“He sido íntegro ante él y me he abstenido de pecar” (2 Samuel 22:24 NVI)
Mientras repasaba estas palabras del rey David, otro personaje de la Biblia vino a mi mente. El primer versículo que narra su historia ya realza su forma de vivir y de ser: “En la región de Uz había un hombre recto e intachable, que temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job”.[1] Lo más sorprendente de la historia, y que afirma sin lugar a dudas que era un hombre correcto en todos los sentidos, son las palabras de Dios refiriéndose a él: “— ¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el SEÑOR—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal”.[2] A leer esto, no hay duda que Dios se goza con los hombres íntegros, intachables y que viven apartados del mal.
El diccionario de la lengua española define la palabra “integridad” como: “Entero, completo, que no falta ninguna de sus partes. Que no está dividido interiormente. De una perfecta probidad, incorruptible”. Conformidad con un patrón de medida, totalidad, férrea adhesión a un código establecido de conducta, son ideas que están contenidas en integridad. Además, algunos sinónimos pueden ser, fibra moral, sinceridad, honestidad, digno de confianza, fidelidad.
La palabra hebrea de integridad es “tamiym”, que se traduce en primeros términos cómo “entero, completo” (Jos. 10:13; Lev. 25:30), además puede significar también, “íntegro, intacto (Eze. 15:5). 3), “perfecto, incuestionable” (2 Sam. 22:31), “sin defecto (Exo. 12:5)”.[3] Asimismo, en el idioma griego su par puede ser “holoklēria”, que significa “integridad”, “condición de completo”, ”salud integral”, “estado de plenitud” (Hech. 3.6).[4] Todos estos significados, al aplicarlos a una persona, da la idea clara, de uno intachable, correcto en todos los sentidos, que “que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos”.[5]
Entonces, cuando “aplicamos integridad a nuestra relación con Dios y a su servicio, enfatizamos que no debe haber diferencias entre lo que somos, nuestra palabra y nuestra conducta; que nos hemos conformado plenamente a la norma establecida; que no existen disonancias; que no es un rol en que se actúa ni algo momentáneo. Por el contrario; es un estilo de vida, una forma genuina de ser”.[6] Un cristiano integro, lo es cuando se levanta, cuando sale al trabajo, cuando juega, cuando ama, cuando está solo, cuando está con los amigos, en la iglesia, en la calle, en el auto, es decir vive y respira integridad.
Volviendo al David, después de haber entendido que Dios se regocija con sus hijos íntegros, en el Salmo 101:2, escribe su determinación de vivir en integridad, con un corazón irreprensible delante de Dios. Su estilo de vida íntegro comenzaría en la privacidad de su casa, luego en cada rincón donde el estuviese. Con razón no son extrañas las afirmaciones que el hace en el salmo 26: “Hazme justicia, SEÑOR, pues he llevado una vida intachable; ¡en el SEÑOR confío sin titubear! Examíname, SEÑOR; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón. Tu gran amor lo tengo presente, y siempre ando en tu verdad… Yo, en cambio, llevo una vida intachable; líbrame y compadécete de mí. Tengo los pies en terreno firme, y en la gran asamblea bendeciré al SEÑOR”.[7]
Mi amigo, te invito vivir una vida íntegra, intachable delante de Dios y de los que te rodean. Qué bendición sería oír que alguien diga de ti: “ahí va un hombre (mujer) correcto (a) en todos los sentidos, es digno (a) de imitar”. Y quizás, antes que salga esa afirmación de la boca de humanos, de la boca de Dios estas palabras ya habrán retumbado en las bóvedas celestes: “No hay en la tierra nadie como él (ella); es un hombre (mujer) recto (a) e intachable, que me honra y vive apartado del mal”.
Que nada, ni nadie re robe el privilegio de ser un hijo reconocido por Dios, mantente firme y “de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos”.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
[1] Job 1:1 NVI
[2] Job 1:8 NVI
[3] Francis Brown, Samuel Rolles Driver and Charles Augustus Briggs, Enhanced Brown-Driver-Briggs Hebrew And English Lexicon, electronic ed. (Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, 2000), 1071.
[4] James Swanson, Dictionary Of Biblical Languages With Semantic Domains: Greek (New Testament), electronic ed. (Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc., 1997).
[5] Elena de White, La Educación, 53-54
[6] Jorge Oscar Sánchez, El Líder Del Siglo XXI (Miami, Florida, 2001), 76.
[7] Salmos 26:1-12 NVI