“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.” (John 17:3, NVI)
La historia universal nos cuenta que hubo un gobernante que quiso acabar con toda la fe politeista de su pueblo en pos de un solo dios, su nombre fue Akenatón.
Desde el principio de su reinado, el faraón Akenatón y su hermosa esposa Nefertiti decidieron desafiar todo el sistema de fe del Antiguo Egipto. Ellos estaban dispuestos a sacudir las bases mismas de la visión del mundo egipcio. Y sus ideas llevarían a la nación al borde del abismo. Para entender lo estoy contando, démosle un repaso al contexto de esta reforma espiritual.
Akenatón empezó a reinar durante los años dorados del Imperio egipcio, hace casi 3.500 años. Por ese tiempo, Egipto era el más rico y poderoso del mundo. Su ejército derrotaba a cualquier otro que lo enfrentara; sus cosechas eran abundantes y su población bien alimentada; sus suntuosos templos y palacios reales estaban colmados de tesoros y todos estaban convencidos de que su éxito se debía a que mantenían a los dioses contentos.[1] Fue entonces cuando este faraón llegó al trono con ganas de cambiar una religión de unos 1.500 años de antigüedad.
El plan de Akenatón era dramática y revolucionaria: por primera vez en la historia, un faraón quería reemplazar el panteón de los dioses egipcios con uno solo, el creador de todo: el Sol o Atón, como se llamaba. Y para este décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto, en la época que empezó a reinar (alrededor de 1353 a. C.), lo que estaba proponiendo era herejía.
Sin embargo, él era un faraón, un dios viviente y podía cambiar todo: la religión, la política, el arte y hasta el lenguaje. Y lo hizo.
Decretó que los 2.000 dioses tradicionales que habían protegido a Egipto por más de mil años quedaban eliminados. Es difícil imaginar lo que sintieron los egipcios del común. El concepto debió ser inconcebible.
Los dioses en formas animales y humanas fueron reemplazados por un dios abstracto, el Sol que iluminaba con sus rayos al rey. Para los sacerdotes tradicionales, quienes habían dedicado sus vidas enteras a los antiguos dioses y habían sido extremadamente poderosos hasta entonces, era una catástrofe.
Pero la reforma no quedó allí, la pareja real anunció para sorpresa de todos que dejarían la antigua y sagrada ciudad de Tebas, el corazón religioso de toda la nación, y se dirigirían hacia el norte por el río Nilo en busca de una nueva capital para su único dios. Y no tardaron en cumplir su deseo, puesto que juntos viajaron unos 320 kilómetros hasta llegar a lo que en la actualidad es Amarna, donde construyeron una ciudad.
Miles de personas de la lejana Tebas fueron traídas para construir, decorar y administrar la nueva capital en la que llegaron a vivir hasta 50.000 personas. Excavaron pozos, plantaron árboles y jardines; el árido desierto floreció. Construyeron casas y palacios bellamente decorados, así como templos al dios único.[2]
La visión de Akenatón de una utopía religiosa se fue convirtiendo en una realidad. La ciudad a la que llamó Ajetatón -que significa Horizonte de Atón- se volvió el nuevo corazón político y religioso de la nación, el centro de un nuevo culto monoteista.[3]
No obstante, su reforma se fue derrumbando. La historia egipcia nos revela que muchos súbditos seguían adorando a sus antiguas deidades y el faraón empezó una persecusión religiosa, ordenando a su ejército destruir todo vestigio de politeismo. Además, por estar entretenido reprimiento las sublevaciones religiosas, perdió territorios a manos de sus enemigos. A eso se sumó, la muerte de algunas de sus hijas, por una epidemia que arrasó con el 40% de la población, y como era el faraón, Akenatón era considerado personalmente responsable por la desgracia. Era obvio, para sus súbditos, que la catástrofe se debía a que había ofendido a los antiguos dioses.
Y cuando parecía que la situación no podía estar peor, su esposa y compañera de luchas murió. El otrora poderoso faraón se quedó solo.
13 años después de la fundación de su ciudad, Akenatón murió, algunos dicen qus sus enemigos lo asessinaron para acabar con su reinado, porque el país empezó a perder riqueza y poderío, por las luchas externas y las internas, especialmente en el campo religioso. El plan monoteista de Akenatón, es decir de un solo dios, tocó fondo y sus sucesores en el poder trataron de desaparecerlo para siempre, eran felices con su catálogo de dioses.
Mi apreciado (a) compañero de fe, la Biblia nos muestra un solo Dios, poderoso, sustentador y soberano. Esta verdad retumba de tapa a tapa: “Escucha, Israel: Jehovah nuestro Dios, Jehovah uno es”.[4] Y esta revelación nos provee seguridad, paz y esperanza. No podemos estar mirando a cualquier lado, esperando ver de donde viene el socorro y la ayuda oportuna en medio de las turbulencias de la vida, porque nuestro socorro viene de un único Padre, quién tiene todo bajo control.
Quién no cree en esto, sin necesidad de tener dioses de madera, metal o plástico, busca sobresaltado, entre tantos dioses que este mundo a construido, la solución a sus necesidades. El dinero, la posición social, el entretenimiento, el poder o suficiencia personal, son algunos dioses que pueden satisfacer algunas necesidades y el hombre va tras ellos incansablemente, y parece que vive bien y feliz. No obstante no hay ningún dios que pueda satisfacer plenamente las necesidades básicas del ser humano, como paz constante, afecto genuino o sentido de vida.
Akenatón, intentó dirigir a su pueblo hacia un único dios, pero falló porque la gente no estaba preparada para confiar en una única deidad, y porque quiso confiar en un único dios falso. Sin embargo la Biblia nos dirige al único Dios verdadero, Soberano en todo y sobre todo, en sus caminos estamos salvos y cada necesidad será plenamente satisfecha. Pero sabemos también, que este mundo se rehúsa a depender de uno solo, publicita toda clase de dioses que intentan tener las soluciones a los problemas humanos y le parece que con ellos todo esta bien. ¿Cuál es el dios principal de tu existencia?, ¿a que dioses le dedicas tiempo y atención? Solo quería recordarte que hay vida plena en Jehová y “ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado”. ¡Cree, confía en Él, acéptalo y vive en paz!///////////.
Pr. Joe Saavedra
Desde mi rincón de poder… un poquito antes del retorno de Jesús…
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[1]http://www.bbc.com/mundo/noticias-40499072
[2]Ibid.
[3]Culto a un solo dios.
[4]Deuteronomy 6:4, RVA