BAJO SU VOLUNTAD
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos” (Salmos 143:10 NVI)
David había aprendido a confiar en Dios y depender de su voluntad. Para llegar al nivel de dependencia total a Dios, tuvo que pasar por pruebas duras y angustiosos obstáculos, donde muchas veces se dejó llevar por la voluntad de Dios, y en otras se olvidó de Él, teniendo que pagar un alto precio por esas decisiones. Por eso, después de muchos desaciertos, por dejar a un lado a Dios, y comprobar en otras que solo de su Mano se logran victorias, el rey David suplicaba cada día: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos”. Pero, ¿cómo hizo David para vivir bajo la voluntad de Dios? La reflexión de hoy tiene el propósito de repasar algunas acciones que nos aseguren que vamos de la mano de Dios. Sin embargo, primero debemos entender que es “voluntad”, y que significa vivir bajo su voluntad.
El término «voluntad» puede definirse como “la facultad espiritual por la que el ser humano puede tender a los valores conocidos por la inteligencia y tomar decisiones acerca de lo que se debe hacer u omitir. En su aspecto ejecutivo, es el poder de llevar a cabo lo que se desea hacer”.[1] Esta palabra se traduce “del hebreo ratson y de dos grupos de palabras griegas, las relacionadas con boule y thelema. Sirven de ilustración a estas palabras los siguientes pasajes: «Y hacía conforme a su voluntad [ratson] y se engrandecía» (Dn 8:4). «[José de Arimatea] … no había consentido en el acuerdo [voluntad – boule] ni en los hechos de ellos» (Lc 23:51). «Testificando Dios juntamente con ellos con señales y prodigios y repartimiento del Espíritu Santo según su voluntad [thelesis] » (Heb 2:4)”,[2] es decir esta palabra se refiere “al ser no material en sus aspectos y actividades volitivas,[3] ejerciendo esfuerzo y haciendo decisiones”.[4] Asimismo, el libro Testimonios, dice que “la voluntad es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre, colocando a todas las otras facultades bajo su dominio. La voluntad no es el gusto ni la inclinación, sino el poder de decidir, que obra en los hijos de los hombres para obedecer a Dios o para desobedecerle”.[5] Entonces, colocarse bajo la voluntad de Dios es dejar que Él gobierne sobre las decisiones, que controle nuestra inteligencia imperfecta, que lo lleve a una fidelidad genuina.
Y para llegar a ese estado de vida espiritual, debemos diferenciar dos cosas: “La primera es la voluntad clara de Dios que da a todos, lo que algunos llaman la “voluntad universal” de Dios. La segunda es la voluntad de Dios para cada individuo, su “voluntad específica”.[6]”La voluntad universal de Dios es el plan que es imposible ignorar, que no tiene excepciones, que no admite excusas, para todas las personas. Es lo que aprendemos de los mandatos y principios claros de Dios en la Biblia. Sabemos, por ejemplo, que Dios quiere que todos aceptemos a Cristo como nuestro Salvador, que obedezcamos a nuestros padres, que dediquemos tiempo a la Biblia y a la oración. Si estamos ignorando la voluntad de Dios con respecto a las decisiones importantes de la vida, no vale la pena buscar lo que quiere con respecto a los detalles de la vida. Cuando hemos determinado obedecer los mandatos de Dios para todos, estamos en la posición correcta para encontrar la voluntad de Dios para nuestro futuro”.[7] Es decir, no podemos ignorar la voluntad universal de Dios y tener clara su voluntad específica.
Por eso, colocarse bajo la voluntad de Dios, es vivir bajo sus designios y mandamientos, presentados claramente en las Escrituras, y cuando con súplicas le pedimos que su voluntad traspase la nuestra. Cuando una persona vive en comunión, esto es, estudio de la Biblia y oración constante, el Espíritu de Dios toma las cosas de Dios y las impresiona sobre el alma.
Mi amigo (a) ¡sometámonos a la voluntad de Dios!, ¡vivamos en comunión constante con la fuente de poder!, ¡gocemos de las victorias que vienen de estar tomados de su Mano! No olvidemos que “Satanás está tratando de imbuir con su espíritu a cada alma que no está conectada con Cristo, y cada alma que rehusa relacionarse con Jesucristo será puesta en conexión con el enemigo de Cristo. Hay hilos de influencia que salen de esas almas para atar y atraer a otras almas. . . a senderos falsos. . . Este peligro es común a todos. Serás tentado a seguir tu propio camino y a hacer tu voluntad, desobedeciendo la voluntad de Dios. . . No dejes que nada te aparte de la obra de edificar el carácter, sino haz tu trabajo para el tiempo y la eternidad. . . Vive una vida consecuente y moldea tu carácter según el divino Modelo. Si vives descuidadamente y no velas en oración, seguramente caerás presa del enemigo y cederás a la seducción del pecado; así pondrás en el fundamento madera, heno y hojarasca que serán consumidos en el último gran día”.[8]
Este momento es oportuno para comenzar nuestra comunión con el Señor. Busquemos un lugar adecuado y pidamos vivir bajo su voluntad.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
[1] Francisco Lacueva, Diccionario Teológico Ilustrado, 1. ed. española. (Tarrasa, Barcelona: Clie, 2001), 601.
[2] J. Oliver Buswell, Jr., Teología Sistemática, Tomo 2, El Hombre y su vida de pecador (Miami, Florida: LOGOI, Inc., 1980), 228.
[3] La palabra volitivo proviene del latín y su traducción está directamente relacionada con el verbo “querer”. La Real Academia Española (RAE) afirma que volitivo es aquello relacionado con los actos y fenómenos de la voluntad. Una conducta volitiva refleja la concreción de los pensamientos de una persona en actos. De esta manera, supone la libre elección de seguir o rechazar una inclinación, en una decisión donde interviene la inteligencia.
[4] Ibid.
[5] Testimonies, tomo 5, pág. 513
[6] Josh McDowell and Kevin Johnson, Devocionales para la Familia (El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, 2005).
[7] Ibid.
[8] Elena de White, Carta 71, 1893.