“Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del SEÑOR será tu tesoro” (Isa 33:6 NVI)
Las personas de este siglo caminan por las calles en estado de alerta, saben que hay peligros en cada esquina y deben tomar las precauciones. En estos tiempos peligrosos, una necesidad imperiosa es tener y vivir en seguridad. A todo ello se añade otra preocupación, porque ya no hay temor solamente por los malhechores que rondan en las calles, sino por los que amenazan nuestras computadoras y tratan de ingresar a nuestras cuentas en el sistema computarizado de la universidad, el correo de la oficina, la suscripción al periódico, las cuentas en las redes sociales o las cuentas virtuales en los bancos, ya que todas ellas son aseguradas con contraseñas.
“Un estudio de Microsoft estimó que el usuario promedio de Internet tiene unas 6,5 claves en la web. Y todas son compartidas con al menos otras cuatro plataformas más. Eso son 10 cuentas. Pero el estudio concluyó que el promedio de los internautas tiene unas 25 cuentas que requieren de claves. Y que la media de los usuarios teclea unas 8 claves al día”.[1] Es decir, ya no andamos tensos solamente en las calles, ahora la tensión se ha trasladado a nuestras recamaras y oficinas, porque buscamos seguridad para nuestras conexiones en la web, y estas son a través de contraseñas, pero éstas se olvidan o no sabemos dónde guardarlas seguras. Por eso, cada vez son más los informes que recomiendan no escribir las claves, no tener la misma en varias cuentas, usar letras en minúsculas y mayúsculas, números y símbolos, todo una locura que engendra tensión. Frente a esto, hay numerosos consejos, uno de las recomendaciones más clásicas es escribirlas, y esto lo “recomienda la experta en tecnología del diario The New York Times Riva Richmond. Se suele pensar que esta es la estrategia más riesgosa, porque quien quiera que encuentre ese escrito tiene a un par de clicks de distancia el acceso a su cuenta bancaria, por ejemplo. Sin embargo, el gurú de Internet y experto en criptología Bruce Schneier argumenta que la gente tiene la capacidad de guardar ese tipo de objetos esenciales en lugares seguros. El número de personas que pierden su billetera, por ejemplo, un lugar donde podría guardar el mencionado papel, es estadísticamente muy bajo, analiza en su blog”.[2]
No obstante, la conclusión final de todo esto es que no hay nada seguro, aun así tomemos todas las precauciones, lo que menos deseamos, nos puede ocurrir en las calles o en nuestras modernas computadoras. Aunque a decir verdad, si existe algo bien seguro, que no falla, donde podemos descansar y dejar encendidos nuestros dispositivos móviles, esto es, y el profeta Isaías lo recalca: “el temor al Señor”.
Nuestra verdadera seguridad es en los brazos de nuestro Padre, en su presencia podemos vivir seguros, y la distancia que debes recorrer para sentirte seguro no es lo que mide desde tu casa hasta la comisaría, sino desde tus rodillas hasta el suelo, que es la distancia que recorres para hablar con la verdadera Seguridad. Por eso no encuentro versículo más acertado que este: “Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del SEÑOR será tu tesoro”.
Mi apreciado amigo (a), todos los consejos en seguridad que recibas no están de más, considéralos y aplícalos, quizás ellos te eviten malos momentos o protejan tu integridad, pero lo que realmente puede hacer que vivas confiado y te salva la vida es aceptar a Cristo y vivir en su presencia. No necesitas correr tanto para encontrar ayuda, porque nuestro “socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra”, y lo encuentras en tu habitación, en tu oficina o en cualquier lugar cuando clamas por su ayuda. Con razón el rey David repetía: “Pero Dios es mi socorro; el Señor es quien me sostiene”,[3] ¿por qué no lo repetimos nosotros también?
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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