“Durante la noche Abram y sus siervos desplegaron sus fuerzas y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Hobá, que está al norte de Damasco. Así recuperó todos los bienes, y también rescató a su sobrino Lot, junto con sus posesiones, las mujeres y la demás gente” (Génesis 14:15-16)
En el principio, Dios recalcó un principio que establecería una condición que haría al hombre vivir satisfecho: “No es bueno que el hombre esté solo…”,[1] y este principio no se aplica solamente a la compañía de dos personas que se aman y deciden pasar la vida juntos, sino a un grupo de personas que tengan fines comunes, que se amen incondicionalmente y que se esfuercen por alcanzar sus más apreciados sueños; a este grupo lo llamo “familia”.
Un hombre dichoso, es aquel que crece en medio de una familia que se apoyan y se aman sin condiciones. La familia, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural y fundamental de la sociedad, además un concepto general menciona que “es un grupo de personas ligadas por lazos de parentesco o matrimonio, que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas, y que practican una economía común. Es una comunidad natural y afectiva de origen remoto, que ha servido para la perpetuación de la especie humana”.[2] Esto quiere decir que, tener una familia, convivir con ellos es una bendición, que debe ser reconocida y protegida.
Para Abram, como buen hebreo, la familia era muy importante y debía ser defendida aún con la vida. Durante años él trabajó por tener una familia unida y feliz, a pesar de las dificultades y los errores que cometieron sus integrantes. Por eso, cuando Lot, el sobrino que crió como a un hijo, se encontraba en peligro, él no escatimó esfuerzos para ayudarlo y ponerlo a salvo. Movilizó a más de trescientos hombres y salió a liberar a su sobrino que estaba cautivo por “los reyes Quedorlaómer de Elam, Tidal de Goyim, Amrafel de Sinar, y Arioc de Elasar”.[3] Y la historia cuenta que rescató a su sobrino y todas sus posesiones.
Mi amigo (a), si tienes una familia, eres un ser bendecido. No dejes de pasar el tiempo sin reconocer la familia valiosa que tienes, puedes utilizar palabras, gestos y hasta regalos para que cada uno de los integrantes de tu familia se sienta importante en tu vida. Por otro lado, si no tienes a tu familia cerca, entonces valora a tus verdaderos amigos y acerca más a tu familia Celestial. Este mundo, dirigido por Satanás, está acabando con la familia, confundiendo roles, sembrando resentimientos y poniendo mil problemas, hasta acorralar al ser humano y hacerle pensar que solo está mejor. Pero la soledad es la ruina del hombre. ¡Defendamos a nuestras familia!, demos todo con tal de verlos felices… Y si algún resentimiento o un dolor del pasado, te apartó de tu familia, hoy puede ser el día de perdonar y recuperar todo lo que has dejado atrás, como Abram con su sobrino Lot.
Pr. Joe Saavedra
Desde la línea de batalla y un poquito antes del retorno de Cristo…
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