¿QUIÉN ERES REALMENTE?

“—¿Cómo te llamas?—le preguntó el hombre.  —Me llamo Jacob—respondió. Entonces el hombre le dijo: —Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” (Génesis 32:27-28 NVI)

Seguramente has escuchado la famosa historia del “hombre de la máscara de hierro”, el preso de quien se decía era gemelo del rey Luis XIV. Hasta inspiró varias películas, una de ellas con Leonardo DiCaprio. Si con estas referencias aún no sabes de que se trata, te lo cuento.

El hombre de la máscara de hierro pasó muchos años en prisión.
El hombre de la máscara de hierro

En su épico libro de 1850, El vizconde de Bragelonne, Alejandro Dumas, inspirado en una leyenda que había surgido casi dos siglos antes, contaba la historia de un misterioso prisionero que había sido arrestado y encarcelado en secreto en Francia. Había pasado décadas en varias mazmorras oscuras y húmedas, terminando en la Bastilla. Estrechamente vigilado, lo mantuvieron en soledad, donde nadie pudiera escuchar lo que pudiese tener que decir; y no se le permitió siquiera pronunciar su nombre.

Estaba custodiado por un carcelero al que se le ordenó matarlo si hablaba de cualquier otra cosa que no fueran sus necesidades. El carcelero, sin embargo, mostró un gran respeto por este preso, incluso de pie, sombrero en mano en su presencia. Porque en la historia de Dumas no se trataba de un prisionero cualquiera: era uno de los hombres más destacados del país.

Según la leyenda (y la novela de Dumas), el prisionero se vio obligado a usar una máscara de hierro sobre su rostro para ocultar su identidad. Y dos mosqueteros estaban listos para matarlo si alguna vez se la quitaba. Porque lo que habían encarcelado era un secreto de estado. Y después de su muerte, su celda fue limpiada y raspada, y sus miserables muebles destruidos en caso de que hubiese escrito su nombre en algún lugar escondido.

Cuando ese libro salió a la luz, el escritor francés Voltaire quedó intrigado, así que se puso a investigar la historia del prisionero y la horrible máscara que aparentemente le habían obligado a usar.

Se especulaba que el hombre de la máscara de hierro podía ser el gemelo del mismo Luis XIV.
Luis XIV

Descubrió que lejos de ser un cuento, el hombre de la máscara de hierro había existido realmente: era un prisionero que vivió en la época de Luis XIV, quien reinó entre 1643 y 1715 y que era conocido como el Rey Sol. Voltaire especuló que solo había una razón por la que un prisionero desconocido tendría que ocultar su rostro: se parecía al único hombre que todos los franceses reconocerían instantáneamente, el mismo Rey Sol. Por lo tanto, debía ser su hermano gemelo secreto y que había sido encarcelado para preservar la seguridad del reino.

No obstante, pese a que esa especulación ha sido desmentida por muchos historiadores serios, hoy en día muchos siguen creyendo que ese misterioso hombre fue encarcelado y obligado a usar una máscara, porque se parecía mucho al gobernante de su tiempo o que fue su gemelo, y que el rey temía que le quitara su trono.

Frente a estas conjeturas, lo único seguro es que este prisionero existió, y se llamaba Eustache, y fue obligado a usar una máscara, para ocultar su verdadero rostro.

Mi apreciado(a) amigo(a), muchas veces nosotros también usamos máscaras para escondernos. Y nos escondemos, porque cuando con coraje revisamos nuestro corazón y quienes somos realmente, esa experiencia resulta aterradora. No somos lo que intentamos mostrar, todo lo contrario.

Vivir a salto de mata, tratando de convencer a los demás de lo que no somos, o escondiendo el “verdadero yo”, crea angustia, cansancio mental e insatisfacción. Una vida con máscaras no es para vivirla. Jacob pasó por esa experiencia y se cansó. Porque cuando el ángel con quién él peleaba, lo hirió en el muslo para que se quede quieto, tuvo que responder con la verdad a la pregunta incisiva del agente celestial: ¿Cómo te llamas?, ¿quién eres realmente?

woman taking off a mask

La respuesta real, por primera vez en mucho tiempo y que le abrió la puerta de la liberación y la paz fue: “Jacob, el mentiroso, el falso, el doble cara”.

La vida de Jacob estuvo mezclada con mentiras, intrigas y decisiones interesadas. Tomar el lugar de su hermano gemelo hasta la forma como escapó de su suegro, ilustran la particularidad y forma de vida del patriarca: una que usaba una máscara para ocultarse.

Esta noche, mientras escribo esta reflexión, no me queda mas alternativa que revisar mi vida y confrontarme conmigo mismo, y hacerlo es doloroso. Sin embargo, el dolor es más agudo cuando descubro que hay algunas máscaras que debo quitar de mi vida. ¿Y tú?, ¿cuál es tu experiencia?, ¿hay alguna máscara que debes quitar? Confróntate contigo mismo aún así descubras cosas que te hagan sonrojar y decepcionarte. Luego decide una vida limpia y auténtica, total la promesa es esta: «Ya no serás Jacob, ahora te llamarás vencedor».//////////////.

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EL CUENTO DE LA MANZANA

“Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos…” (Hebreos 6:1 NVI)

Neuroscientists Pinpoint What Happens During The Brain's 'Aha!' Moments |  Digital Trends

La vida cristiana, desde que aceptamos a Cristo, es un continuo aprendizaje. Es un crecimiento paulatino y constante, entre tropezones y reacciones, entre caerse y levantarse, entre nutrirse y ejercitarse. Ese es el contexto de “madurez” del cual está hablando el autor del libro de Hebreos, no tiene nada que ver con “el cuento de la manzana”.

¿Cuento de la manzana?, es la pregunta que debes estar formulándote ahora, y que te voy a explicar en las siguientes líneas.

Hoy en día, los historiadores de la ciencia no creen en cuentos de «momentos eureka». La historia oficial -que no deja de ser un mito- atribuye el momento eureka a Arquímedes, quien supuestamente al entrar en una bañera completamente llena, dedujo que la cantidad de agua que se derramaba era proporcional al tamaño de la masa que entraba en ella.

La palabra griega εὕρηκα (héurēka) significa: “¡lo he descubierto!”. Por ello, actualmente el “momento eureka” o el “aha! moment”, como se le conoce también en inglés, se refiere a cuando se nos presenta la solución repentina a un problema o reto que no habíamos podido descifrar hasta entonces. Quizá esto funcione para un determinado problema casero o existencial, pero para la ciencia y la madurez cristiana, ese concepto no tiene opción.

Quizá el ejemplo de Newton y la manzana, para descubrir la teoría de la gravedad, finalmente me ayude a explicar todo lo que vengo escribiendo. Ese cuento (momento eureka), que pasó entre los años 1665 y 1666 seguramente lo has escuchado: Una tarde el científico y filósofo Isaac Newton reflexionaba bajo un frondoso árbol de manzanas y vio caer una de ellas bajo una fuerza misteriosa, y se preguntó si el poder de esta fuerza podría extenderse mucho más de lo que la mayoría de la gente pensaba. Así descubrió y desarrolló la teoría de la gravedad.

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Déjame decirte, que eso no sucedió así, a ti y a mí nos vendieron el cuento de la manzana. Muchos historiadores científicos, incluso para el biógrafo moderno de Newton, Richard Westfall, es absurdo imaginar que él simplemente tenía toda la teoría en su cabeza desde el momento en que cayó la manzana hasta que la puso en papel. Esa historia, para Westfall, convierte la gravitación en una mera idea brillante, y una sola idea, por brillante que sea, no puede revolucionar la ciencia.

Ahora se sabe que, después de 1665, Newton pasó años de lucha y confusión antes de finalmente entender cómo funcionaba la gravedad. Por lo tanto, la idea de que la ciencia progresa a través de cegadores destellos de visión ha sido reemplazada principalmente por una versión más sobria en la que el conocimiento llega lentamente, a través de trabajo duro, pistas falsas e ideas fallidas.

Mi apreciado(a) amigo(a) cristiano(a), lo mismo sucede con la madurez espiritual o lo que se conoce como “santificación”. No llegamos a ser maduros espirituales con algo parecido al cuento de la manzana. No es que hoy conoces a Cristo, aceptas seguirlo y todo se transforma en un camino de rosas y bendiciones constantes. Si alguien te contó el cuento de que, si “te arrodillas una vez, lees un par de textos de la Biblia y lloras arrepentido, entregándole tu vida a Jesús”, todo se arregla como por arte de magia, te pintó un evangelio falso. Para conservarse fiel a Dios, no basta un momento eureka.

Con razón Jesús nos confirma que la victoria contra nuestras tendencias hacia el mal no es por una casualidad, porque el cuerpo es débil y está listo para caer. Por el contrario, la victoria se consigue con perseverancia y constancia: “Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil”.[1]

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Lo mismo el apóstol Pablo, cuando habla de los victoriosos seguidores de Jesús, no contempla un momento casual o momento eureka, sino de lucha y perseverancia: “Así mismo, el atleta no recibe la corona de vencedor si no compite según el reglamento”.[2] Puesto que ganar una carrera requiere mucho esfuerzo, sudor, cansancio y caídas. Quizá un momento eureka sea valedero en la experiencia cristiana, como una acción de arranque, como una bujía que da la chispa para que arranque el motor. O como un destello de luz que te haga ver que estás en la oscuridad y te haga reaccionar. Pero si deseas toda la luz debes ir por él y pagar este precio para obtenerla:

“Por tanto, también nosotros… despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo”.[3]

¿Qué piensas… qué decides?///////////////.

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[1]Mateo 26:41 NVI

[2]2 Timoteo 2:5 NVI

[3]Hebreos 12:1-3 NVI

ERMITAÑO DE CIUDAD

“No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno” (Juan 17.15 NVI)

Ken Smith
Ken Smith

La cineasta Lizzie McKenzie durante los últimos dos años ha filmado un documental de BBC Escocia: “The Hermit of Treig” («El ermitaño de Treig»). Pero ese proyecto nació hace nueve años cuando se puso en contacto con la fuente de su reportaje, Ken Smith, quien durante casi 40 años ha evitado la vida convencional y ha vivido solo, sin electricidad ni agua corriente en una cabaña de madera hecha a mano a orillas de un lago remoto en las Tierras Altas de Escocia. Su hogar, está a dos horas a pie de la carretera más cercana en el borde de Rannoch Moor, por el lago Treig.

Definitivamente, no todo el mundo estaría de acuerdo en que el estilo de vida aislado y solitario de Ken, pescando y recolectando alimentos, recogiendo leña y lavando su ropa en un viejo baño al aire libre sea lo ideal. Y menos aún a los 74 años.

Una fotografía de Ken junto a un pez.
Ken Smith

Ken, quien es originario de Derbyshire, cuenta que la decisión de aislarse del mundo empezó cuando a la edad de 26 años fue golpeado por una banda de matones después de una noche de fiesta. Sufrió una hemorragia cerebral y perdió el conocimiento durante 23 días. Al despertarse, dijeron que nunca volvería a ser normal, que no podría volver ha hablar o caminar. Pero lo hizo, y decidió alejarse de este mundo pesimista y cruel.

Viajó hasta la frontera entre Canadá y Alaska, y se internó en la naturaleza. Allí, se preguntó qué pasaría si simplemente se marchara caminando de la carretera y «se fuera a ninguna parte». Así que eso es lo que hizo. Asegura que caminó unos 35.000 kilómetros antes de regresar a su hogar. Pero al llegar a casa, se enteró que sus padres habían muerto, allí consolidó su decisión de apartarse de todo. Ken caminó a lo largo de Gran Bretaña, llegando hasta Rannoch, en las Tierras Altas de Escocia, cuando sintió que allí estaba su hogar, y decidió construirse una casa. Cuatro décadas después, la cabaña tiene un fogón de leña, pero no hay electricidad, gas ni agua corriente y, definitivamente, no hay señal de teléfono celular.

Mi apreciado(a) amigo(a), apartarse de todo y todos, vivir solitario muchos años, hasta convertirse en un ermitaño, es una experiencia extrema. Quizá con seguridad una decisión así nos proteja de un mundo decadente y peligrosamente influyente. Pero, hacerlo resulta poco improbable, porque el caso de Ken es una experiencia límite, y no necesariamente escapando de todo lo que nos rodea seremos inmune a la influencia negativa de una sociedad que se va tornando cada vez más amoral, secular e incrédula.

La respuesta a esta incógnita la encontramos en el diálogo de Jesús con su Padre: “No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno”. Porque aún apartados de todo lo mundano, en el rincón más inhóspito de la tierra, nuestra naturaleza que se inclina al mal puede resolver equivocarse. Por eso, la mejor forma de protegernos del dominio y autoridad del mal es enfrentándolo y tomando buenas decisiones. Y las mejores, resultan de la influencia de la Palabra de Dios, y de frecuentar a personas que también están intentando vivir piadosamente.

No obstante, si tienen en mente alejarte de todo y todos, no necesitas emprender una travesía a las montañas o el desierto, porque puedes tornarte un ermitaño en tu habitación o en tu ciudad, alejado del mal y sus acciones. Por eso el salmista escribió: “El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian”.[1] ¿Qué piensas… qué decides?//////////////.

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[1]Salmo 18:30 NVI

CELEBRA LA VIDA

“Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel, y también de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren” (Hebreos 13:3 NVI)

En muchas partes del mundo miles de personas han recordado a sus muertos. El primero de noviembre para varios países del globo es el Día de los Muertos o el Día de todos los Santos. Cada región tiene sus particularidades y costumbres para celebrar o recordar a las personas que han fallecido.

Cráneo en cementerio de Pomuch

Por ejemplo, en el poblado de Pomuch, del estado de Campeche, en el sureste mexicano, los habitantes tienen ciertas prácticas, que para muchos pueden resultar incómodas o perturbadoras. Basta con entrar al cementerio, para perturbarse, cuando sentimos que cientos de cráneos nos están mirando atentamente. No exagero y miles de turistas que visitan este pueblo durante estos días festivos, pueden dar fe de lo que menciono: los restos óseos de los fallecidos descansan todo el año en cajas entreabiertas que reposan en sus nichos del cementerio.

Reposan hasta días antes de la celebración central, cuando todo el pueblo se encamina en caravana al cementerio para realizar otra de las prácticas forenses: la limpieza de los huesos de sus familiares.

Este ritual, que en maya se conoce como Choo Ba’ak, se celebra en el pueblo desde hace al menos 150 años, y se basa en la cosmología maya, que aseguraba que los muertos tenían más allá de una vida. Con esta tradición de tenerle culto a los muertos, este pueblo entiende que existe vida después de la muerte, que existe el paso del inframundo y luego regresa de nuevo.

Cráneo en cementerio de Pomuch

El proceso es unificador y hasta terapéutico para los vecinos que lo han hecho muchas veces, aunque para los visitantes al principio parezca tétrico: desde mediados de octubre, parientes de los fallecidos acuden para hacer la limpieza de huesos de sus difuntos y tenerlos listos para el 31 de octubre y 1 de noviembre, días en los que creen que regresan los niños y los adultos respectivamente.

Las familias conversan tranquilamente entre sí mientras lo realizan. La mayoría trae flores y velas para adornar el nicho y también bellos paños bordados o pintados con flores y el nombre del difunto, sobre el que reposarán los huesos limpios y que permitirá retirar el usado el año anterior. Durante la limpieza de los huesos, muchos rememoran la vida de sus muertos y se emocionan hasta las lágrimas. Es un momento intenso, lleno de sentimientos y recuerdos.

Limpieza de huesos

Al limpiar los huesos, tienen en mente que están bañando a sus muertos y con el nuevo paño es como si les cambiaran de ropa, porque están a punto de venir de visita y tienen que estar preparados. Por la noche, las velas alumbran el camino para que los difuntos puedan ubicarse y regresar con sus seres queridos.

Mi apreciado(a) amigo(a), no se que piensas de la muerte, o si tienes prácticas y creencias particulares para estos días del año como los habitantes de Pomuch. De lo que estoy seguro es que no morimos cuando dejamos de respirar o nos entierran, nos morimos cuando nos olvidan. Porque existen culturas que tienen días específicos para recordar a sus muertos, pero otras ni recuerdan a sus vivos y se olvidan de la gente que los rodean, viven tan sumidos en sus cosas que no levantan la cabeza para disfrutar la vida con los vivos.

Hace unos días atrás estuve de paso por una ciudad, y me acordé de unos amigos que fueron muy amables conmigo cuando vivía en ella. Mientras me despedía después de pasar la tarde con ellos, mi amiga ya anciana me dijo: “Tú vienes de lejos, y te das el tiempo de venir a vernos. Yo tengo un hijo en esta ciudad que hace más de tres meses que no viene a saber cómo estamos”. Salí triste de esa casa, porque muchas veces vivimos bajo el mismo techo, pero estamos tan lejos.

Si tan solo pudiéramos tener tanta pasión y dedicación de los que recuerdan a los muertos, para recordar a los vivos y celebrar la vida. Porque hay muertos que no necesariamente están en el cementerio, sino caminan, respiran y manejan sus carros. Son gente olvidada o que olvidaron extrañar y amar.

Este día, te invito a celebrar la vida y a los vivos. Un abrazo, un mensaje al celular, una nota de voz, una visita no planificada, una llamada telefónica a las personas que te aman y amas, sirven para valorar la vida y tornarla con sentido. Finalmente, si te es imposible entrar en contacto con los vivos que añoran saber de ti, recuérdalos mirando una fotografía y ora por ellos. ¿Qué piensas… qué decides?////////////.

Joe Saavedra

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