MANTÉNGANSE FIRMES

Pero ustedes, ¡manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!” (2 Crónicas h 15:7 NVI)

escalada1Esta parte de la historia de los reyes de Israel, cuenta que el rey “Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David, y su hijo Asá lo sucedió en el trono. Durante su reinado, el país disfrutó de diez años de paz. Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el SEÑOR su Dios”.[1] Su reinado tuvo un tiempo de paz, en contraste a varios reyes que le precedieron y le sucedieron que hicieron lo malo delante de Dios, porque Él se atrevió a hacer lo que era bueno y agradable al SEÑOR, le obedeció en todo, por eso “se deshizo de los altares y santuarios paganos, destrozó las piedras sagradas, y derribó las imágenes de la diosa Aserá. Además, ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y que obedecieran su ley y sus mandamientos”.[2] El rey Asá aprendió que “si el SEÑOR no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles, si el SEÑOR no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes”,[3]  porque la pequeña “gran diferencia” de un hijo de Dios que desea vivir en paz, es estar a cuenta con Dios antes que emprender cualquier empresa.

En esa condición espiritual, Asá buscó la prosperidad de su pueblo, en medio de ese esfuerzo, comenzó a tener problemas, y el que le causó la mayor angustia fue Zera el rey etíope. Este gobernante cusita, “marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra, y llegó hasta Maresá”.[4] Asá estaba en problemas, a su mente vino el recuerdo del profeta Semaías que se presentó ante Roboán y los jefes de Judá que por miedo a Sisac se habían reunido en Jerusalén, y les dio un recado de parte de Jehová: “Como ustedes me abandonaron, ahora yo también los abandono, para que caigan en manos de Sisac”.[5] El rey de Judá, estaba en paz con Dios, tenía las cosas en orden con su Salvador, por eso salió seguro a enfrentar a Zera y su millón de soldados, porque sea cual fuere el resultado, él había hecho lo correcto. La historia bíblica cuenta que “Asá le salió al encuentro en el valle de Sefata, y tomó posiciones cerca de Maresá. Allí Asá invocó al SEÑOR su Dios y le dijo: «SEÑOR, sólo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, SEÑOR y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!»”.[6]

El resultado fue asombroso, porque “El SEÑOR derrotó a los cusitas cuando éstos lucharon contra Asá y Judá. Los cusitas huyeron, pero Asá y su ejército los persiguieron hasta Guerar. Allí cayeron los cusitas, y ni uno de ellos quedó con vida, porque el SEÑOR y su ejército los aniquilaron”.[7] Dios no abandona jamás al hijo que hace su voluntad, la respuesta divina llega en el momento oportuno. Sin embargo, el capítulo 15 de 2 Crónicas, cuenta que Dios le recordó a Asá que no debía “dormirse en sus laureles”, ni bajar la guardia en su dependencia y obediencia a Dios. Cuando el ejército judío, regresaban jubilosos para disfrutar su éxito, “es enviado un profeta a Asá y a su ejército, cuando volvían de la guerra victoriosos, no para felicitarles por su éxito, sino para exhortarles a cumplir con su deber; éste es el cometido de los ministros de Dios. Vino el Espíritu de Dios sobre el profeta (v. 1) tanto para ordenarle lo que había de decir, como para capacitarle a fin de que lo dijera con claridad y denuedo”.[8] orando en EE_EE

¿Y que debía decir el profeta con claridad y denuedo? Por lo menos tres puntos importantes: “El SEÑOR estará con ustedes, (1) siempre y cuando ustedes estén con él. (2) Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero (3) si lo abandonan, él los abandonará”.[9] Es decir “les dijo claramente en qué términos estaban con Dios. Que no piensen que, por haber obtenido la victoria, todo estaba bien para siempre. Constantemente han de obrar bien, para que les vaya bien siempre, no de otra manera”.[10] Pero la cosa no quedó allí, el profeta siguió exhortando a Asá y le expone “las consecuencias de abandonar a Dios y sus ordenanzas y que no hay otro modo de prevenir las desgracias, sino arrepintiéndose y volviéndose a Dios. Cuando Israel faltó a su deber, se vieron inundados por un diluvio de ateísmo, impiedad, irreligión y toda clase de irregularidades (v. 3), y continuamente perturbados con guerras y conflictos internos (vv. 5, 6). Pero cuando las calamidades les llevaron a Dios, vieron que no era en vano el buscarle (v. 4)”.[11] El rey de Judá y los líderes de Judá aprendieron que el futuro está seguro, si se mantenían firmes en el presente, porque el profeta terminó su mensaje llamándolos a continuar con la obra de reforma que habían iniciado: “Pero ustedes, ¡manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!”.

“Asa recibió el mensaje con una actitud positiva y dirigió a su pueblo en reformas religiosas. Prometieron buscar a Jehová de todo su corazón y todos cumplieron. Por lo tanto, hallaron y recibieron Su bendición, paz y prosperidad”,[12] con razón la historia cuenta que “Cuando Asá oyó este mensaje del profeta Azarías hijo de Oded, se animó a eliminar los detestables ídolos que había en todo el territorio de Judá y Benjamín, y en las ciudades que había conquistado en los montes de Efraín. Además, restauró el altar del SEÑOR que estaba frente al atrio del templo del SEÑOR. Después convocó a los habitantes de Judá y de Benjamín, como también a los de Efraín, Manasés y Simeón que vivían entre ellos… Luego hicieron un pacto, mediante el cual se comprometieron a buscar de todo corazón y con toda el alma al SEÑOR, Dios de sus antepasados”.[13]

De la misma manera, nosotros también, podemos tener la seguridad de un futuro exitoso en todos los aspectos, si hoy nos mantenemos firmes, si no descuidamos las fronteras de nuestra vida espiritual, para vigilar que ninguna obra que desagrade al Señor se infiltre en nuestros pensamientos y acciones. Mi amigo (a), sigamos en la lucha diaria por agradar al Señor y despreciar las obras del orgullo, la intemperancia y la inactividad espiritual. guerrero_luz2

Hoy debemos tomar la decisión de continuar firmes, de no bajar la guardia frente al pecado, como el rey Asá que obedeció, no bajó la guardia, no se quedó dormido en su puesto de vigilancia, continuó con la obra de reforma que había iniciado, e involucró a todo su pueblo.  Además, tengamos en cuenta que todo esfuerzo trae recompensa, total ¿acaso no dice Jesús, que “él que se mantenga firme hasta el fin será salvo”?[14]

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] 2 Crónicas 14:1-2 NVI

[2]  2 Crónicas14:3-4 NVI

[3] Salmos 127:1 NVI

[4] 2 Crónicas 14:9 NVI

[5] 2 Crónicas 12:5 NVI

[6] 2 Crónicas 14:10,11 NVI

[7] 2 Crónicas 14:12,13 NVI

[8] Matthew Henry and Francisco Lacueva, Comentario Bíblico de Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 454.

[9] 2 Crónicas 15:2 NVI

[10] Matthew Henry and Francisco Lacueva

[11] Ibid.

[12] Rafael Porter, Estudios Bíblicos ELA: Fidelidad Probada (1 y 2 Crónicas) (Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1988), 86.

[13] 2 Crónicas 15:8-12 NVI

[14] Mateo 24:13 NVI