“Proclamaré el nombre del SEÑOR. ¡Alaben la grandeza de nuestro Dios!” (Deuteronomio 32:3 NVI)
En la cima de una montaña, en medio de la ciudad de Cochabamba se encuentra una estatua gigantesca que es conocida como el Cristo de la Concordia. Esta “colosal estatua de Jesucristo”, “se encuentra sobre el cerro de San Pedro en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, a una altura de 265 m sobre la ciudad. La estatua mide 34,20 metros de altura, sobre un pedestal de 6,24 metros, con una altura total de 40,44. La estatua es ligeramente más grande que la estatua de Cristo Rey en Swiebodzin Polonia (si los dos metros de la corona no cuentan) y que la estatua de Cristo Redentor en Río de Janeiro, lo que la convierte en la estatua de Jesús más grande del mundo”,[1] además es la “estatua más grande de cualquier tipo del hemisferio sur”.[2]Se puede llegar al Cristo de la Concordia caminando por las gradas, que tiene 1.399 escalones, mediante un teleférico o movilidades de servicio público como taxis o autobuses.
Tuve la dicha de conocer esos lugares, porque la universidad donde hice el pre-grado quedaba en esa ciudad boliviana. Muchas veces subí por esas interminables gradas hasta la cima de montaña y con el Cristo de la Concordia a mi espalda, observaba la bonita ciudad cochabambina. Puedo dar fe que esa estatua es enorme, cuando uno llega frente a ella queda asombrado y hasta temeroso. Es tan grande que uno puede llegar a subir hasta los brazos de la estatua y observar la ciudad a través de unas pequeñas ventanitas que tiene por todo lado. Sin embargo, ni esa estatua inmensa, ni otras en el mundo, pueden siquiera intentar asemejarse a la grandeza de Dios. El primer versículo de la Biblia deja asentado la grandeza y poder incalculable de Dios: “Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra”,[3] porque Elohim (Dios), “denota la grandeza y supremacía ilimitadas de Dios”,[4] con razón el rey Salomón, con corazón humillado exclamó: “Pero ¿será posible que tú, Dios mío, habites en la tierra con la humanidad? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!”.[5] Su padre David, ya había exclamado admirado: “Grande es el SEÑOR, y digno de toda alabanza; su grandeza es insondable”,[6] “¡Qué grande eres, SEÑOR omnipotente! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios”,[7] y Job complementa: “Si de fuerza se trata, ¡él es más poderoso! Si es cuestión de juicio, ¿quién lo hará comparecer?”.[8] En resumen, la grandeza y poder de Dios no tiene comparación.
Sin embargo, son muchas las personas que no confían en su poder, ignoran su grandeza y viven vidas vacías y sin sentido. Tantas veces he escuchado la frase: “Nadie me puede ayudar, si Ud. supiera lo que hice me entendería”. Y han sido tantas veces también, que he repetido: “quizás no conozca tu problema, pero conozco un Dios inmenso que puede solucionarlo”.
Mi amigo (a) ¿Cuál es tu problema?, ¿piensas que nadie puede ayudarte?; ¿cuál es tu sueño?, ¿piensas que es tan grande que nunca lo alcanzarás? ¡Confía en Dios!, nada se compara con su poder, Él dice y así se hace. El Dios de la Biblia, es el Dios de los imposibles, ¿hay algo imposible para ti?… si lo hay, Dios ya tiene la solución, esta es la garantía “—Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, más para Dios todo es posible”.[9]
¿Porque no dejas que Jesús intervenga en tu vida y se encargue de tus imposibles?, hoy puedes ser testigo de la grandeza de Dios. ¡Pídele en oración que tome tu vida!
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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