¿A DÓNDE ESTÁS MIRANDO?

«Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda de reunión, mirando hacia ella, cada cual bajo el estandarte de su propia familia patriarcal” (Números 2:2 NVI)

Entrar a un supermercado para mí es una situación asombrosa. Quedo sorprendido por la cantidad de cosas que la gente compra. Las grandes urbes se han transformado en centros de compras, a tal punto que pueden ser catalogadas como “consumistas”. “El término sociedad de consumo”, proveniente de la economía, intenta describir una de las variables del capitalismo en expansión. Desde el punto de vista práctico, se trataría de un sistema que conduce a las personas a consumir bienes y servicios, y que lleva a producir grandes cambios en la subjetividad de las mismas, quienes quedan atrapadas en este sistema compulsivo de consumo”.[1]

El ser humano puede ser fácilmente atrapado por este mundo consumista, porque la sociedad en que vivimos produce una tensión marcada que lleva a la persona hacia un consumo desmedido, transformando su subjetividad, para convertirla en un personaje sin límites, con una permanente inestabilidad y la sensación de que, si no está imbuido en un constante consumo, quedará atrapado en un vacío aterrador. Para ese fin, su mayor arma es la publicidad. Se entiende por “publicidad” como una “forma de comunicación comercial que intenta incrementar el consumo de un producto o servicio a través de los medios de comunicación”.[2] Hoy en día,  la publicidad, especialmente la visual, es tan constante y profesional, que se ha vuelto tan poderosa que en algunas ocasiones consigue convencer al público de que un gasto es necesario cuando antes se consideraba un lujo. Por eso esta frase se ha vuelto popular: “todo entra por los ojos”. Hoy en día la publicidad visual atrapa y lleva a la acción (compra del producto).

Los israelitas acampaban en una forma interesante, todos colocaban sus tiendas en derredor del Tabernáculo, donde se encontraba la presencia de Dios. Cada día cuando despertaban, al estar las puertas de sus tiendas en dirección al Santuario, ellos quedaban contemplando el templo de Dios. Cada día, a todo momento sus miradas estaban puestas en el Santuario. No era raro, que cada israelita tenga ganas de correr a la presencia de Dios para encontrar socorro y limpieza de sus pecados.

Mi amigo (a), ¿dónde está puesta tu mirada?, ¿los colores, los olores y las luces de este mundo consumista te tienen atrapado? Es triste saber que hay tiempo para revisar los catálogos de diversos  productos que revisar la Biblia, que el tiempo alcanza para correr a comprar algún aparato nuevo o el último pantalón de moda que para visitar y orar por alguien. Recuerda una vez más: lo que contemplas muy seguido te va a llevar a una acción. Este día sería bueno que coloquemos “el campamento de nuestra existencia” mirando hacia el Tabernáculo de Dios, en él encontraras aliento y poder para enfrentar este mundo consumista. Elena de White decía: “Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Y mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor, y quedaremos más imbuidos de su Espíritu”.[3] Cada mañana miremos hacia la “Tienda de reunión” y quedemos un buen rato en silencio para escuchar la voz de Dios.

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

Ubícame en mi página web: www.poder1844.org


[1] http://peru21.pe/impresa/noticia/consumismo-compulsivo/2008-03-19/10073

[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Publicidad

[3] Hijos e hijas de Dios. Capítulo: Alabémoslo siempre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *