye del mal, así llenarás tu cuerpo con salud y vigor” (Proverbios 10:7,8)

Fuiste a médico y todos los exámenes reportaron que todo está normal. Asimismo, comes una dieta balanceada, haces ejercicio y te aseguras de dormir lo suficiente. Sin embargo, cada día te sientes agotado, te la pasas tan exhausto cómo si hubieras gastado mucha energía y hasta te descubres desconcentrado, sin eficiencia, como si te faltara vigor.

El concepto de “vigor” en el contexto que estamos hablando, es la “fuerza o energía interior de un ser vivo”. Está relacionado a vitalidad, potencia y vivacidad.

Los expertos en salud integral mencionan que muy a pesar de que los reportes sobre tu estado físico estén dentro los parámetros normales y haces actividades preventivas para estar saludable, hay ciertos hábitos cotidianos que pueden estar drenando tu vigor sin que siquiera lo sospeches.

Entre esos saboteadores furtivos de energía hay viejos conocidos, como sentarse en mala posición, aplazar comidas o respirar incorrectamente. No obstante, hay otros muy incisivos que absorben energía y pasan desapercibidos. Leela R. Magavi, psiquiatra y directora médica regional de Community Psychiatry y MindPath Care Centers en California, menciona tres:

  • Las series de TV, películas y noticias

Ver series o películas es algo que hacemos para relajarnos, no obstante, como seres humanos, somos criaturas emocionales, y muchos somos empáticos y captamos los sentimientos de los personajes de los programas de televisión y las películas. Por lo tanto, pueden recordarnos experiencias dolorosas en nuestra vida, cualquier tipo de deficiencia, debilidad, pérdida o inseguridades, y todos eso puede provocar muchas emociones adjuntas, como tristeza, ansiedad, miedo, ira, que incluso si están en nuestro subconsciente, nos pueden afectar.

Entonces, cuando miras muchos de estos programas de televisión, incluso si no sientes que estás pensando abiertamente en ello, esos sentimientos estarán bajo la superficie. Mientras trabajas, mientras estás con tu familia, esa gran cantidad de emociones pueden inundarte y hacerte sentir agotado durante todo el día sin que te des cuenta.

Esto no significa que necesariamente ver algo en la televisión sea malo, pero la recomendación para combatir ese cansancio es, después de leer o ver algo, procesarlo, ya sea a través del journaling o escritura expresiva (escribir tus pensamientos y sentimientos para entenderlos más claramente), o hablando con un amigo o familiar. Eso permite que salgan las emociones, para no interiorizarlas y para que no consuman tu energía.

Pero, si no dispones de un tiempo para hacer el consejo anterior, hay otro método más expedito: simplemente haces un chequeo mental contigo mismo e identificas qué emoción me evocó este artículo o este programa de televisión que has visto.

  • Los deportes

Otro ejemplo de las cosas que entretienen y es un desagüe de energía, son los deportes.

España, es un país con fanáticos ávidos y absortos en el deporte. El sentir las derrotas y victorias como propias, sentir tristeza o euforia, resta energía. Es decir, cualquier extremo, cualquier emoción fuerte suele ser extenuante: en la felicidad intensa se pueden agotar muchos de los circuitos en el cerebro; la tristeza profunda, puede estar relacionada con la ansiedad, que sobrecarga la amígdala en el cerebro y te hace sentir muy cansado.

Puedes evitar esa pérdida insulsa de energía, siendo consciente de lo que estás sintiendo. Si estás muy emocionado, pregúntate: ¿necesito tomar un descanso, un refrigerio, una ducha rápida… qué debo hacer para calmarme en el momento? Y por supuesto, respira profundo, haz estiramientos y camina un poco.

  • Los planes

Nadie niega que planear es una manera de controlar la realidad, de organizar la vida, de derrotar el caos, de tomar el timón. Sin embargo, esta práctica que en teoría alivian el estrés, en realidad puede provocarlo. Es decir, la planificación es muy útil, hasta cierto punto.

Estar constantemente expuesto a un calendario lleno de obligaciones puede causar un aumento en la ansiedad y afectar negativamente la memoria y la velocidad de procesamiento. Algunas personas pasan tantas horas haciendo horarios y listas que no son capaces de vivir conscientemente y disfrutar de su vida. Siempre están preocupados porque se atrasaron en esto, no pudieron ponerse al día con lo otro, y realmente no sienten autocompasión y gratitud hacia ellos mismos por lo que lograron ese día.

Vivir bajo un horario opresor, puede causar muchos sentimientos de tristeza, desmoralización o fatiga.

Para evitar esa fuga insulsa de energía, se recomienda dedicar de 5 a 10 minutos solo a repasar y organizar tu agenda y luego, al final del día, incluso si no se alcanzaron, no dedicar demasiado tiempo a pensar en esos sino en los que sí se cumplieron. Asimismo, no es recomendable hacer planes con mucha antelación, porque la vida siempre está evolucionando y es importante ser flexible.

Lo correcto es planificar lo obligatorio -reuniones, citas, celebraciones familiares-, y dejar el resto del tiempo para crecer, disfrutar y valorar la vida.

Mi apreciado(a) compañero de fe, muy a parte de los tres hábitos que restan energía y quitan el vigor diario, existe un cuarto, más absorbente y debilitador,  que el autor de Proverbios lo llama, “vivir sin miedo al mal”. Esa vida no considera válidos los principios de la Biblia, por lo tanto, no vive en torno a ellas. Asimismo, no teme a Dios, y si lo hace es solamente en los momentos cuanto se siente oprimido o no tiene más alternativas.

Algunas características de una vida que no le tiene miedo al mal son: (1) Conciencia cauterizada, (2) insensibilidad al degradar o enfermar su cuerpo, (3) puede ofender o lastimar sin reproches a los que le rodean y (4) sus decisiones se basan en sus preferencias o gustos. En resumen, sabe el camino del mal, pero igual lo transita.

El consejo es oportuno en el versículo que encabeza esta reflexión: Honra al Señor y huye del mal, esto es, reconoce a Dios como el Dador de todo, abre la Biblia y vive de acuerdo con sus principios. Al estar bajo el manto protector de Dios, no solo vivirás seguro, sino llenarás tu cuerpo con salud y vigor. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?////////////.

Joe Saavedra

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DETENTE

“Escucha, Job: detente y medita en los admirables milagros de Dios” (Job 37:14 NBV)

Con frecuencia es inevitable escapar de la vida frenética de las grandes ciudades. Cuantas veces nos descubrimos corriendo detrás del Metro, o con un vaso de chocolate caliente en la mano, intentando no quemarnos ni derramarlo mientras abrimos la puerta del coche. El tráfico, las multitudes caminando apresuradas en distintas direcciones y las actividades que no se detienen, parecen que nos convencen de que cuanto más agitados estemos más éxito tendremos.

Esa efervescente forma de vivir la vida también ha influenciado el aprendizaje. Es común aceptar que para aprender algo nuevo, tenemos que practicar, practicar y practicar, sin parar, porque estamos convencidos que «la práctica hace la perfección».

Sin embargo, varios estudios científicos han señalado que la práctica incesante puede no ser la forma más eficiente de aprender una nueva habilidad: el cerebro necesita descansos para consolidar el conocimiento recién adquirido y transformarlo de un recuerdo transitorio a un recuerdo duradero.

Uno de los hallazgos más recientes es que los breves descansos intercalados con la actividad conducen a grandes ganancias de aprendizaje: el cerebro aprovecha estos descansos para realizar una «repetición» mental súper rápida de lo que acaba de aprender, reforzando la habilidad recién adquirida.

Un estudio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. publicado en 2021 en la revista Cell Reports., descubrió que, durante las pausas, el cerebro repite una versión 50 veces más rápida de los últimas lecciones o prácticas realizadas, una y otra vez, lo que refuerza la conexión de neuronas en las áreas asociadas a esa nueva memoria. Asimismo, al estudiar y usar pruebas de magnetoencefalografía con unos 33 voluntarios que por 10 segundos debían de repetir constantemente una determinada lección y luego descansar 10 segundos, notaron que tras los breves intervalos, los voluntarios mejoraban la velocidad y precisión de aprendizaje, por las rápidas «repeticiones» que el cerebro hacía de lo que acababa de aprender, mientras descansaba.

Esto nos revela una lección que no podemos ignorar, si queremos aprender más eficazmente: cuando empecemos a aprender una nueva técnica o lección, evitemos practicar hasta el agotamiento, es mejor tomar descansos. Porque la perfección llegará más rápido si se le da tiempo al cerebro para consolidar (el aprendizaje) en lugar de practicar sin cesar hasta colapsar.

Con razón, la Biblia, libro revelado por nuestro Creador, nos cuenta la intensa vida de Job: que, por situaciones particulares, corría sin freno entre sus problemas y temores. Quizá pensaba que, moviéndose, de un lado a otro, buscando soluciones y respuestas, hallaría descanso y una vida exitosa.

Dios tuvo que poner la mano abierta frente a Job y decirle: “Detente, respira, quédate en silencio un momento y escucharás de donde vienen los milagros que necesitas”. El hombre tuvo que parar, sentarse, escuchar los latidos de su corazón y en silencio oír la voz de Dios con las indicaciones más precisas para su vida. Con razón al final del libro que lleva su nombre, Job en una de sus acostumbradas “paradas” de vida le dijo a Dios: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti”.[1] Había aprendido a “parar”, a desconectarse de todo ruido por algunos momentos, a escuchar la voz de Dios sin interrupciones y conocer el camino de una vida plena.

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, quizá nosotros también debemos seguir la dirección de Job: Un camino con “paradas”, donde el silencio y el oído presto a escuchar la voz de Dios eran lo más importante. Al detenerte, preparas y fortaleces tu mente para un mejor aprendizaje, además, lo más importante, podrás escuchar nítidamente las indicaciones que te lleven en la dirección de los milagros que necesitas para tu vida. ¿Qué piensas?, ¿qué decides?////////////.

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[1]Job 42:1,2

BUEN CEREBRO, LARGA VIDA

“Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23 NVI)

Por el paso de los años y con seguridad por alguna lesión o accidente, el cerebro puede deteriorarse hasta extremos de inutilizar el cuerpo o hacer penosa la existencia. Sin embargo, como noticia esperanzadora, podemos afirmar que el mismo cerebro puede contrarrestar o alargar la lucidez mental a pesar del transcurrir de los años o compensar el daño de lesiones o accidentes cerebrovasculares. Lo puede hacer a través de un mecanismo llamado “reserva cognitiva”.

Harvard Health Publishing, la publicación de la Escuela de Medicina de Harvard en el artículo What is cognitive reserve?, define a la reserva cognitiva, como la capacidad de nuestro cerebro para improvisar y encontrar formas alternativas de hacer un trabajo. Porque el cerebro posee mecanismos de plasticidad, basados en factores genéticos, que permiten que haya una compensación cuando sufrimos, por ejemplo, una lesión o un traumatismo.

La reserva cognitiva, está más relacionada con la capacidad del cerebro para generar nuevas neuronas, con la fortaleza de la sinapsis, con «el hardware del cerebro», con su estructura. Sin embargo, ésta, se va acumulando a través de nuestras actividades diarias y tiene más que ver con la actividad cognitiva que se ha desarrollado desde que se nace. En otras palabras, la combinación de lo que tengas en tu reserva cerebral y en tu reserva cognitiva determinará cómo el cerebro se enfrentará a las lesiones o a las enfermedades neurodegenerativas.

Con razón, el sabio Salomón, cuando aconseja el cuidado del corazón, porque de él emana la vida, se está refiriendo al cerebro y a la reserva cognitiva. La palabra “corazón”, viene de la raíz hebrea lēb y apunta al centro vital y afectivo de la vida que es el cerebro. Entonces si tenemos una reserva cerebral y cognitiva significativa, podremos enfrentar cualquier deterioro o accidente neuronal, y también cualquier tentación certera que ataque nuestra fe y estilo de vida que le agrada a Dios.

No obstante, dos preguntas “caen de maduras”: (1) ¿cómo puedo crear esa reserva cognitiva que sea lo suficientemente grande y sólida, que pueda fortalecer las redes del cerebro para contrarrestar el deterioro cerebral por causa de la vejez o lesiones neurodegenerativas?, (2) ¿cómo puedo crear una poderosa reserva cognitiva que enfrente con éxito las tentaciones o la tendencia a vivir en contra de la voluntad de Dios?

La respuesta para estas dos preguntas está en mantener la mente activa. Específicamente para la primera pregunta, el Centro de Diagnóstico e Intervención Neurocognitiva de Barcelona, indica algunas prácticas para tener una mente activa, y por ende acumular más reserva cognitiva:

  • Leer, ya que estimula no sólo la atención y la concentración, sino la memoria y el lenguaje.
  • Aprender algo nuevo, pues al hacerlo no sólo hay un estímulo cognitivo y una adquisición de recursos y herramientas nuevas, «sino que de forma paralela genera nuevas conexiones sinápticas que favorecerán la plasticidad cerebral frente los cambios que se puedan dar en un futuro».
  • Llevar una vida social activa.
  • No dejar de jugar, ya sea juegos de mesa, completar crucigramas o las diferentes alternativas que se encuentran en internet. Lo clave es que «nos permiten trabajar capacidades como la organización, la planificación, toma de decisiones o la iniciativa, por ejemplo».
  • Cambiar rutinas. Aunque las rutinas le dan estabilidad a nuestra vida, «automatizar actividades disminuye la activación cerebral puesto que cuando repetimos tareas el aprendizaje disminuye y la activación cerebral cada vez es menor». Así que, en ocasiones, bien vale la pena romper algún hábito.

En relación con la segunda pregunta, la respuesta va también en el sentido de la primera, a saber:  

  • Leer y estudiar la Biblia todos los días, no solo estimula la atención, concentración, memoria y el aprendizaje de algo nuevo, sino aumenta nuestra reserva de fe y fortalece nuestra defensa contra las tentaciones de una vida pecaminosa.
  • Orar regularmente cada día, crea dependencia en Dios y fortalece nuestra confianza en Él.
  • Ir regularmente a la iglesia y participar de las actividades que ella ofrece, teje una red de apoyo espiritual, a la vez que permite llevar una vida social activa.
  • Enseñar las verdades bíblicas a otras personas, permite desarrollar empatía y amor cristiano por otros, a la vez que refuerza la cognición bíblica y también vida social activa.

Apreciado(a) compañero(a) de fe, los seguidores de Jesús no solo practican los consejos a la primera pregunta, sino les dan mucho énfasis a las recomendaciones de la segunda. Como la experiencia de un miembro de iglesia muy activo. En la semana no era raro encontrarlo trotando por las mañanas o manejando bicicleta por las tardes. Tampoco era extraño verlo entrando muy puntual al templo en los días de culto o enseñando la Biblia los sábados de tarde. Un día alguien le preguntó por el ritmo de vida que llevaba y él respondió esto: “En la semana cuido mi cuerpo para esta tierra, y en los días de culto en la iglesia y en mi rincón de meditación en mi casa, cuido mi cuerpo para la eternidad”.

Me gustaría que almacenes mucha reserva cognitiva que te haga vivir plenamente en esta tierra y te prepare para encontrarte con Jesús, y las mejores palabras que tengo para resumirte lo que escribí son estas: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?///////////.

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QUE SOLOS SE QUEDAN LOS MUERTOS

“¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro?” (Salmos 89:48 NVI)

Quizá cada vez que vamos avanzando en años, la muerte se va haciendo más real en nuestras vidas. No es que los jóvenes sean inmunes a él, sino su autodescubrimiento no les deja tiempo de valorar la fragilidad de la vida, pero cuando los años van pasando y la muerte empieza a merodear sus existencias, comprenden lo que mi abuela siempre me repetía siendo yo un mozo, y que ahora lo entiendo perfectamente: “todos estamos en la fila de la muerte esperando nuestro turno, con la incertidumbre de no saber cuándo nos toca”.

Cada vez que me voy enterando que ya le tocó el turno a una persona que algún momento pasó por mi vida, vuelvo a preguntarme: ¿Cuándo será mi turno?, y me lleno de miedo. No es miedo a morir,  ya se de mi imposibilidad de escapar de la fila, sino tengo pavor de haber vivido en vano.

Tengo miedo de perder el tiempo, de perder oportunidades, de renunciar a mis más grandes o pequeños sueños, de parar y pensar que ya no hay nada que conquistar o descubrir.

Tengo miedo de no haber sido un buen líder para mi familia, y que en vez de llevarlos en las sendas del bien y hacia el cielo, haya sido objeto de tropiezo e incredulidad. Tengo miedo de que cuando levante mis ojos en las mansiones de luz, no encuentre a ninguno que los que compartieron mi hogar en la tierra o que Dios al evaluarme me cuestione: “¿qué haces solo acá?”. O, por el contrario, que mi familia estrene departamento de oro, y yo esté inerte hasta la segunda resurrección.

Tengo miedo, de haber sido un mal padre, que desaproveché el corto tiempo que la vida me regaló para abrazar y besar a mis hijos. Tengo miedo de haberles dado todo, menos lo más importante: valores, principios y fe. Tengo miedo, que haya criado personas que hagan más penoso este mundo, que hombres y mujeres que busquen salvar lo poco de amor, misericordia y servicio que todavía queda.

Tengo miedo de haber fallado a mi llamado, de haber sido solo un asalariado o un acomodado, que no haya sido un obrero aprobado y que no merezca el título de “buen siervo fiel…”. Que no merezca siquiera una esquinita estrecha en la mesa de plata de los salvos.

Tengo miedo, finalmente, que allí en mi lecho de agonía, segundos antes de mi partida o ese instante corto antes de decir “presente” cuando me llamen y me avisen que mi turno ha llegado, me venga a la mente esa frase vil, que hace extremamente doloroso los instantes previos a la muerte: “Que hubiera pasado si…”

Hay miedo, porque muy a parte de la esperanza bienaventurada de unas mansiones de oro y de una nueva tierra, este mundo, maltrecho y descolorido, nos ha dado las cosas más bonitas en el tiempo: familia y amigos que no queremos perder; vivencias y experiencias que no queremos olvidar; y la vida, que la hemos sentido en el viento, en el frío, en el calor y en tibieza de nuestra casa. Porque hasta la oscuridad y las estrellas fueron compañeras de lágrimas, desahogos y decisiones. Entonces, la tierra por más que ahora no sea nuestro hogar ideal no dejará de serlo o ¿dónde desciende la Nueva Jerusalén? Entonces al ser entes altamente emocionales y con sentimientos que afloran fácilmente, no queremos irnos de este mundo, mucho menos si somos conscientes que desperdiciamos el tiempo de vida que se nos concedió.

Frente a la vil muerte, al darnos cuenta de que gastamos minutos y horas inútilmente, quizá demasiado tarde, la muerte no solo acarrea dolor y lágrimas, sino algo más terrible: olvido, nadie se acordará de nosotros. Y sabremos si nos tocó esa suerte, si en la evaluación final, un poquito antes del último aliento, concluimos que no cumplimos ni supimos la misión por el cual habíamos nacido.

Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta sevillano, que nació en 1836, escribe una oda sobre la muerte, trágica e impactante. El poema trata del velorio y entierro de una jovencita, y en cada palabra se esconde más que la muerte, el dolor del olvido, con un estribillo punzante que hinca el corazón: “qué solo se quedan los muertos”. Lee estos fragmentos:

De la alta campana

la lengua de hierro

le dio volteando

su adiós lastimero.

El luto en las ropas,

amigos y deudos

cruzaron en fila

formando el cortejo.

Del último asilo,

oscuro y estrecho,

abrió la piqueta

el nicho a un extremo.

Allí la acostaron,

tapiáronle luego,

y con un saludo

despidióse el duelo.

La piqueta al hombro

el sepulturero,

cantando entre dientes,

se perdió a lo lejos.

La noche se entraba,

el sol se había puesto:

perdido en las sombras

yo pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!

Quiero vivir, aunque suene paradójico, más allá de la muerte, deseo que nunca me dejen solo. Lograré ese cometido, cuando segundos antes de dar el último respiro, esté convencido que hagan lo que hagan mis hijos, mis amigos y los que tuvieron contacto conmigo: nunca se olvidarán quien fui, que mi recuerdo, mis enseñanzas y mi ejemplo dejaron una marca indeleble e imborrable en sus vidas. Allí habré cumplido el consejo de Eric Butterworth: “No pases por la vida. Crece a lo largo de ella”. Porque si vivimos lo suficiente, seremos inmortales.

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, el salmista pregunta: “¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro?”, definitivamente nadie, pero si podemos escapar del olvido. Hay muertos que los dejan en un hueco frío y se quedan solos, pero hay otros que nunca los entierran, porque viven en nuestros recuerdos. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?////////////.

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NOTA: Esta reflexión lo escribí en memoria de Lita Taiña, compañera de estudios (11/01/ 1976- 03/04/2022).

UNA VIDA SALADA

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee” (Mateo 5:13 NVI)

Es definitivo que nuestro cuerpo necesita de la sal. Ésta es la fuente principal de sodio en nuestra dieta, y este componente químico es indispensable para muchas funciones del organismo. Las principales son: (1) el correcto funcionamiento de las células y (2) la regulación del equilibrio de fluidos, electrolitos y de la presión arterial.

No obstante, aunque el sodio es imprescindible para que el cuerpo funcione, ¿lo es la sal?

Está comprobado que la ingesta de sal de mesa aporta 90 % del sodio de nuestra dieta. En personas sanas, la OMS recomienda ingerir menos de 5 gramos de sal al día (lo que equivale aproximadamente a una cucharadita). Sin embargo, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, en España se consume una media de 9,8 gramos de sal diaria, casi el doble de lo que necesita el organismo. Deduzco que este mismo consumo se repite en otras latitudes del planeta.

El problema radica, en que este alto consumo de sal tiene repercusiones negativas en la salud. Por ejemplo, aumenta la tensión arterial a cualquier edad. Además, su exceso en la dieta implica mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer gástrico y accidentes cerebrovasculares, como el ictus.[1]

Entonces, lógicamente, podemos reducir el riesgo de estas enfermedades y equilibrar los niveles de presión arterial al reducir el consumo de sal en la dieta. Pero también es bueno conocer qué tipo de sal[2] tiene menos sodio. No obstante, cualquier exceso de sal es perjudicial para la salud. Por tanto, más importante que elegir el tipo de sal es controlar su cantidad. No por escoger una sal con menor contenido en sodio que otra podemos añadir mucha más cantidad en los platos.

Por otro lado, no solamente debemos cuidar el exceso de sal, sino detectar que otros alimentos son ricos en ella, y por lo tanto perjudiciales para la salud. De hecho, según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, más de 70% del sodio de nuestra dieta proviene del consumo de alimentos envasados y preparados. Por ejemplo, las salsas comerciales, como la salsa de soja, contienen mucha sal. También los concentrados para sopas, alimentos precocinados y las conservas. Por último, debemos evitar aquellos productos a los que se les añada como ingrediente el glutamato monosódico, un potenciador del sabor.

Sin embargo, muy a parte de los perjuicios que acarrea consumir mucha sal, ésta es necesaria en nuestra alimentación y para una buena nutrición. Con razón, Jesús, a sus seguidores los compara con la sal, que en el contexto bíblico es como un “emblema de incorrupción y símbolo de lealtad al Señor”.[3]

Asimismo, la comparación con la sal va en dos sentidos: (1) Somos sal para bendición, por lo tanto, necesarios para la gente que nos rodea, o (2) innecesarios si es para quebranto y deterioro.

En el sentido de bendición, la sal, que tiene gran propiedad de penetración y conservación, es un llamado al seguidor de Jesús, a corregir y a impedir la corrupción y la “putrefacción”, consecuencia de las acciones contrarias a los principios de la Biblia. Además, la sal, ingrediente de buen gusto, representa al creyente como un agente de influencia positiva para la gente que le rodea, ayudando a dar gusto y provocar agrado por una vida de justicia, paz y amor según los principios del evangelio.

En el contexto de los tiempos en los cuales Jesús vivía, cuando la parte de la sal recogida en el Mar Muerto perdía su sabor, la almacenaban en el templo de Jerusalén. Y cuando por causa de la lluvia los pisos de mármol del atrio del templo se volvían resbaladizos, se esparcía sobre ellos esa sal para contrarrestar el peligro de deslizamiento. De la misma forma, el “creyente salado”, evita y previene que otros seguidores de Cristo, resbalen hacia sendas del dolor y muerte.

Por otro lado, la sal se vuelve innecesaria cuando pierde su sabor y sus componentes que alteran la comida para hacerla apetitosa. Se dice que este mineral, al no ser bien conservada y quedarse expuesta al aire puede perder el sabor que lo hace peculiar, con lo que se torna inservible. Esta condición es una buena ilustración, para entender el sentido negativo de la sal. El cristiano puede dejar de ser salado y útil, cuando pierde sus propiedades elementales de conservación y gusto. Esto sucede cuando deja de cubrirse con los principios de la Biblia, y permite que su vida se mezcle con las prácticas y forma de vivir del mundo secular.

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, los tiempos son complicados. La gente anda nerviosa, con miedo y con poca esperanza. Poco a poco la incredulidad, la insensibilidad social y dolor se van apoderando de este mundo. Son en estos momentos que “los cristianos salados”, deben salir a impregnar el gusto por la fe en Jesús, su amor leal y su Palabra de vida. A la vez, que deberían ser agentes de conservación, resguardo y rescate, para muchos cristianos que dejaron de ser salados, y perdieron el sentido de su llamado. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?////////////.

Joe Saavedra

Ubícame en Twitter: https://twitter.com/joesaa o puedes escribirme a joe@poder1844.com


[1]https://www.healthline.com/nutrition/what-happens-if-you-eat-too-much-salt

[2]Los más conocidos son: (1) La sal refinada o común es la más utilizada. Está compuesta por cloruro sódico, entre 97 y 99%. Al estar tan refinada no contiene impurezas y es pobre en nutrientes. (2) La sal marina se extrae con la evaporación del agua del mar, no está refinada y posee más oligoelementos y minerales. Además, es rica en yodo, lo cual es positivo para el organismo. (3) La sal rosa del Himalaya también tiene menos sodio, pero contiene otros minerales como el magnesio y potasio. (4) La sal céltica o sal gris también es baja en sodio y rica en otros minerales. (5) La sal light o de bajo contenido en sodio, que contienen 50% menos de sodio. (6) La sal de potasio no tiene sodio (o en muy poca cantidad). Sin embargo, aunque este tipo parezca una solución al exceso de sal, su uso debe ser recetado por un facultativo médico. Solo debe usarse cuando se tienen ciertas enfermedades porque puede provocar un exceso de potasio en la dieta.

[3]Asdrúbal Rı́os, Comentario Bı́blico del Continente Nuevo: San Mateo (Miami, FL: Editorial Unilit, 1994), 70.

UN NUEVO ORDEN MUNDIAL

Se levantará nación contra nación, y reino contra reino… Todo esto será apenas el comienzo de los dolores” (Mateo 24:7,8 NVI)

Más allá de una guerra o de un país invadiendo otro, el aparente orden mundial al cual ya estábamos acostumbrados está en vilo. Si las cosas continúan así, un nuevo orden en la vivencia humana a nivel global se avecina, aunque no exento de mucho caos y dolor.

Cuando hablamos de un nuevo orden mundial, nos referimos a esas normas internacionales que son como las reglas de una casa o entre amigos: solo existen y son válidas en la medida que la gente las practica. Y la invasión de Rusia a Ucrania es una señal clara que esas normas ya están por desaparecer.

Sin embargo, este orden internacional ya estaba muy débil, y no había coherencia con lo que ahora se quiere denunciar. La guerra de Irak y otros tantos eventos en los cuales potencias occidentales cambiaron los gobiernos de otros países a la fuerza: Afganistán, o tantos en América Latina, son ejemplos de la debilidad de orden mundial que ahora está agonizando. Es decir, el hecho de que Occidente haya creado excepciones para sí mismo, pasando por alto reglas internacionales, era una clara señal del debilitamiento del orden entre las naciones, que hoy Rusia muestra que no respeta más, entonces es inevitable que las cosas van a cambiar a nivel mundial.

Volviendo al evento que hoy tiene asombrado al mundo, cuando los tanques y los misiles de Rusia cruzaron hacia suelo ucraniano, los principios del derecho y las relaciones internacionales que costaron dos guerras mundiales e innumerables vidas parecieron echados por tierra. La sorpresa es mayor, cuando nos percatamos que invadir a un vecino o tomar tierras por la fuerza, que fue una práctica a través de los siglos, se volvió casi imposible desde la segunda mitad del siglo XX. Sadam Hussein intentó volver a esa práctica, y fue derrotado.

Ahora la cosa es mucho más seria, Rusia no es Irak, es una potencia con un poderoso brazo armado que nadie quiere enfrentar, y si pensamos que las sanciones económicas y represalias occidentales pueden hacerla retroceder, nos equivocamos, porque el presidente de esa nación frente al accionar sancionador de occidente ha respondido tajantemente: «nos están declarando la guerra». ¿Entonces?, ¿qué viene, ¿China invadiendo Taiwán?, ¿el poderoso arrasando con el débil?, ¿una nueva guerra a nivel global?

Lo seguro es que nada volverá a ser lo mismo, un nuevo orden mundial se avecina. Y la Biblia ya lo había advertido. Cuando pensábamos que ese asunto de los conflictos entre naciones ya estaba controlado, y que las reglas mundiales de convivencia funcionaban de maravilla, nos damos cuenta de que no es la realidad: los tambores de guerra suenan cada vez más cerca de nuestros oídos, y de ninguna manera cesarán.

Ver como millones de personas se quedan sin hogar de la noche a la mañana y tienen que huir heridos en el cuerpo y en la mente, me recuerdan la profecía: “apenas el comienzo de los dolores” y me estremezco.

La palabra original griega que se traduce como “dolores” (ōdinōn),[1] lleva la idea de ese dolor que sienten las madres cuando están a punto de dar a luz, y no es cualquier dolor, sino pregúntale a tu mamá, y verás que te narra momentos de angustia intolerable.  La Biblia habla de ese dolor insoportable, que se inicia cuando las reglas de convivencia entre naciones no son respetadas, produciendo guerras y conflictos. ¿Qué viene? ¿una tercera guerra mundial?, ¿bombas nucleares arrasando con las ciudades?, ¿escasez de alimentos?, ¿encarecimiento de los servicios básicos de la población?, ¿migraciones obligadas de millones de personas?

Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, tú y yo somos testigos privilegiados del cumplimiento de las señales que determinan que esta Tierra está entrando en tiempos de caos y dolor, sin opción a escapar de ellos. ¿Qué hacer frente al cambio de las reglas mundiales y las posibles consecuencias globales que produzcan mucho dolor?

Tengo dos respuestas para esa pregunta. (1) Mateo 24: 13 dice: “… pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo”. La palabra “firme” en el idioma original, conlleva perseverancia, resistencia y paciencia. Es decir, no te salgas del camino de fe que estás andando, confía en que Dios proveerá lo que necesitas y que de ninguna manera un justo padece de hambre, y aún así sientas mucho dolor, espera en la providencia de Dios.

(2) Dice 2 Pedro 3:11 y 12: “Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios?”. Aunque el texto está demasiado claro, puedo resumirlo: “Camina bajo el paraguas de los principios bíblicos y prepara tu vida para encontrarte con Jesús”.

¿Qué piensas?, ¿Qué decides?/////////////.

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[1]Joseph Henry Thayer, A Greek-English lexicon of the New Testament: being Grimm’s Wilke’s Clavis Novi Testamenti (New York: Harper & Brothers., 1889), 679.

ALÍSTATE, NO LLEGUES TARDE

“Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! —suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!” “¡No, no las conozco!”, respondió él” (Mateo 25:11-12 NVI)

Estoy sentado en una sala de espera en el aeropuerto Benito Juarez de la Ciudad de México, esperando que pase la noche y las horas largas de la mañana para poder tomar un vuelo, que me lleve a mi destino. Esto sería tan normal, en mis experiencias viajeras, pero no lo es: perdí mi vuelo original por llegar tarde.

Seguro, alguno de ustedes que lee esto, estará moviendo la cabeza y pensando: “eso le pasa por ‘tardón’,[1] ¿acaso no sabe que para un vuelo internacional hay que estar unas tres horas antes?”. Y eso es la verdad, pero no llegué tarde por irresponsable (porque estuve 6 horas antes, puesto que solo hacía escala), sino quizá por distraído, confiado o por alguna situación que ahora no lo comprendo. No es la primera vez que tomo un vuelo con enlaces, aunque si es la primera, que con demasiada anticipación pierdo un vuelo.

En resumidas cuentas, muy aparte de encontrar la causa, explicación o justificación a mi tardanza, perdí mi vuelo, esa es una realidad irreversible. Lo impactante es, que cuando llegué al “counter” a preguntar las razones por la demora en el embarque, la respuesta fue: “ese vuelo ya partió, el avión está en el aire… Ud. lo ha perdido”. Esa frase sí que remueva la entrañas, te deja mudo unos instantes, sin reacción.

Me imagino a las 5 vírgenes buscando apresuradas el combustible para que sus lámparas provean de luz, mirando el reloj que les decía que el tiempo se agotaba, pero como andaban ocupadas y distraídas en otro asunto (el aceite), por más que corrieron para llegar a la fiesta, la puerta se cerró, y recibieron la respuesta: “ese vuelo ya partió, el avión está en el aire… ustedes han perdido el vuelo… ya no están en la lista, no las conozco”. Allí están las vírgenes con el estómago en la boca, mudas, paralizadas.

Esas vírgenes no llegaron tarde por irresponsables, porque estuvieron a la misma hora que las otras cinco vírgenes que si habían hecho provisión de aceite. Fueron puntuales, estaban esperando y hasta tenían las mismas inclinaciones y defectos de las cinco llamadas prudentes, porque, ellas solas no se quedaron dormidas por la espera, el sueño tomó cuenta de las diez muchachas.

Los 10 derechos que todo pasajero de avión debe conocer - TecnoHotel

Entonces, ¿dónde estuvo el problema?, ¿porqué tuvieron que pasar por la experiencia amarga del dolor en las entrañas y la pérdida “de su vuelo”? La explicación la extraemos de la respuesta que le dio uno de los ancianos a Juan, sobre las personas que estaban vestidos de blanco, que habían soportado las pruebas extremas al final de los tiempos, que no perdieron “el vuelo” y estaban de pie delante de Jesús, listos para recibir su recompensa: “Él me dijo: —Aquellos son los que están saliendo de la gran tribulación; han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero”.[2]

Mientras se acercan los eventos cruciales y finales, y la puerta de embarque al “vuelo de la salvación” se va abriendo, los seguidores de Jesús, representados en las 10 vírgenes, están en el mismo lugar, haciendo las mismas cosas, con las mismas oportunidades, y con el mismo tiempo, con la diferencia que: algunos van arreglando su vida cada día, valorando mañana y tarde su forma de vivir, evaluando sus acciones, alimentándose con la Palabra de Dios y tomando en serio los acontecimientos que con más descaro nos muestran que Cristo viene pronto, que el “vuelo está por partir”.

He experimentado la sensación de las 5 vírgenes, impotencia, miedo, coraje y pena. Escuché sin misericordia: “tu vuelo se ha ido… no te conozco”. Pero saben ¿cuál es la diferencia entre la experiencia de esas muchachas, que son una representación de la pérdida del “vuelo de la salvación” y mi vuelo?, es que lo perdí, pero muy a pesar de que este ha sido el viaje más caro que hice en mi vida, estoy esperando un nuevo vuelo, tengo una segunda oportunidad de aprender de mis errores y llegar a mi destino. Pero las 5 muchachas a las que le cerraron la puerta en la cara, y tuvieron que ver resignadas como el avión se iba sin ellas, no tuvieron una oportunidad más, no pudieron aprender de sus errores.

Mi apreciado(a) compañero(a), la puerta cósmica que da inicio al embarque para nuestro vuelo final se está abriendo, los acontecimientos que nos rodean lo anuncian y confirman. Es momento de arreglar nuestra vida cada día, valorar mañana y tarde nuestra forma de vivir, evaluando nuestras acciones, alimentarnos con la Palabra de Dios y tomar en serio los eventos mundiales de los cuales somos testigos. No perdamos ese vuelo, solo tenemos una oportunidad.

Podría seguir escribiendo y comentado más sobre el vuelo perdido de las 5 muchachas de la parábola de Mateo 25, pero me tengo que ir, he aprendido la lección, estoy muy atento porque no quiero perder otro vuelo más. Y me siento afortunado de tener una segunda oportunidad, que no debo ni puedo desaprovechar. ¿Qué hay de ti? ¿caminas hacia la puerta de embarque del “vuelo celestial”?, ¿estás mirando el reloj de los acontecimientos finales y estás preparando tu vida? ó ¿simplemente estas en otras cosas, ocupado(a) en situaciones que consideras de más valor? ¿piensas que tienes mucho más tiempo adelante para ocuparte de tu salvación y la forma en que vives? No hay una segunda oportunidad, o eres parte del vuelo de Jesús o escuchas: “El avión está en el aire… haz perdido tu vuelo… no te conozco”. ¿Qué piensas?, ¿Qué decides?./////////.

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[1]Término que utilizan en mi país para referirse a alguien que acostumbra a llegar tarde.

[2]Apocalipsis 7:14 NVI

QUE TE VAYA BIEN

“Solamente si te esfuerzas y eres valiente para obedecer al pie de la letra la ley que Moisés te dio triunfarás en todo lo que hagas” (Josué 1: 7 NBV)

3 formas de llamar al éxito a tu vida, por Daniel Colombo

No creo que exista un ser humano en sus cabales que emprenda una actividad para que le salga mal.  Dicho de otra manera, tú y yo queremos que las cosas nos salgan bien. A ese estado de satisfacción por un resultado favorable sobre algún asunto, lo catalogamos como éxito. Y todos queremos ser exitosos.

Hirotaka Takeuchi, Profesor de Prácticas Gerenciales de Harvard Business School (HBS), en EE.UU., e Ikujiro Nonaka, Profesor Emérito, Universidad Hitotsubashi, Japón, tienen algunos consejos útiles y prácticos para ser personas exitosas. Ellos mencionan 6 puntos:

1. Kata:

kata, en el contexto las escuelas de artes marciales, es una coreografía que se realiza en grupo o en solitario para memorizar y perfeccionar los movimientos que la componen. Recientemente la palabra se empezó a usar en otros entornos, como el de los artistas y los programadores informáticos, para referirse a ejercicios que se repiten en pos de la maestría.

La idea es crear una rutina de algo que necesitas constantemente en tu quehacer cotidiano para que los puedas hacer a la perfección casi sin pensarlo. Takeuchi sugiere usar la kata para mantener tus pensamientos y acciones sincronizados con tu misión, ya sea a nivel personal o en el contexto empresarial.

Un ejemplo famoso de kata son «Los 5 ¿Por qué?», creado por el fundador de Toyota en la década de 1930 que se sigue usando, no sólo en esa empresa automovilística: El método es tan sencillo como suena: cuando enfrentas un problema, debes preguntar por qué ocurrió. La respuesta te llevará a preguntar ¿por qué? nuevamente, y así sucesivamente, hasta que la naturaleza del problema y su solución sean claras (hazlo 5 veces).

2. Hazte las preguntas correctas:

Takeuchi y Nonaka, mencionan que el segundo punto es la necesidad de mantenerse fiel a tu misión, visión y valores. Y este asunto no es solo a nivel empresarial, la gente exitosa lo tiene a nivel personal.

QUÉ ES EL ÉXITO? – Sandra Navarro

Si no lo tienes, responde a estas tres preguntas fáciles. Te van a ayudar a enfocarte:

  • ¿Por qué nací? (misión)
  • ¿Qué tipo de futuro quiero crear? (visión)
  • ¿Qué valoro profundamente? (valores)

3. Considera ambos/y

Hay una tendencia, especialmente en Occidente, a pensar en las cosas en términos de «esto o lo otro», pero los problemas rara vez son tan claros. Esa tradición intelectual se refleja en los debates sobre el dualismo, como mente versus cuerpo, sujeto versus objeto, racionalidad versus empirismo, materialismo versus idealismo y mucho más.

Si en vez de pensar en «esto o lo otro» entrenamos la mente para pensar en «esto y lo otro, o ambos», el resultado puede ser una comprensión del mundo a través de una lente de unidad, en la que lo que es bueno para la persona también es bueno para la sociedad.

4. Leer para comprender:

La empatía es un ingrediente esencial para mantener relaciones saludables, ya sea con clientes, usuarios o una persona importante. Y un de las mejores maneras de «entrenar el músculo de la empatía» es leyendo (un libro, a las personas, lo que te rodea), pues leer te permite ponerte en el lugar de otra persona.

5. Aprende de los mejores:

Las historias se convierten en un prisma a través del cual viven los humanos. Y el poder de la retórica es algo que podemos aprender. Entonces la práctica de leer, ver o escuchar las historias o experiencias de la gente que ha triunfado en la vida, en base a esfuerzo, fe e inteligencia, será recompensada en la manera de vivir y actuar.

6. El aire libre:

El último de los consejos de Nonaka y Takeuchi es, básicamente, tener regularmente al cielo como techo. Para ellos, conectarnos con la naturaleza aumenta nuestra apreciación de la necesidad de vivir en armonía con ella. Y no sólo se refieren a paseos por los parques o campos, los mercados, plazas o donde haya gente transitando, sirve de mucho, porque allí es donde se observa la vida real.

Algo superior y básico

No hay duda de que estos consejos son útiles, aunque se sumen a las miles de páginas que se han escrito sobre el éxito y la realización personal. No obstante, existe un consejo superior y básico que no debe pasarse por alto: caminar de acuerdo con la agenda de Dios.

El líder hebreo Josué, fue advertido que la efectividad de cualquier cosa que emprendiera dependería de la clave siguiente: Cuidar de hacer conforme a toda la ley que su maestro Moisés le había enseñado. La palabra hebrea que se usa para “ley” es “tora” que “significa más que una legislación. Sugiere la idea de instrucción y dirección”.[1] Quiere decir que, si no aprendemos a caminar en la dirección que los principios bíblicos nos señalan, entonces corremos el riesgo de caminar tras sendas peligrosas y angustiosas, porque los caminos fuera de las fronteras que coloca la Biblia, pueden parecer rectos, pero son escabrosos y desviados, en dirección a un precipicio.[2]

Mi apreciado(a) amigo(a), deseo que te vaya bien en todo. Deseo éxito en tu trabajo, en tu vida familiar, en tus lazos sociales, en tu vida amorosa, en tu vida religiosa, en tus estudios, y en cada actividad que emprendas. Con seguridad los seis primeros consejos serán útiles, así como las recomendaciones y experiencias de otras personas. No obstante, si te olvidas de algún punto, no será tan preocupante si te olvidas de caminar bajo el paraguas de las enseñanzas bíblicas. Con él, ni la lluvia, granizos y truenos de acontecimientos, te van a hacer retroceder, ni el temor tomará tu vida, sino repetirás como el exitoso David: “Él es mi amoroso aliado y mi fortaleza, mi torre de seguridad y mi libertador, mi escudo y mi refugio. Él es quien pone los pueblos a mis pies”.[3] ¿Qué piensas?… ¿qué decides?////////////.

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[1]Chester O. Mulder, «El Libro de Josué», en Comentario Bíblico Beacon: Josué hasta Ester (Tomo 2), ed. W. T. Purkiser (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), 11.

[2]Proverbios 14:12 NBV

[3]Salmos 144:2 NBV

SUEÑO PROFUNDO

“En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado” (Salmos 4:8 NVI).

A principios de la década de 1990, el historiador Roger Ekirch atravesó la entrada arqueada de la Oficina de Registro Público de Londres, un imponente edificio gótico que albergó los Archivos Nacionales del Reino Unido desde 1838 hasta 2003.

Vidriera medieval de una iglesia que muestra a una pareja del Medievo durmiendo

Ekirch estaba preparando la escritura de un libro sobre la historia de la nocturnidad, y había estado revisando registros desde la Edad Media hasta la Revolución Industrial. Allí, entre las interminables filas de papeles de vitela y manuscritos antiguos, encontró testimonios de una práctica que parecía normal, pero era extraño: La noche de sueño dividida en dos.

En los meses siguientes, Ekirch revisó más archivos y encontró muchas más referencias de este misterioso fenómeno del sueño doble, o «sueño bifásico», como lo llamó más tarde.

El “sueño bifásico” del siglo XVII, constaba de dos partes:

  • Primer sueño: Desde las 21:00 hasta las 23:00.
  • Segundo sueño, “reloj” o sueño mañanero: Desde la 01:00 hasta el amanecer.

Entre ambos sueños había un “hueco libre”, que duraba normalmente un par de horas (23:00 hasta 01:00). En ese lapso, la gente hacía cualquier cosa, desde volver al trabajo de campo, vigilar a los animales, tareas domésticas, intimidad entre las parejas, realizar reuniones religiosas y hasta filosofar. Ese tiempo era valioso y muy aprovechado.

Cuando el historiador amplió su búsqueda para incluir bases de datos online de otros registros escritos, pronto quedó claro que el fenómeno estaba más generalizado y normalizado de lo que jamás hubiese imaginado. Por ejemplo, los primeros sueños se mencionan en una de las obras más famosas de la literatura medieval, «Los cuentos de Canterbury», de Geoffrey Chaucer (escrita entre 1387 y 1400).También están incluidos en Beware the Cat (1561), del poeta William Baldwin, la primera novela de la historia, sobre un hombre que aprende a entender el lenguaje de unos aterradores gatos sobrenaturales, en el “hueco libre”.

The Resurrection of Christ, by Giotto.

Ekirch también encontró referencias al sistema de dormir dos veces en cientos en cartas, diarios, libros médicos, escritos filosóficos, artículos periodísticos y obras de teatro. Asimismo, descubrió que el «sueño bifásico» no era exclusivo de Inglaterra: se practicaba ampliamente en todo el mundo preindustrial.

Este descubrimiento, llevó al historiador a descubrir también, que gran parte de la humanidad abandonó el sistema de dos sueños, a partir de principios del siglo XIX. La principal razón fue la Revolución Industrial.

La iluminación artificial se volvió más predominante y poderosa, y además de alterar los ritmos circadianos de las personas, permitió que se quedaran despiertas más tarde. Sin embargo, aunque la gente ya no se acostaba a las 21:00, tenían que despertarse a la misma hora de la mañana, por lo que su descanso se vio truncado. Ekirch cree que esto hizo que su sueño fuera más profundo, porque había cansancio y estaba comprimido.

Entonces, además de alterar los ritmos circadianos de la población, la iluminación artificial alargaba el primer sueño y acortaba el segundo. A finales del siglo XX, la división entre los dos sueños había desaparecido por completo: la Revolución Industrial no solo había cambiado nuestra tecnología, sino también nuestra biología.

Mi apreciado(a) amigo(a), quizás hoy la gente ya ni duerme. Las calles por las noches están llenas de sonámbulos y las casas de gente que no puede dormir. Cada año, los centros nocturnos obtienen más ganancias y las farmacéuticas facturan jugosas ganancias con sus pastillas que adormecen y hacen dormir.

Un amigo que sufría de trastornos del sueño me decía: “No puedo dormir, y si duermo tengo pesadillas, y quiero despertar. Si tomo algo para dormir, amanezco peor, como si me hubieran dado a palazos en todo el cuerpo. Cuando se acerca la noche empiezo a temblar”.

How to sleep better: for parents | Raising Children Network

No se cómo va tu experiencia con el sueño, pero algo quiero que lo tengas presente: una cosa es dormir, y otra descansar. El sueño saludable es aquel que te permite dormir con descanso. La prueba de eso es que te levantas renovado, agradecido y con ganas de correr de nuevo tras tus objetivos. Para lograrlo considera: comer saludablemente y muy poco por las noches, acostarse lejos de los aparatos electrónicos, mantenerse en movimiento durante el día, toma una ducha tibia, aprender a vivir un día tras otro y sobre todo, vivir bajo los principios de la Biblia y confiar en que Dios lo tiene todo bajo control. Cuando vives así, llega la noche y mientras vas cediendo al sueño reparador exclamas seguro: “En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, SEÑOR, me haces vivir confiado”. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?////////////////.

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