BRILLA EN MÍ

“Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el SEÑOR, de su rostro salía un haz de luz” (Éxodo 34:29 NVI)

Hay un principio de vida que dice lo siguiente: “el medio que nos rodea influye de alguna manera en la forma en que vivimos”. Muchos de los comportamientos, aptitudes y reacciones de una persona, tienen que ver con la influencia de agentes externos. Los agentes externos pueden ser los medios de comunicación, el vecindario, la iglesia, el mismo ser humano y toda situación a la cual la persona tiene contacto. La influencia de inevitable.

La misma palabra “influencia” tiene que ver con la habilidad que tiene un agente externo de ejercer poder (en cualquiera de sus formas) sobre alguien, en forma individual o grupal. Específicamente entre personas, “la influencia se presenta en las interrelaciones de agentes humanos y se muestra claramente en los cambios de actitud que presenta un determinado grupo de personas a las cuales va dirigida, teniendo en cuenta el grado de los cambios determinando así el grado de influencia ejercida”.[1]

Entonces, actuamos a la medida del agente externo con quién nos relacionamos. Nadie puede estar inmune a la influencia que ejerce el medio que frecuenta. Inclusive nosotros podemos ser  una influencia negativa o positiva para las personas que nos frecuentan.

Por todo esto, cada uno de nosotros debería buscar a propósito la influencia de Dios en nuestras vidas, esa es la mejor influencia que podemos obtener. Cómo la experiencia de Moisés, él hablaba cara a cara con Dios, se gozaba de subir el monte y estar en su presencia constantemente. Inevitablemente, Moisés era influenciado por la presencia divina y eso se notaba hasta en su rostro porque dice las Escrituras que “por haberle hablado el SEÑOR, de su rostro salía un haz de luz”. Los hebreos podían percibir claramente la influencia de Dios en la vida de Moisés, la luz que irradiaba su rostro lo ponía al descubierto, tanto así que el líder de los israelitas debía cubrir su rostro porque “al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele”.[2]

Mi amigo (a), ¿qué agente externo tiene la mayor influencia en tu vida?, ¿a quién frecuentas más cada día?, recuerda que es inevitable que el medio que nos rodea y que frecuentamos ejerce influencia en nuestra forma de vivir y actuar. ¿Por qué no elijes que la mayor fuente de influencia sea la presencia de Dios en tu vida?, tu rostro puede resplandecer con la luz de su presencia, de tal forma que todos los que te rodean puedan ver en ti  el poder, la misericordia y el amor de Dios. Hoy puedes tomar la decisión de pasar más tiempo con Dios, y dejar de ser influenciado por agentes externos que te están llevando a la ruina. Y por otro lado, la decisión que permanecer cerca de Dios, hará que te conviertas en influencia positiva y salvífica para los demás.

“Cada acto de nuestra vida afecta a otros para bien o mal. Nuestra influencia tiende a elevar o a degradar; es sentida por otros, hace que los demás obren impulsados por ella y en un grado mayor o menor es reproducida por otros. Si mediante nuestro ejemplo ayudamos a otros a desarrollar buenos principios, les damos poder para el bien. A su vez ellos ejercen la misma influencia benéfica sobre otras personas y en esa forma cientos y miles son afectados por nuestra influencia inconsciente. Si por medio de nuestros actos fortalecemos o estimulamos los poderes malignos poseídos por los que nos rodean, compartimos su pecado y tendremos que rendir cuenta por el bien que habríamos podido hacerles y no les hicimos, por no convertir a Dios en nuestra fortaleza, nuestro guía y consejero”.[3]

¡Yo decido pasar más tiempo con Jesús!,  ¿y tú?

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Influencia

[2] Éxodo 34:30 NVI

[3] Testimonies for the Church, tomo 2, pág. 133

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