“El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas.” (Hechos de los Apóstoles 17.24–25, NVI)
¿Cuánto tiempo se puede estar bajo el agua sin salir a la superficie? ¿Cuánto tiempo se puede resistir sin respirar? A medida que los humanos se adentran en nuestras dos fronteras finales, el espacio sideral y las profundidades del océano, merece la pena intentar comprender nuestras opciones de supervivencia en entornos sin aire.
“En el vacío del espacio, la inconsciencia llega muy rápido. En 1965, un traje espacial rasgado expuso brevemente a un trabajador de la instalación espacial Johnson de la NASA a un vacío casi completo en una cámara de pruebas. Se desmayó después de aproximadamente 15 segundos. En contra de la creencia popular, no estuvo en riesgo de explotar. En una presión tan baja, los fluidos corporales expuestos se vaporizan con la temperatura corporal. Así, su último recuerdo antes de despertarse fue la saliva evaporándose en su boca”.[1]
Por otro lado, en las profundidades que están colmadas de agua, cómo los lagos u océanos, la situación varía, por ejemplo a “los practicantes de buceo libre, los que se sumergen hasta el límite de su capacidad sin equipo de buceo, les va mejor, ya que normalmente pueden estar tres minutos o más bajo el agua. El buceador que tiene el récord de la inmersión más profunda, Herbert Nitch, se sumergió 214 metros en un espacio especialmente diseñado para ello, y permaneció bajo la superficie durante cuatro minutos y medio. Los buceadores libres se benefician de una reacción física conocida como el ‘reflejo de inmersión mamífero’, que ralentiza el corazón cuando el cuerpo se sumerge bajo el agua -el simple hecho de sumergir la cara en agua fría es suficiente para desencadenar este efecto”.[2]
En ambos casos, el tiempo en que una persona puede estar sin aire es muy corto, incluso arriesgando su propia integridad, cómo en el caso de Nicholas Mevoli de 32 años, que el año pasado tomó varias bocanadas de aire poco antes de sumergirse al agua y comenzar a bucear hacia el agujero azul de Dean, una cueva submarina situada en Bahamas. El objetivo de Mevoli era llegar a una profundidad de más de 70 metros, y hacerlo sin respirar. Pero la aventura acabó en tragedia, porque cuando este buceador apareció en la superficie tres minutos y medio después de haberse sumergido, a pesar de haber conseguido un récord de profundidad sin aletas de 72 metros, poco después perdió la conciencia, y, pese a que recibió atención médica inmediata, murió poco después”.[3] ¡No se puede vivir sin aire!
Necesitamos oxígeno para vivir, en cambio Dios no necesita de nada para subsistir, y en su amor de padre nos proporciona las condiciones para poder gozar de todo lo que nos rodea, porque “él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas”. Con razón David exclamaba: “De ti he dependido desde que nací; del vientre materno me hiciste nacer. ¡Por siempre te alabaré!”.[4] El ser humano que reconoce que está vivo por la providencia de Dios y que todo lo que posee es por su misericordia, entonces no deja de alabar y someterse a su voluntad.
A veces, pasamos la vida pensado en grandes hazañas, pintamos el futuro de diversos colores y nos llenamos de emoción por algo que no sabemos si será verdad. A cambio, desperdiciamos el presente, hacemos de cada segundo una película en blanco y negro, que nos impide disfrutar del milagro de una sonrisa, la paz de un abrazo, el perfume de una flor y la alabanza de los pajaritos, y por sobre todo, somos incapaces de entender que todo eso proviene de Dios quién nos sustenta día a día.
Así cómo necesitamos del aire para vivir, necesitamos de su presencia para colmar nuestros pulmones de fe y esperanza. Vivir desesperados o ir a la cama con ganas de no abrir los ojos nuevamente no es vida; vivir sin sentido, mirando un futuro negro, no es vida. Muchos respiran pero están muertos, porque el “que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida”.[5] Vivir, esperar y confiar en Jesús es el aire que da una vida plena, Jesús mismo lo afirmó: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida—declara Cristo—; nadie viene al Padre, sino por mí”.[6] “Como me envió el Padre viviente—dice él—, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.[7] “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre”.[8]
Mi apreciado (a) compañero de fe, Dios es el que sustenta todo. Reconocerlo, aceptarlo y hacer su voluntad es el oxígeno que necesitamos para vivir plenamente. Que tu existencia no sea solo vivir por vivir o simplemente respirar, sino que transites por este mundo con paz, esperanza y fe. ¡Amén!/////.
Desde mi rincón de poder…y un poquito antes del retorno de Cristo…
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[1] http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/07/140716_vert_fut_cuanto_tiempo_podemos_aguantar_bajo_agua_lv.shtml
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Salmo 71.6, NVI
[5] 1 Juan 5.12 NVI
[6] Juan 14.6 RV60
[7] Juan 6.57, 63 RV60
[8] Juan 5.25-27 RV60