“¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros…” (Hebreos 11:32-34 NVI)
El autor del libro de los Hebreos consideraba que había tanto por decir de estos verdaderos seguidores de Dios, que le hubiese sido complicado cerrar el libro por no querer dejar de lado ninguna de sus experiencias. No obstante, si hoy estaría entre nosotros y recibiría la tarea de mencionar a los modernos hombres de fe, con seguridad Antonio Ángeles y Luis Martínez, tendrían unas líneas en sus escritos para ejemplo de todos los que todavía vivimos.
Por mi lado, si yo recibiría el encargo de aumentar los nombres a la lista de Hebreos 11, el de Antonio y Luis, tendrían definitivamente un espacio.
Conocí a Antonio el año 2011 en la ciudad de Trujillo, Perú, cuando bordeaba los 67 años de vida. Lo primero que me viene a la cabeza al intentar recordar como lo conocí, es su sonrisa bonachona y su manera muy respetuosa de tratarme, aun siendo yo mucho más joven que él. Pero lo que si nunca olvidaré es su manera celosa de amar a la iglesia y sus principios, además, su sacrificio con tal de cumplir su papel de discípulo de Jesús. Fui impactado por su forma de ser y actuar, digno de un verdadero líder y seguidor del Maestro, de esos que ya se van extinguiendo.
Hace dos años atrás me volví a encontrar con él, su iglesia me invitó a participar de unos eventos evangelísticos y Antonio como siempre era el anfitrión. Lo encontré más pausado, quizá con algunos dolores, pero su sonrisa limpia no había cambiado, y sus palabras positivas y motivadoras, apagaron mis anhelos de animarlo, él no lo necesitaba, yo si. Y entre las conversaciones reflexivas, las bromas y las exquisitas sopas calientes en su cocina, fui entendiendo que estaba frente a un verdadero cristiano que amaba genuinamente y que enseñaba con el ejemplo. Hoy mientras lo recuerdo y escribo sobre él, espero no haberlo defraudado como líder, y si lo hice alguna vez, puedo recordar su sonrisa, una palmada en mi espalda y un “todo saldrá mejor…”. Antonio Ángeles, descansó en el Señor el 27 de abril de 2021 esperando su recompensa.
Hace algunas horas atrás llegó la triste noticia a casa, y mientras el interlocutor nos contaba su partida, uno de mis hijos mayores que ya bordea los 17 años, interrumpió: “¿Luis Martinez?, mi profe… nooo”… No lo había olvidado, y eso que fue su maestro cuando él tenía 9 años en el Colegio Jesús de Nazareth del Distrito de El Porvenir, en Trujillo.
¿Y quién puede olvidar a los verdaderos profesores cristianos? Mi hijo es una prueba de lo que un maestro al estilo de Jesús marca para bien en la vida de sus estudiantes. Y de eso estoy seguro, porque cuestioné al muchacho sobre sus otros maestros, y no recordaba a todos.
Varias veces me encontré con él, y definitivamente son de esos maestros que parece que nacieron con una sonrisa contagiosa en el rostro. Una tarde, por el año 2013, retornaba a casa de un evento educativo en el campo, cuando en la carretera encontré a Luis esperando una movilidad para retornar a la ciudad. Detuve el auto e invité al profesor a subir y regresarlo a su casa. Mientras reíamos e intercambiábamos experiencias, él no desaprovechaba el momento para arengarme a ser un mejor padre.
Un poco antes de entrar a la ciudad, él me hizo detener el auto y salió presuroso hacia una carreta que estaba un lado de la carretera. Al retornar tenía en la mano un racimo enorme de uvas rojas, que me lo dio con estas palabras: “para que endulce su vida y se vayan las amarguras”. Cuantas veces estoy a punto de explotar y me vienen sus palabras, y agacho la cabeza porque mis amarguras no pueden gobernarme. Me imagino las otras tantas enseñanzas que han hecho que mi hijo no lo olvide, porque un verdadero maestro cristiano, enseña, corrige y ama de verdad, no puede dejar de ser una bendición. Yo también soy un maestro y quisiera ser como Luis. Él descansó el 01 de abril de 2021, esperando su recompensa.
Mi apreciado(a) compañero(a) de fe, dicen que la pandemia adelantó la partida de Antonio y Luis, no lo creo, Dios los llamó para con voz soberana decir: “Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor. Sí—dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan”.[1]
Hasta pronto Antonio y Luis, ya tengo un motivo más para querer estar en la primera resurrección: verlos otra vez y decirles: “Gracias, porque si acaso soy una mejor persona, fue por su ejemplo”////////////.
Desde mi rincón de poder…
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[1]Apocalipsis 14:13 NVI