APRENDAMOS A AMAR (viernes 30 de marzo de 2012)
“Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto” (1Juan 4:20 NVI)
El libro de primera de Juan, contiene muchas afirmaciones sobre el amor, específicamente el amor hacia las personas más cercanas, y en general con todos a aquellos que nos relacionamos. Cómo ejemplos podemos resaltar los versos 2: 9 – 11; 3:10, 14,15, 17 – 19, y sobre estos resalta el capítulo 4, que podría ser considerado el capítulo del amor por encima de 1 Corintios 13, pues emplea veintiún veces la palabra “amor”, frente a los ocho de Corintios. Una muestra del capítulo cuatro, es este verso que todo cristiano lleva en los labios: “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”.[1] Entonces, primera de Juan tiene como tema principal el amor a los seres que nos rodean, tratarlos con aprecio y cariño, y estar atentos a sus necesidades. Solamente una persona sensible al amor puede manifestarla.
Sin embargo, todo estaría bien, sino fuera que el autor de ese libro se llamaba el “hijo del trueno”. Ese apelativo, no llegó gratis, probablemente Juan se lo ganó merecidamente. Quizás fue un “cabeza caliente”, una persona reactiva y listo para agredir y tratar mal a los demás. Hijo de trueno, resalta el temperamento duro e insensible de Juan. Entonces, ¿cómo una persona insensible puede hablar de amor?
Pero, algo sucedió con Juan cuando se encontró con Jesús y comenzó a convivir con él. La presencia amable de Jesús y su dulce espíritu de humildad y paciencia impresionó a Juan y él fue absorbiendo todo eso. Su temperamento duro e implacable comenzó a ser sacudido por el comportamiento suave y amoroso de su maestro. Poco a poco la fiereza de Juan fue cediendo al toque de amor de Jesús, hasta el punto de llegar a cuidar a María, como su propia madre. Más adelante las persecuciones y dificultades terminaron de transformar al Juan Trueno en Juan Amoroso. El amor de Jesús había impregnado cada rincón de la vida de Juan, hasta el punto de atreverse a escribir sobre el amor y el trato amable que debemos tener con las personas que nos rodean. La primera epístola que escribió es un ejemplo de eso, prácticamente cada versículo lleva la palabra “amor”.
Y nosotros, ¿seremos hijos de trueno?, ¿amamos a los demás como Jesús amaba?, ¿las personas se sienten bien cuando están con nosotros?, ¿podemos hacer felices a las personas de nuestro entorno? Responde estas preguntas con sinceridad y encontrarás la verdad, porque en algunos casos los hijos del trueno ni cuenta se dan que maltratan a los demás, piensan que ellos están bien y los demás no.
Si reconocemos que somos hijos de trueno, y que tratamos mal a las personas y que a más de uno hemos hecho llorar y sentirse miserable, ¡hay esperanza en Jesús! Imitemos al más grande hijo de trueno, Juan, quién corrió a Jesús, se quedó en su presencia y absorbió el amor verdadero que solo puede salir del corazón de Dios. ¡Corramos a Jesús cada día!, ¡pidamos que humille nuestro corazón duro y de piedra y que lo transforme en uno de carne lleno de sensibilidad! Luego, busquemos a esas personas que nos miran con miedo o dolor y pidamos perdón y una nueva oportunidad. ¡Yo deseo dejar de ser hijo de trueno y ser hijo de Dios!… ¿y tú?
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] 1 Juan 4:8 NVI