“Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto” (Romanos 8:22 NVI)

Mientras los científicos corren contra el reloj buscando una vacuna para frenar el avance mortal del coronavirus, al mismo tiempo investigan su origen. En ese sentido, funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han dicho que es muy probable que la fuente principal de la enfermedad sean los murciélagos. Sin embargo, se cree que el virus saltó a otro animal, que aún no se ha identificado, antes de infectar a los humanos.
Entonces las sospechas recaerían sobre un mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan donde se originó el brote del coronavirus. Este centro de abastos, era conocido por el comercio ilegal de animales salvajes como serpientes, mapaches y puercoespines, guardados en jaulas para ser vendidos como alimento o medicina, hasta que tuvo que cerrar pues toda la provincia fue puesta en cuarentena.
Para entrar en contexto, China es el mayor consumidor mundial de productos de animales salvajes, tanto legales como ilegales. Algunos se comen por su sabor como manjar, mientras que otros se consumen como medicina tradicional. Se sabe que en restaurantes de varias regiones de ese país, se sirven platos como sopa de murciélago (con el animal entero), sopa hecha con testículos de tigre o partes del cuerpo de la civeta de palma.[1] Asimismo, la cobra frita, la pata de oso estofada, el vino elaborado con hueso de tigre también están en el menú de los restaurantes de alta categoría.

Por otro lado, los productos de animales salvajes también se usan en muchas medicinas tradicionales chinas, principalmente porque creen que tienen poderes curativos para sanar una variedad de dolencias, como la impotencia masculina, la artritis y la gota.[2]
No obstante, para satisfacer el paladar de millones de chinos y la demanda curativa dentro de ese país asiático y fuera de él, se está depredando la fauna china y empujando a miles de especies a la extinción. Por ejemplo, la demanda de escamas de los conocidos pangolines (o folidotos) para medicamentos casi ha eliminado al animal de China y ahora se ha convertido en el más cazado en otras partes del mundo. Por otro lado, el uso insostenible del cuerno de rinoceronte para la medicina tradicional china es otro ejemplo de cómo la práctica ha convertido al animal en una especie en peligro de extinción.
Con razón, el brote del último coronavirus ha puesto de nuevo el foco en el comercio de animales salvajes de China, que ya ha sido criticado por grupos conservacionistas por llevar a varias especies al borde de la extinción. Sin embargo, como lectores de la Biblia y conscientes que nos acercamos a tiempos complicados y finales, las palabras del apóstol Pablo van teniendo mucho significado: “Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto”.

La naturaleza depredada y lastimada, no solo gime, sino demanda su liberación: “… la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios”.[3] Y mientras lo hace, reacciona para recordarnos que en breve no solo ella, sino todo el planeta será liberado, porque la mano del hombre, no puede enseñorearse para siempre con maldad y alevosía contra la naturaleza. Ésta, humillada y herida, nos advierte, que tomemos en serio las cosas, que toda acción tiene su reacción, que toda falta tiene su paga.
Mi compañero(a) de fe, las enfermedades que azotan a la humanidad, son la manifestación de la naturaleza gimiendo y advirtiendo que se vienen cosas mayores. Y que si ahora, un solo virus tiene en jaque a todo el planeta, no me imagino las consecuencias fatales si fueran cinco. Así como no me imagino lo que pasará cuando los cuatro ángeles que presenta Apocalipsis 7, que están en los cuatro ángulos de la tierra, suelten los cuatro vientos que están deteniendo,[4] como tampoco puedo imaginar los momentos terribles cuando el quinto ángel que presenta Apocalipsis 16, derrame su copa y el mundo quede sumido en la oscuridad y la gente se muerda la lengua de dolor por causa de sus enfermedades y de sus llagas.[5]

Sin embargo, de lo que estoy seguro, es que el nuevo coronavirus, es el gemir y la reacción de la naturaleza maltratada, asimismo, es un llamado a tomar en serio estos tiempos finales dolorosos y prepararnos para lo que se viene: días de angustia como hasta ahora no han sucedido. Porque cuando “comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención”.[6] ¿Qué piensas?/////////.

Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-51357802
[2]Ibid.
[3]Romanos 8:21 NVI
[4]Apocalipsis 7:1
[5]Apocalipsis 16:10-11
[6]Lucas 21:28 NVI