2024: EL PAICHE

“El ánimo del hombre puede sostener al enfermo, ¿pero quién puede levantar al abatido?” (Proverbios 18:14 NBV)[1]

El paiche o Arapaima gigas[2] es uno de los peces de agua dulce más grandes del mundo, alcanza hasta 4 metros de longitud y pesa 200 kg o más. Los ríos de la Amazonía peruana lo albergan, siendo oriundo y parte natural del ecosistema de esa zona. Los pescadores son beneficiados por la demanda que hay de su carne en los mercados peruanos. Sin embargo, se cree que el escape de unos ejemplares de una piscifactoría hizo que llegaran a los ríos de Bolivia, alterando peligrosamente el ecosistema de la Amazonía boliviana.

Se estima que cada año el paiche avanza unos 40 kilómetros en los ríos bolivianos, que por su tamaño y apetito lo convierten en una seria amenaza para las poblaciones de peces nativos. Al ser un pez territorial, se apodera de un cuerpo de agua y ahuyenta a las especies nativas. Ese es uno de los problemas graves. Las otras especies huyen del depredador y se adentran en otros cuerpos de agua mucho más lejanos, más remotos y de difícil acceso.

Se sabe que en todo el mundo la mayoría de las especies invasoras son perjudiciales para la naturaleza. Esas especies se consideran la segunda causa más importante de pérdida de biodiversidad después de la destrucción de hábitat. Los investigadores bolivianos sostienen que, en una o dos décadas, el paiche se va a extender a todas las áreas potenciales donde esta especie pueda vivir.

Así como ese gran pez puede ser capaz de arruinar y desequilibrar un ecosistema, el ser humano puede terminar en la ruina y con una vida desequilibrada, si no doblega y aleja el desánimo, que cómo un paiche voraz y agresivo puede alterar su presente y perturbar su futuro.

Ánimo versus desánimo

Para definir el término desánimo, el verso bíblico que encabeza esta reflexión, es propicio para ese fin: “El ánimo del hombre…”. La palabra original hebrea para “ánimo” es rûah, y tiene una gama amplia de significados,[3] pero en síntesis puede referirse al (1) viento, brisa, aire en movimiento, (2) aliento, respiración, soplo, (3) hálito de vida, espíritu como factor vital de todas las criaturas que respiran.[4] Sin embargo, el sentido básico de esa palabra te lleva al inicio mismo de la vida humana que narra Génesis 2: 7.[5] Dios “animó” al inerte cuerpo de barro del hombre con el “soplo de vida”, ese hálito de vitalidad, como una chispa de energía, puso en funcionamiento el insensible trozo muerto de barro. Le dio al cuerpo de barro un “corazón y espíritu”, convirtiéndolo en un ser vivo, integral y dinámico.

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Entonces, ánimo en el contexto anterior, apunta al “corazón y espíritu”,[6] es decir, es el funcionamiento sincrónico y equilibrado del aprendizaje de la vida diaria con las emociones y reacciones naturales frente a acontecimientos diarios, que hacen del ser humano, un ente dichoso que vive en paz. Asimismo, es la energía que mantiene vivo y en acción al hombre, es la fuerza y resiliencia para enfrentar óptimamente el peso de las dificultades que son opciones válidas en la experiencia humana. Es la “cualidad de poder actuar con valentía ante la oposición o bajo grandes dificultades; estar preparado para hacer cosas peligrosas o arriesgadas”.[7]

Pocas cosas ayudan a una persona como el ánimo. George M. Adams lo llamó “el oxígeno del alma”. El poeta y filósofo alemán Johann Wolfgang von Goethe escribió: “La corrección alcanza mucho, pero el ánimo después de la censura es el sol tras una llovizna”. Y William A. Ward reveló sus sentimientos al decir: “Adúleme, y es posible que no le crea. Critíqueme, y quizás no me caiga bien. Ignóreme, y a lo mejor no lo perdone. Anímeme, y no lo olvidaré”.[8]

Por eso, el desánimo, como un paiche, puede arrasar e invadir ferozmente el ecosistema equilibrado de una vida. En definitiva, el desánimo es lo contrario al ánimo, es la “energía de vida” que abandona el cuerpo, dejándolo en su estado primario: inerte, frío y cadavérico. Allí ese ser humano solo existe, no vive, es como un muerto que camina, no le avisaron de su deceso, y solo falta que lo entierren. Como decía el poeta Manuel González Prada: “Para verme con los muertos ya no voy al campo santo, busco plazas, no desiertos, para verme con los muertos. ¡Corazones hay tan yertos! ¡Almas hay que hieden tanto!…”

Sin embargo, el desánimo se puede entender mejor a través de ciertas características tanto físicas, mentales y espirituales: cansancio prolongado que no se recupera en las horas normales de sueño, apatía, descuido personal, vida desordenada y sin metas claras, sentido de infelicidad que surge de la pérdida de confianza en las propias habilidades, oscurecimiento de la visión y olvido de la misión, abandono del entusiasmo, desvalorizar las bendiciones materiales y espirituales que antes se disfrutaban, pocas ganas de orar, el estudio de la Biblia deja de ser prioritario y desgano cuando se trata de actividades de la iglesia.

Un ejemplo de una vida desanimada es el rey David, cuando en cierto momento de su vida, “el paiche” invadió su frágil ecosistema vivencial y arrasó con su paz y esperanza: “Y le digo a Dios, a mi Roca: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo? Mortal agonía me penetra hasta los huesos…” (Salmos 42:9–10).

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Expulsando “al paiche”

Una vida animada, debe ser tu principal deseo para empezar y enfrentar un nuevo año, porque un muerto no puede hacer nada. En la experiencia de David, que pasó por el valle del desánimo, podemos descubrir la llave que abre el remedio para ese estado. El capítulo 42 y 43 de Salmos una pregunta es recurrente en el contexto de una vida desanimada: ¿por qué? Esto nos dice, que la expulsión del desánimo empieza en descubrir sus causas. ¿De qué color y tamaño es mi “paiche”? ¿por qué estoy así?, ¿cuándo fue el momento que empecé a perder la energía? ¿tiene que ver con alguna experiencia o práctica? ¿tiene relación a algún sueño u objetivo personal? ¿cómo está mi relación con Dios? ¿estoy caminando bajo sus principios?

No te sorprenda que, si en las primeras horas del nuevo año te retiras a un lugar solitario, donde a solas con Dios puedes sincerarte y evaluar los 365 días que se fueron, descubrirás las causas de tu desánimo, entonces cobrará sentido el antídoto o remedio que necesitas. Y éste se basa en tres acciones que son reveladas en los dos capítulos mencionados:

  1. Piensa y ora: El desánimo es real, tienes derecho a sentirte débil y sin vida, porque eres un ser de carne y hueso. Pero el hecho que sea palpable no es, en última instancia, invencible para aquel cuya esperanza esté puesta en Dios. En las Escrituras, la esperanza no es como pensar: “Ojalá…” Es más bien confianza basada en las promesas de Dios; es la certeza de que llegaremos a experimentar bendiciones que aún no experimentamos. Esa certeza está basada en el hecho de que Él es “Salvador y Dios” (42:11)
  2. Retorna a la luz de Las Escrituras: Una vida desanimada, es una experiencia en oscuridad, como un túnel donde no se ve la luz de la salida. David, aun en medio de la penumbra del desánimo, es guardado de ser sobrecogido, y lo que le guarda es el conocimiento de Dios que ha recibido en el pasado a través de su Palabra. Aun cuando estaba en el punto más bajo, conocía a Dios como Salvador, Dios vivo, su Roca, y su Fortaleza. Con razón busca y pide: “Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas” (43:3) Y esa luz es La Palabra de Dios (119:105)
  3. Vuelve a ver: Vuelve a enfocar su vista. Mira dentro de ti mismo; mira a tu alrededor y atrévete a mirar hacia el futuro. Pero no permitas que sea el desánimo el que direccione tu mirada, porque solo mirarás hacia dentro, hacia abajo y hacia atrás. En cambio, cuando la Palabra de Dios enfoca tu mirada, lo harás hacia arriba, hacia fuera e ineludiblemente hacia adelante. El desánimo desfigura el verdadero futuro que Dios tiene planificado para ti, y te priva de las bendiciones que llevan tu nombre y apellido. En el mejor de los casos, el desánimo sólo te permite vislumbrar el futuro a la luz pálida del presente. Pero la Palabra de Dios nos anima a mirar el presente a la luz brillante del futuro. Por eso David, al tomar el antídoto para el desaliento, exclama seguro: “Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa” (Salmos 43:4)

2024

Puede ser hasta normal, que después de un año de pruebas, retos, tropiezos y conquistas, nos quedemos sin energía, sin vida, inertes y secos, desanimados. En ese estado, el desánimo arrasará con tus sueños, con la esperanza y la fe. Con razón el hijo de David, Salomón, asegura que una vida con ánimo trae sanidad en todos los aspectos de la existencia.

Mi compañero(a) de fe, empecemos un nuevo año con ánimo, recarga tu vida con la vitalidad de un reencuentro con Dios, a solas. Allí, en ese rincón silencioso de tu casa o en algún paraje calmado y solitario escucharás con total claridad: “¡Ten ánimo; Yo Soy, no temas!”.[9] ¿Qué piensas? ¿qué decides?////////////.

Ubícame en X (Twitter): https://twitter.com/joesaa o puedes escribirme a jsaavedra@adventista.es


[1]NBV (Nueva Biblia Viva). Aunque todos los textos bíblicos de este artículo se basan en la Nueva Versión Internacional (NVI), a menos que indique otra.

[2]Nombre científico.

[3]Moisés Chávez, Diccionario de hebreo bı́blico (El Paso, Tx: Editorial Mundo Hispano, 1992), 638.

[4]J. A. McGuire-Moushon, «Divine Beings», ed. Douglas Mangum et al., Lexham Theological Wordbook, Lexham Bible Reference Series (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014).

[5]Roland J. Lowther, «Spirit», ed. Douglas Mangum et al., Lexham Theological Wordbook, Lexham Bible Reference Series (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014).

[6]R. Colin Craston, «ALIENTO (ÁNIMO)», ed. Everett F. Harrison, Geoffrey W. Bromiley, y Carl F. H. Henry, Diccionario de Teología (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), 22.

[7]M. H. Manser, Diccionario de temas bíblicos, ed. Guillermo Powell (Bellingham, WA: Software Bíblico Logos, 2012).

[8]John C. Maxwell, Seamos Personas de Influencia (Thomas Nelson, Inc., 1998), 62–63.

[9]Mateo 14:27

VIVE BIEN

“No creas que eres tan sabio como para no tenerle miedo al mal. Honra al Señor y huye del mal, así llenarás tu cuerpo con salud y vigor” (Proverbios 10:7,8)

Fuiste a médico y todos los exámenes reportaron que todo está normal. Asimismo, comes una dieta balanceada, haces ejercicio y te aseguras de dormir lo suficiente. Sin embargo, cada día te sientes agotado, te la pasas tan exhausto cómo si hubieras gastado mucha energía y hasta te descubres desconcentrado, sin eficiencia, como si te faltara vigor.

El concepto de “vigor” en el contexto que estamos hablando, es la “fuerza o energía interior de un ser vivo”. Está relacionado a vitalidad, potencia y vivacidad.

Los expertos en salud integral mencionan que muy a pesar de que los reportes sobre tu estado físico estén dentro los parámetros normales y haces actividades preventivas para estar saludable, hay ciertos hábitos cotidianos que pueden estar drenando tu vigor sin que siquiera lo sospeches.

Entre esos saboteadores furtivos de energía hay viejos conocidos, como sentarse en mala posición, aplazar comidas o respirar incorrectamente. No obstante, hay otros muy incisivos que absorben energía y pasan desapercibidos. Leela R. Magavi, psiquiatra y directora médica regional de Community Psychiatry y MindPath Care Centers en California, menciona tres:

  • Las series de TV, películas y noticias

Ver series o películas es algo que hacemos para relajarnos, no obstante, como seres humanos, somos criaturas emocionales, y muchos somos empáticos y captamos los sentimientos de los personajes de los programas de televisión y las películas. Por lo tanto, pueden recordarnos experiencias dolorosas en nuestra vida, cualquier tipo de deficiencia, debilidad, pérdida o inseguridades, y todos eso puede provocar muchas emociones adjuntas, como tristeza, ansiedad, miedo, ira, que incluso si están en nuestro subconsciente, nos pueden afectar.

Entonces, cuando miras muchos de estos programas de televisión, incluso si no sientes que estás pensando abiertamente en ello, esos sentimientos estarán bajo la superficie. Mientras trabajas, mientras estás con tu familia, esa gran cantidad de emociones pueden inundarte y hacerte sentir agotado durante todo el día sin que te des cuenta.

Esto no significa que necesariamente ver algo en la televisión sea malo, pero la recomendación para combatir ese cansancio es, después de leer o ver algo, procesarlo, ya sea a través del journaling o escritura expresiva (escribir tus pensamientos y sentimientos para entenderlos más claramente), o hablando con un amigo o familiar. Eso permite que salgan las emociones, para no interiorizarlas y para que no consuman tu energía.

Pero, si no dispones de un tiempo para hacer el consejo anterior, hay otro método más expedito: simplemente haces un chequeo mental contigo mismo e identificas qué emoción me evocó este artículo o este programa de televisión que has visto.

  • Los deportes

Otro ejemplo de las cosas que entretienen y es un desagüe de energía, son los deportes.

España, es un país con fanáticos ávidos y absortos en el deporte. El sentir las derrotas y victorias como propias, sentir tristeza o euforia, resta energía. Es decir, cualquier extremo, cualquier emoción fuerte suele ser extenuante: en la felicidad intensa se pueden agotar muchos de los circuitos en el cerebro; la tristeza profunda, puede estar relacionada con la ansiedad, que sobrecarga la amígdala en el cerebro y te hace sentir muy cansado.

Puedes evitar esa pérdida insulsa de energía, siendo consciente de lo que estás sintiendo. Si estás muy emocionado, pregúntate: ¿necesito tomar un descanso, un refrigerio, una ducha rápida… qué debo hacer para calmarme en el momento? Y por supuesto, respira profundo, haz estiramientos y camina un poco.

  • Los planes

Nadie niega que planear es una manera de controlar la realidad, de organizar la vida, de derrotar el caos, de tomar el timón. Sin embargo, esta práctica que en teoría alivian el estrés, en realidad puede provocarlo. Es decir, la planificación es muy útil, hasta cierto punto.

Estar constantemente expuesto a un calendario lleno de obligaciones puede causar un aumento en la ansiedad y afectar negativamente la memoria y la velocidad de procesamiento. Algunas personas pasan tantas horas haciendo horarios y listas que no son capaces de vivir conscientemente y disfrutar de su vida. Siempre están preocupados porque se atrasaron en esto, no pudieron ponerse al día con lo otro, y realmente no sienten autocompasión y gratitud hacia ellos mismos por lo que lograron ese día.

Vivir bajo un horario opresor, puede causar muchos sentimientos de tristeza, desmoralización o fatiga.

Para evitar esa fuga insulsa de energía, se recomienda dedicar de 5 a 10 minutos solo a repasar y organizar tu agenda y luego, al final del día, incluso si no se alcanzaron, no dedicar demasiado tiempo a pensar en esos sino en los que sí se cumplieron. Asimismo, no es recomendable hacer planes con mucha antelación, porque la vida siempre está evolucionando y es importante ser flexible.

Lo correcto es planificar lo obligatorio -reuniones, citas, celebraciones familiares-, y dejar el resto del tiempo para crecer, disfrutar y valorar la vida.

Mi apreciado(a) compañero de fe, muy a parte de los tres hábitos que restan energía y quitan el vigor diario, existe un cuarto, más absorbente y debilitador,  que el autor de Proverbios lo llama, “vivir sin miedo al mal”. Esa vida no considera válidos los principios de la Biblia, por lo tanto, no vive en torno a ellas. Asimismo, no teme a Dios, y si lo hace es solamente en los momentos cuanto se siente oprimido o no tiene más alternativas.

Algunas características de una vida que no le tiene miedo al mal son: (1) Conciencia cauterizada, (2) insensibilidad al degradar o enfermar su cuerpo, (3) puede ofender o lastimar sin reproches a los que le rodean y (4) sus decisiones se basan en sus preferencias o gustos. En resumen, sabe el camino del mal, pero igual lo transita.

El consejo es oportuno en el versículo que encabeza esta reflexión: Honra al Señor y huye del mal, esto es, reconoce a Dios como el Dador de todo, abre la Biblia y vive de acuerdo con sus principios. Al estar bajo el manto protector de Dios, no solo vivirás seguro, sino llenarás tu cuerpo con salud y vigor. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?////////////.

Joe Saavedra

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BUEN CEREBRO, LARGA VIDA

“Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23 NVI)

Por el paso de los años y con seguridad por alguna lesión o accidente, el cerebro puede deteriorarse hasta extremos de inutilizar el cuerpo o hacer penosa la existencia. Sin embargo, como noticia esperanzadora, podemos afirmar que el mismo cerebro puede contrarrestar o alargar la lucidez mental a pesar del transcurrir de los años o compensar el daño de lesiones o accidentes cerebrovasculares. Lo puede hacer a través de un mecanismo llamado “reserva cognitiva”.

Harvard Health Publishing, la publicación de la Escuela de Medicina de Harvard en el artículo What is cognitive reserve?, define a la reserva cognitiva, como la capacidad de nuestro cerebro para improvisar y encontrar formas alternativas de hacer un trabajo. Porque el cerebro posee mecanismos de plasticidad, basados en factores genéticos, que permiten que haya una compensación cuando sufrimos, por ejemplo, una lesión o un traumatismo.

La reserva cognitiva, está más relacionada con la capacidad del cerebro para generar nuevas neuronas, con la fortaleza de la sinapsis, con «el hardware del cerebro», con su estructura. Sin embargo, ésta, se va acumulando a través de nuestras actividades diarias y tiene más que ver con la actividad cognitiva que se ha desarrollado desde que se nace. En otras palabras, la combinación de lo que tengas en tu reserva cerebral y en tu reserva cognitiva determinará cómo el cerebro se enfrentará a las lesiones o a las enfermedades neurodegenerativas.

Con razón, el sabio Salomón, cuando aconseja el cuidado del corazón, porque de él emana la vida, se está refiriendo al cerebro y a la reserva cognitiva. La palabra “corazón”, viene de la raíz hebrea lēb y apunta al centro vital y afectivo de la vida que es el cerebro. Entonces si tenemos una reserva cerebral y cognitiva significativa, podremos enfrentar cualquier deterioro o accidente neuronal, y también cualquier tentación certera que ataque nuestra fe y estilo de vida que le agrada a Dios.

No obstante, dos preguntas “caen de maduras”: (1) ¿cómo puedo crear esa reserva cognitiva que sea lo suficientemente grande y sólida, que pueda fortalecer las redes del cerebro para contrarrestar el deterioro cerebral por causa de la vejez o lesiones neurodegenerativas?, (2) ¿cómo puedo crear una poderosa reserva cognitiva que enfrente con éxito las tentaciones o la tendencia a vivir en contra de la voluntad de Dios?

La respuesta para estas dos preguntas está en mantener la mente activa. Específicamente para la primera pregunta, el Centro de Diagnóstico e Intervención Neurocognitiva de Barcelona, indica algunas prácticas para tener una mente activa, y por ende acumular más reserva cognitiva:

  • Leer, ya que estimula no sólo la atención y la concentración, sino la memoria y el lenguaje.
  • Aprender algo nuevo, pues al hacerlo no sólo hay un estímulo cognitivo y una adquisición de recursos y herramientas nuevas, «sino que de forma paralela genera nuevas conexiones sinápticas que favorecerán la plasticidad cerebral frente los cambios que se puedan dar en un futuro».
  • Llevar una vida social activa.
  • No dejar de jugar, ya sea juegos de mesa, completar crucigramas o las diferentes alternativas que se encuentran en internet. Lo clave es que «nos permiten trabajar capacidades como la organización, la planificación, toma de decisiones o la iniciativa, por ejemplo».
  • Cambiar rutinas. Aunque las rutinas le dan estabilidad a nuestra vida, «automatizar actividades disminuye la activación cerebral puesto que cuando repetimos tareas el aprendizaje disminuye y la activación cerebral cada vez es menor». Así que, en ocasiones, bien vale la pena romper algún hábito.

En relación con la segunda pregunta, la respuesta va también en el sentido de la primera, a saber:  

  • Leer y estudiar la Biblia todos los días, no solo estimula la atención, concentración, memoria y el aprendizaje de algo nuevo, sino aumenta nuestra reserva de fe y fortalece nuestra defensa contra las tentaciones de una vida pecaminosa.
  • Orar regularmente cada día, crea dependencia en Dios y fortalece nuestra confianza en Él.
  • Ir regularmente a la iglesia y participar de las actividades que ella ofrece, teje una red de apoyo espiritual, a la vez que permite llevar una vida social activa.
  • Enseñar las verdades bíblicas a otras personas, permite desarrollar empatía y amor cristiano por otros, a la vez que refuerza la cognición bíblica y también vida social activa.

Apreciado(a) compañero(a) de fe, los seguidores de Jesús no solo practican los consejos a la primera pregunta, sino les dan mucho énfasis a las recomendaciones de la segunda. Como la experiencia de un miembro de iglesia muy activo. En la semana no era raro encontrarlo trotando por las mañanas o manejando bicicleta por las tardes. Tampoco era extraño verlo entrando muy puntual al templo en los días de culto o enseñando la Biblia los sábados de tarde. Un día alguien le preguntó por el ritmo de vida que llevaba y él respondió esto: “En la semana cuido mi cuerpo para esta tierra, y en los días de culto en la iglesia y en mi rincón de meditación en mi casa, cuido mi cuerpo para la eternidad”.

Me gustaría que almacenes mucha reserva cognitiva que te haga vivir plenamente en esta tierra y te prepare para encontrarte con Jesús, y las mejores palabras que tengo para resumirte lo que escribí son estas: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”. ¿Qué piensas?… ¿qué decides?///////////.

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