“¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan” (Mateo 7:9–11 NVI).

Un repaso mundial por las diferentes culturas, nos revela que si bien la religión católica honra desde hace siglos a los padres el 19 de marzo, que es el día de San José (el padre de Jesús), y algunos países como España, Bolivia y Honduras siguen esa tradición, no se trata de una fecha extendida en todo el mundo. Porque, la mayoría de los países celebran el Día del Padre el tercer domingo de junio, y aunque suene paradójico, “la madre” de la celebración del Día del Padre en esa fecha, es una mujer. Su nombre es Sonora Smart Dodd, y lo propuso hace 110 años. Esta es su historia.
Sonora Smart nació el 18 de febrero de 1882 en Arkansas y a los 7 años se mudó con su familia a Spokane, en el norte del estado de Washington. Cuando tenía 16 años, y siendo la mayor de los hermanos, su madre, Ellen Victory Cheek-Billingsley, murió en el parto de su último hijo.
El padre de Sonora, William Smart (1842-1919), que era granjero y veterano de la Guerra Civil, quedó viudo con seis hijos para criar. Como la hija mayor de la familia, Sonora entendió la magnitud de los problemas que enfrentaba su padre y trató de cumplir el rol de cuidar de sus cinco hermanos menores. No obstante, aun con su ayuda, ella observó el trabajo y sacrificio de su padre para criar a sus hijos, y eso hizo que lo admirara y que no olvidara su coraje y devoción.

A finales de 1909, ya casada con John Dodd, de quien toma su segundo apellido, Sonora visitó el templo metodista Central United Methodist Church de Spokane. Durante el sermón del reverendo sobre el Día de la Madre, Sonora se inspiró y pensó que los padres también deberían tener un día para homenajearlos. Al año siguiente, Sonora presentó una petición a la Alianza Ministerial de Spokane sugiriendo que los padres fueran reconocidos durante los servicios religiosos del 5 de junio, que era el cumpleaños de su progenitor.
La solicitud fue aceptada, pero como no tenían mucho tiempo para preparar los sermones para ese día, se decidió que la celebración se haría el 19 de junio de 1910, el tercer domingo de junio de ese año. Ese día casi todas las iglesias de Spokane y alrededores ofrecieron sermones para homenajear a los padres. Y el alcalde de la ciudad y el gobernador del estado de Washington también proclamaron el Día del Padre.
La noticia sobre primer Día del Padre se publicó en siete diarios nacionales y Sonora Smart Dodd se convirtió casi en una celebridad. Comenzó a recibir un centenar de cartas al día de agradecimiento por sugerir el Día del Padre que respondía personalmente. En 1924, el presidente estadounidense Calvin Coolidge reconoció la celebración del Día del Padre (en 1972 el presidente Richard Nixon lo convirtió en ley) y recomendó que todos los estados hicieran lo mismo.[1] Y esa recomendación de celebrar el tercer domingo de junio es una idea que trascendió las fronteras estadounidenses, por eso ahora quizá estés pensado en tu padre o pasando un tiempo especial con él.

Pero quiero recordarte en esta fecha, que si tienes un padre adnegado que seguro admiras y valoras o tu historia es una caminata sin el ejemplo de un papá bueno, tienes otro Padre que se enorgullece que seas su hijo, por eso el apóstol Juan lo declara: “¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!”.[2] ¡Sí!, tú y yo somos hijos de Dios, por lo tanto somos príncipes y princesas del universo.
Y nuestro Padre, muy a pesar que muchos padres terrenales tienen alguna de sus características, no tiene comparación, porque aunque merezcamos una piedra o una culebra por nuestra forma de vivir y reaccionar, su perdón y paciencia es inmensurable, puesto que el amor que tiene por nosotros no hay forma de medirlo. Simplemente nos ama, y esta dispuesto a darnos otra oportunidad para encarrilarnos en el camino de paz y éxito para el cuál nacimos.
No obstante, su amor por más inmenso que sea, se limita frente a nuestra falta de confianza en él y nuestra decisión de vivir alejado de los principios de su Palabra. Hay tantas cosas que nuestro Padre quiere hacer por nosotros, pero nuestra libertad mal administrada, posterga sus abundantes bendiciones. Esto me recuerda una historia.
Cierto padre que por la maldad que impera en esta tierra tuvo que alejarse de su hijo pequeño y perder el rastro de él por muchos años. El tiempo pasó y este hombre enfermó. Pero con el deseo de cerrar ese capítulo doloroso de su vida y dejar la fortuna que había acumulado, decidió retornar después de casi 40 años a la ciudad donde dejó el último rastro de su hijo.
Al llegar a esa metrópoli y no sabiendo por donde empezar su búsqueda, se le ocurrió colocar un anuncio en primera plana y con grandes letras en el principal periódico de la ciudad: “Querido hijo, hace más de 40 años que no te veo, pero no he dejado de pensar en ti. No me encuentro bien, y antes de irme de este mundo, me gustaría verte y pedirte perdón si no hice las cosas bien. Se que te llamas Pedro, porque yo mismo te inscribí y te puse mi nombre. Si leíste este mensaje y quieres verme para reconciliarnos, te espero mañana al medio día en medio de la plaza principal”.
Al día siguiente, al medio día en aquella plaza, como 400 “Pedros” aparecieron para buscar el perdón, la paz y el abrazo.

Apreciado(a) compañero(a) de fe, todos somos hijos, y quizá este día estés pensado en el tuyo, y los recuerdos te produzcan alegría, orgullo o dolor. Pero, tómate un momento para homenajear y agradecer a nuestro Padre Celestial, por su amor, su cuidado y su sacrifico. Y si eres uno de los “pedros” que necesita de una reconciliación, “corre a la plaza, allí en el centro, tu Padre te está esperando para darte el mejor abrazo de amor, perdón y paz”.////////////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-53102384
[2]1 Juan 3:1 NVI
