ACCIÓN DE GRACIAS
“Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo. Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado” (Salmo 100.1–3 NVI)
Una persona que se ha convencido del amor y misericordia de Dios no cesa en rendirle alabanza y acción de gracias. Se entiende por acción de gracias, a la “expresión de gratitud a Dios por Sus beneficios dados; en el AT se ofrecían sacrificios en acción de gracias (Lv. 7:12, 13; 22:29, etc.). En la ofrenda de acción de gracias, que era un sacrificio de paz, no se contemplaba la cuestión del pecado; el adorador daba gracias a Dios por sus bendiciones otorgadas; no era para alcanzar la paz, sino que, en paz con Dios, le ofrecía sacrificio en gozo y gratitud. En el NT se acentúa el llamado a la acción de gracias en todo (Ef. 5:4, 20; cp. Ro. 8:28); las mismas peticiones deben ser hechas con acciones de gracias (Fil. 4:6), conscientes de «cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Ro. 12:2), y aceptando la acción de Dios de enseñarnos a vivir mirando más allá de las circunstancias, reposando en Él (Fil. 4:12)”,[1] es decir, es una “ofrenda de agradecimiento, especialmente por los regalos recibidos. Las Escrituras enfatizan la importancia de dar gracias a Dios por todos sus dones y obras, tanto como la expresión de nuestra dependencia sobre Él y gratitud”.[2] Y la ofrenda que Él acepta es la entrega total de nuestra vida a su servicio, cómo lo dijo Pablo: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”.[3]
El rey David, fue uno de los que más rindió acción de gracias a Dios. Cada vez que volvía a mirar atrás comprendía la grandeza de su misericordia y la demora de su ira, porque su vida pasada le decía que anduvo por caminos torcidos. Leamos el libro de los Salmos y descubriremos en casi todas sus páginas su deseo fervoroso de reconocer la gracia y paciencia de Dios hacia sus decisiones equivocadas. David vivió siendo un hombre agradecido y de sus labios muy fácilmente se escapan oraciones así: “Aclamen alegres al SEÑOR, habitantes de toda la tierra; adoren al SEÑOR con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo. Reconozcan que el SEÑOR es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado”.
Hay tantas cosas por las cuales presentarnos a Dios en acción de gracias. Echemos una mirada atrás y recordaremos de cuantas cosas el Señor nos libró, cómo allanó los caminos para poder alcanzar nuestros objetivos, cómo nos prodigó su cuidado y compañía en los momentos tristes, cómo permitió que las maldades de este mundo no traspasaran nuestras puertas, cómo nos alimentó y brindó un refugio caliente en los momentos de tempestad. ¡Hay tanto por lo cual agradecer a Dios!
Hoy mismo, esta meditación es una acción de gracias, porque hace siete años me dio el privilegio de ser papá de una niña que nació por gracia de Dios. Los médicos no le dieron una oportunidad de nacer, allí en la oscuridad del vientre de su madre, le pronosticaron una muerte prematura. Pero Dios tenía otros planes, y nos habló a través del hijo mayor, él resuelto dijo: “se llamará ROCA, porque va a resistir todo”. Contra todo pronóstico, allí en el vientre, resistió tratamientos mortales para su fragilidad, y a pesar de su nacimiento prematuro, de los días interminables de agujas en sus muñecas y de un vidrio que nos impedía abrazarla, resistió. Y resistió más agujas, más tratamientos, otra cirugía. ¡Gracias Dios!, hace siete años la miraba a través de un vidrio, hace seis, tuve que mirar como la llevaban otra vez a una sala de operaciones, pero hoy, me detengo frente a su puerta, me mira con una sonrisa, me dice “papito te amo” y se pasa el cepillo por sus cabellos. ¡Gracias Dios por ese privilegio!
Mi amigo (a), hoy, ¿cuáles son tus motivos para agradecer?, ¿qué hay en tu pasado por el cual reconocer la mano prodigiosa de Dios?, ¿qué tendrías que decirle hoy a Dios en acción de gracias? Es cierto que todos tenemos historias distintas, con un pasado, con un presente y con un futuro, pero en algo podemos coincidir, en que aprendimos a reconocer la gracia y misericordia de Dios por nosotros, cómo David, que no se cansaba de repetir: “¡Cuán bueno, SEÑOR, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre; proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche, al son del decacordio y de la lira; al son del arpa y del salterio! Tú, SEÑOR, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos. Oh SEÑOR, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos! Los insensatos no lo saben, los necios no lo entienden: aunque broten como hierba los impíos, y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos. Sólo tú, SEÑOR, serás exaltado para siempre”.[4]
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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Felicidades y bendiciones amigo… a ti y a toda tu familia!!!!