APROBADO POR DIOS (Lunes 24 de octubre de 2011)

“¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10 NVI)

Existe la tendencia de redondear un poco la arista de la verdad, con tal de no perder el favor de una persona importante o poderosa. Esta inclinación e se hace evidente entre los ámbitos donde existe una relación de liderazgo, cómo organismos empresariales, gubernamentales, educativos, y también eclesiásticos. ¡Cuántos han ahogado sus convicciones, temiendo la pérdida de dinero o posición!

Pablo era consciente de la existencia de cristianos que prefieren poner a salvo sus intereses personales a costa de la verdad y justicia, y a ellos les recuerda su posición: “Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”, porque él sabía que “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”,[1] y eso no es negociable, ni circunstancial. La verdad por delante, pase lo que pase, y esto a veces es sumamente difícil.

Por otro lado, enfrentar la mentira y la injusticia, no conlleva que seamos duros, descorteces o que ofendamos voluntariamente a alguno. Porque si Dios es bondadoso con todos, incluso con el ingrato y pecador, deberíamos seguir ese ejemplo. Porque lo que de impulsarnos a decir la verdad o desenmascarar el pecado es el espíritu de ganar un alma para el reino de los cielos.

Mi amigo(a), caminemos en la vida cristiana con el deseo de agradar a Dios y recibir su aprobación, porque un siervo de Cristo se caracteriza por su fidelidad sin condiciones. Muchas veces ser leal a Dios, dejando a un lado intereses propios es difícil, pero a pesar de las consecuencias  temporales que podemos cosechar, el Dios justo jamás no dejará con las manos vacías. La iglesia estará  lista para encontrarse con su Salvador cuando la verdad y la justicia no sean  negociables. Elena de White escribió que: “La mayor  necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres  que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no  teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea  tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de  la justicia aunque se desplomen los cielos”.[2]

¡La verdad y la justicia… aunque se desplomen los  cielos!… Que tengas un buen día…

Pr. Joe Saavedra

Desde mi rincón de poder y un poquito  antes del retorno de Cristo…

Ubícame en mi página web: www.poder1844.org


[1]  Hechos 5:29 NVI

[2] La  Educación, 53,54

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