¿QUÉ ES «PROPICIACIÓN»?

La palabra propiciación significa “Apartar la ira mediante un acto Justo” y también significa “Apartar la ira  mediante la satisfacción de la justicia que se ha violado”. Esta es una de las obras que nuestro Señor hizo en la Cruz cuando murió por los pecados de la humanidad. Es prácticamente quitar la ira de Dios de el pecador que lo recibe como su Salvador.

La palabra “propiciación” viene del griego “Hilasmos” que significa “lo que propicia” y sale pocas veces en la Biblia como por ejemplo en 1 Juan 2:2, 4:10.

El acto de propiciación que realizo Jesucristo quitó el obstáculo que se interponía por el carácter ofendido de Dios. Eso se debe a que cuando Jesucristo estuvo colgado en la cruz,soporto todo el peso de la ira de Dios contra los pecados de la humanidad. Ahora Dios no tiene mas ira que derramar sobre los hombres. Su justicia ha quedado satisfecha por cuanto se hizo el pago por la condena de todos los pecados.

“LA PROPICIACION QUE HIZO JESUCRISTO QUITO TODA LA IRA DE DIOS SOBRE LA HUMANIDAD”.

La ira de Dios es también una realidad muy importante,solo en el antiguo testamento la ira de Dios sobre el pecado se menciona unas 585 veces aproximadamente. En el nuevo testamento se hace un énfasis  en la propiciación de Jesucristo que remueve de la humanidad la ira de Dios sobre el pecado (Juan 3:36, Romanos 9:22, Efesios 5:2-6, Colosenses 3:6).

La ira de Dios es real,pero también la solución para ese problema: La muerte propiciatoria de Jesucristo en la cruz del calvario.

El concepto de “propiciación” es nuevo para muchos. Los versículos que le dan mayor soporte son Romanos 3:25-26 de los cuales resaltaremos dos puntos muy importantes:

– Jesucristo murió para satisfacer la rectitud y la justicia de Dios que había sido ofendida; Y murió parta apartar esa ira de sobre aquellos  que creen en él.

– Jesucristo fue exhibido “públicamente” como propiciación. Este solo acto de Jesús el sumo sacerdote y cordero,satisfizo para siempre a la justicia y a la rectitud de Dios.

Su sangre infinitamente eficaz fue colocada para testimonio ante el trono de Dios,de tal modo que le recuerde al Padre para siempre que su ira ya fue derramada completamente sobre el pecado del hombre.

La sangre de Cristo es nuestra garantía de que Dios nunca jamás volverá a enojarse con ningún hombre que crea en el y que lo acepte como su Señor y Salvador.

Si alguna persona pasa a la eternidad separada de Dios,eso no sucederá por causa de la ira de Dios. Será porque el hombre rechazo el evangelio y la misericordia de Dios que esta a su disposición por medio de Jesucristo en la cruz.

Autor: Halh Master

TODOS LO NECESITAMOS (miércoles 30 de noviembre de 2011)

“Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron” (Romanos 5:12 NVI)

La afirmación es contundente: “todos pecaron”, y por consecuencia aparecen como pecadores delante de Dios; no obstante todos, independientemente de su raza, color, nacionalidad o posición pueden aceptar la siguiente declaración: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”,[1] porque Dios no mira la cara, ni pregunta edad ni trabajo, y no nos pide carta de recomendación para atender nuestra condición de desahuciado por causa de nuestras transgreciones, considerando que “la paga del pecado es muerte”.[2]

Los judíos se sentían privilegiados con Dios por haber pasado por el rito de la circuncisión, y miraban con desprecio a los demás. Sin embargo un pecador circuncidado, no es mejor que uno incircunciso; un pecador registrado como miembro de iglesia, no es mejor que un pecador fuera de los registros. Un pecador que pasado por el rito del bautismo, no es mejor que el pecador que no pasó por esa experiencia; un pecador con cargo de iglesia que vive una vida oculta de pecado, no es mejor que ese pecador que aparece en las portadas de los periódicos denunciado por su mala vida. El pecado es pecado, y los pecadores son pecadores, estén dentro de la iglesia o no; pero gracias a Dios por Cristo, quién es nuestra propiciación[3] por nuestros pecados, así como por todos los del mundo.

Todos, sin distinción, necesitamos de la gracia de Dios. Hay esperanza tanto para el erudito en religión que es infiel, como para el pecador común que anda en las calles y que nunca ha invocado el nombre de Jesús. Y  el evangelio de esperanza que predicamos al mundo, también debe ser predicado en la iglesia, porque hay un solo evangelio. Y éste sirve de la misma forma para convertir pecadores que están en el mundo, que para pecadores que están registrados en el libro de la iglesia. Y este evangelio también, renueva al mismo tiempo a los que permanecen realmente en Cristo y perseveran por no salir de su gracia.

Mi amigo (a), necesitamos de Cristo, que no se pase por tu cabeza que hoy no necesitas estar  a cuenta con Dios o que tu certificado de bautismo es garantía de tu reconciliación con Dios. ¡Perseveremos cada día!…

Pr. Joe Saavedra

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[1] Lucas 15:2 NVI

[2] Romanos 6:23 NVI

[3] La palabra propiciación significa “apartar la ira mediante un acto justo” y también significa “apartar la ira  mediante la satisfacción de la justicia que se ha violado”.

POR SU GRACIA (martes 29 de noviembre de 2011)

“No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano” (Gálatas 2:21 NVI)

Te preguntaste alguna vez, ¿qué sería de tu vida si no hubieras conocido a Cristo?, ¿dónde estarías? Algunas personas frente a esas preguntas han respirado hondo y han respondido: “estaría en desgracia, pero por su gracia tengo esperanza”.

La frase “la gracia de Dios”, me lleva a mucha reflexión. Y es verdad, ¿qué sería de nuestra vida sin la gracia de Dios? Porque al revisar nuestra existencia, nuestras acciones y pensamientos, con ellos estamos condenados, no hay esperanza. Recordemos lo que dijo el profeta Isaías, ilustrando la condición humana corrompida por el pecado: “Desde la planta del pie hasta la coronilla no les queda nada sano: todo en ellos es heridas, moretones, y llagas abiertas, que no les han sido curadas ni vendadas, ni aliviadas con aceite”.[1] Esa es nuestra realidad, nada bueno hay en nosotros, y si existiera un atisbo de bondad eso no nos alcanza para ser salvos. El rey David quedaba asombrado por tanta consideración por el ser humano degradado y con tendencia al mal, que exclamó algunas preguntas a Dios: “¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?”. [2] La respuesta para David, para ti y para mí: No es por alguna acción nuestra, ni por un don humano que podemos gozar de las promesas de redención de Dios, es tan solo por su gracia, por su gracia bendita.

El término “gracia”, “encierra varios significados relacionados con las ideas de favor, benevolencia, agradecimiento y beneficio”.[3] El término griego es caris, de donde “carismático” quiere decir un don otorgado por pura benevolencia.[4] Es decir, nada que hagamos, que digamos o guardemos, nos hace merecedores de la salvación, el Señor de puro favor, sin que lo merezcamos nos otorga la posibilidad de encontrarnos con él y de recibir una vida nueva. Con razón Pablo, dice “no desecho la gracia de Dios”, porque ese beneficio hace la diferencia entre “perdido” y “salvo”.

Mi amigo (a), estemos a cuenta con Dios, cada día rindámosle loor y alabanzas, porque por su gracia no hemos sido desechados, y si es que estamos heridos o hemos mordido el polvo por nuestras acciones, escuchemos lo que por gracia puede hacer por nosotros: “Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el SEÑOR— porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa”,[5] ¡pero a Dios si le importas!…

Pr. Joe Saavedra

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[1] Isaías 1:6 NVI

[2] Salmos 8:4 NVI

[3] Alfonso Lockward, Nuevo Diccionario de la Biblia. (Miami: Editorial Unilit, 2003), 442.

[4] Ibid.

[5] Jeremías 30:17 NVI

GRACIAS POR LA VIDA (lunes 28 de noviembre de 2011)

“Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz” (Salmos 36:9 NVI)

Hoy me levanté pensando en el milagro de la vida, en la posibilidad de ponerme de pie, de correr, de oler una flor y sentir la frescura del agua entre los dedos. Me levanté pensando en la vida, porque Dios en su gracia nos concede oportunidades de abrazar a una persona especial y decirle que la amamos. Hoy me levanté pensando en mi hijo, por el año de vida que Dios le concede, y porque soy afortunado de ser su padre. Me encuentro a muchos kilómetros de casa, y eso es más emotivo, porque solo puedo pensar en él y agradecer a Dios por haberlo cuidado.

Estoy seguro que se levantó bien temprano, y sé que con una sonrisa en esa carita de niño que no se desfigura a pesar que los años van pasando, fue al rincón de oración a dejar su vida en la manos de su Creador, porque es la fuente de la vida.

David entendió lo mismo que Juan y otros personajes bíblicos que por medio de Jesús “todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad”,[1] así como el foco no podría dar luz sin electricidad, su fuente de poder. Hay muchas personas interesantes, que dicen: “déjame es mi vida”, o “yo hago lo que quiero con mi vida”, sin saber que esa soberbia los enceguece y solo despiertan cuando una enfermedad o el dolor los agobia y se dan cuenta que no pueden hacer absolutamente nada.

Mi amigo (a), reconozcamos que Dios es la fuente de la vida, y que por su gracia podemos ver la luz cada día, no seamos insensatos pensando que todo pasa por nuestra voluntad, ni compliquemos nuestra existencia queriendo encontrarle respuestas a todo, más bien aprovechemos cada momento, que ni un segundo se desperdicie, por que el tiempo de vida que pasa no vuelve más. Qué nuestro caminar por esta vida sea simple, gozosa y bendecida porque “la vida es misteriosa y sagrada. Es la manifestación de Dios mismo, fuente de toda vida. Las oportunidades que ella depara son preciosas y deben ser fervorosamente aprovechadas. Una vez perdidas, no vuelven jamás”.[2]

¡Feliz cumpleaños hijo![3]… ¡Estamos vivos por su gracia y por su voluntad!

Pr. Joe Saavedra

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[1] Juan 1:3-4 NVI

[2] Ministerio de curación, capítulo 35

[3] Mi segundo hijo, Joe Fares, cumple hoy 8 años.

OBSERVANCIA DEL SÁBADO (documento oficial de la IASD en Sudamérica)

OBSERVANCIA DEL SÁBADO[1]

 La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce al sábado como señal distintiva de lealtad a Dios (Éxo. 20:8-11; 31:13-17; Eze. 20:12, 20), cuya observancia es pertinente a todos los seres humanos en todas las épocas y lugares (Isa. 56:1-7; Mar. 2:27). Cuando Dios “descansó” en el séptimo día de la semana de la creación, también “santificó” y “bendijo” este día (Gén. 2:2, 3), separándolo para un uso sagrado y transformándolo en un canal de bendiciones para la humanidad. Aceptando la invitación para dejar a un lado sus “propios intereses” durante el sábado (Isa. 58:13), los hijos de Dios observan este día como una importante expresión de la justificación por fe en Cristo (Heb. 4:4-11).

La observancia del sábado es enunciada en Isaías 58:13 de la siguiente manera: “Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas ‘delicia’, ‘santo’, ‘glorioso de Jehová’, y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová” (Isa. 58:13, 14). Basada en estos principios, la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma en este documento su compromiso con la fidelidad a la observancia del sábado.

Vida de santificación. La verdadera observancia del sábado se basa en una vida santificada por la gracia de Cristo (Eze. 20:12, 20); pues, “a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos” (El Deseado de todas las gentes, p. 250).

Crecimiento espiritual. Como “es un broche de oro que une a Dios y a su pueblo” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 354), el sábado proporciona un contacto más próximo con Dios. Como tal, no debemos permitir que otras actividades, por más nobles que sean, debiliten nuestra comunión con Dios en este día.

Preparación para el sábado. Las actividades seculares deben ser interrumpidas (cf. Lev. 23:32; Deut. 16:6; Neh. 13:19) antes de la puesta de sol del viernes (cf. Neh. 13:13-22); la casa debe estar limpia y arreglada; las ropas, lavadas y planchadas; los alimentos, debidamente preparados (cf. Éxo. 16:22-30); y los miembros de la familia, listos.

Inicio y término del sábado. El sábado es un día de comunión especial con Dios, y debe ser iniciado y terminado con cultos de puesta de sol breves y atractivos, con la participación de los miembros de la familia. En estas ocasiones, es oportuno cantar algunos himnos; leer un pasaje bíblico, seguido por comentarios pertinentes; y expresar gratitud a Dios en oración (Ver ibíd., pp. 355-360.)

Personas bajo nuestra influencia. El cuarto mandamiento del Decálogo orienta que todas las personas bajo nuestra influencia deben ser liberadas de las actividades seculares en el sábado (Éxo. 20:10). Esto implica, positivamente, que los demás miembros de la familia, así como los empleados y los huéspedes, también sean estimulados a observar el sábado.

Espíritu de comunión. Como día por excelencia de comunión con Dios (Eze. 20:12, 20), el sábado debe caracterizarse por un compromiso alegre y placentero con las prioridades espirituales, con momentos especiales de lectura de la Biblia, de oración y, si es posible, de contacto con la naturaleza (cf. Hech 16:13). Ese compromiso deberá ser mantenido en la elección de los asuntos abordados; también en nuestros diálogos informales con familiares y amigos.

Reuniones de la iglesia. Somos amonestados a no dejar “de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” (Heb. 10:25). Por consiguiente, los programas y las actividades regulares de la iglesia durante los sábados deben tener precedencia sobre otros compromisos personales y sociales, aunque estos sean pertinentes al sábado.

Casamientos y fiestas. La invitación para dejar a un lado nuestros “propios caminos” en el sábado (Isa. 58:13) implica que los casamientos y las fiestas, incluyendo sus debidos preparativos, deben ser realizados fuera de este período sagrado. Los casamientos y algunas fiestas más suntuosas no deberían ser planificados para los sábados por la noche, pues sus preparativos involucran expectativas y actividades que no están de acuerdo con el espíritu de comunión con Dios.

Medios de comunicación secular. Los medios de comunicación secular, en todas sus formas, deberían ser dejados a un lado durante las horas del sábado, para que este, rompiendo la rutina de la vida, pueda ser un día de “delicia” y “santo” (Isa. 58:13).

Deportes y recreación. Muchas actividades deportivas y de recreación, aceptables durante la semana, no están de acuerdo con la observancia del sábado, pues desvían la mente de los asuntos espirituales (Isa. 58:13).

Horas de sueño. La Biblia define al sábado como un día de “reposo consagrado” (Éxo. 31:15), y no como un día para recuperar el sueño atrasado de la semana. Ricas bendiciones vendrán por levantarse temprano el sábado, dedicando este día al servicio del Señor. (Ver Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 140).

Viajes. La realización de viajes por asuntos de trabajo o de intereses particulares es inapropiada para el sábado. Pero existen ocasiones excepcionales en que se hace necesario viajar el sábado para atender algún compromiso religioso o situaciones de emergencia. Siempre que sea posible, los debidos preparativos, incluyendo la compra de pasajes y el abastecimiento de combustible, deben ser efectuados con la debida anticipación. (Ver Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 360, 361.)

Excursiones y campamentos. La realización de excursiones y campamentos puede promover la sociabilización cristiana (cf. Sal. 42:4). Pero sus organizadores y demás participantes deberían llegar al debido lugar y armar su estructura, incluyendo sus carpas, antes del inicio del sábado, para que este pueda ser observado según el Mandamiento. Además de esto, durante las horas del sábado, las actividades deben estar de acuerdo con el espíritu sagrado de este día.

Restaurantes y alimentación. La recomendación de que el alimento debe ser provisto con la debida anticipación (Éxo. 16:4, 5, 22-30) significa que su compra debe ocurrir fuera de las horas del sábado, y que la concurrencia a restaurantes comerciales debe ser evitada en este día.

Medicamentos. La compra de medicamentos durante el sábado es aceptable en situaciones de emergencia (cf. Luc. 14:5), e inapropiada cuando la persona ya los necesitaba, y terminó postergando su compra para este día.

Pasantías y prácticas escolares. El cuarto mandamiento del Decálogo (Éxo. 20:8-11) desacredita la realización de actividades seculares en el sábado, que generen lucro o beneficio material. Involucrados en tales actividades están los programas de planificación y preparación para la vida profesional, incluyendo la asistencia a clases y la participación en prácticas, simposios, seminarios y ponencias de índole profesional, concursos públicos y pruebas selectivas. En caso de confinamiento para rendir exámenes después de que termine el sábado, las horas de este día deben ser invertidas en actividades espirituales.

Elección y ejercicio de la profesión. La estructura de la sociedad en general no siempre favorece la observancia del sábado, y termina por poner a disposición profesiones y actividades que, aunque dignas, dificultan esta práctica. Los adventistas del séptimo día deberán escoger y ejercer profesiones que estén de acuerdo con la debida observancia del sábado. Somos orientados a que, si alguien, “por amor al lucro, [permite] que su socio incrédulo haga funcionar la empresa comercial en la que él participa, es igualmente culpable con el incrédulo; y es su deber disolver esta sociedad sin tomar en cuenta lo que pueda perder” (El evangelismo, p. 182).

Instituciones de servicios básicos. La orientación de no hacer “obra alguna” durante el sábado (Éxo. 20:10) implica que los observadores del sábado deben abstenerse de trabajar en ese día, aun en instituciones seculares de servicios básicos. Las instituciones de nuestra iglesia que no pueden cerrar en los sábados (cf. Juan 5:17), incluyendo los internados adventistas, deben actuar en este día con un grupo reducido y por turno.

Actividades médicas y de salud. Existen situaciones de emergencia en que los profesionales de la salud deben atender, basados en el principio de que “es lícito sanar en sábado” (Luc. 14:3). Los hospitales adventistas necesitan los favores de un equipo médico, de enfermería y de otros servicios básicos para el funcionamiento en las horas del sábado. Pero los turnos de rutina, tanto médicos como de enfermería, en hospitales no adventistas, son inapropiados para las horas del sábado (Ver Ellen G. White Estate, “Consejos de Elena G. de White sobre el trabajo en sábado en instituciones médicas adventistas y no adventistas”, en www.centrowhite.uapar.edu)

Proyectos asistenciales. Cristo dijo que “está permitido hacer el bien en sábado” (Mat. 12:12). Esto significa que “todo asunto secular debía ser suspendido, pero las obras de misericordia y benevolencia estaban en armonía con el propósito del Señor” (El ministerio de la bondad, p. 81). Por lo tanto, es lícito que en las horas sagradas del sábado se visite a enfermos, viudas y huérfanos, a encarcelados y que se comparta el alimento. Las acciones sociales que pueden ser realizadas en otro día no deben tomar las horas sagradas del sábado.

Actividades misioneras. El apóstol Pablo usaba el sábado para persuadir “a judíos y a griegos” acerca del evangelio (Hech. 18:4, 11; cf. 17:2), demostrando la importancia de reservarse un tiempo especial, en este día, para actividades misioneras. Siempre que sea posible, los miembros de la familia deben participar juntos de estas actividades, para disfrutar de la socialización cristiana y desarrollar el gusto por el cumplimiento de la misión evangelizadora.

 

Como adventistas del séptimo día, somos invitados a seguir el ejemplo de Dios al descansar en el séptimo día de la semana de la creación (Gén. 2:2, 3; Éxo. 20:8-11; 31:13-17; Heb. 4:4-11), de manera que el sábado sea para cada uno de nosotros una señal exterior de la gracia de Dios y un canal de sus incontables bendiciones.

 


[1] En la última Junta Directiva Plenaria de los líderes de ocho países de Sudamérica, se votó un documento titulado “Observancia del sábado”. El material, aprobado por los delegados presentes resalta el descanso, según la Santa Biblia, y enfoca cómo la Iglesia Adventista entiende los aspectos prácticos de guardar el séptimo día.

QUE TENGAS PAZ (viernes 25 de noviembre de 2011)

Y ahora, por mis hermanos y amigos te digo: «¡Deseo que tengas paz!» (Salmos 122:8 NVI)

Este mundo y sus aflicciones merodean la vida de los hijos de Dios. Es falso pensar que un cristiano es inmune al dolor y las lágrimas. ¡Todos los seres humanos lloramos y nos desesperamos! Lo confirmo cada día, porque de una u otra forma el ser humano pide ayuda, porque se siente solo e indefenso. Unos lo cuentan, otros los escriben y muchos solo lloran en silencio. Hoy por la tarde revisaba mi correspondencia electrónica y mis redes sociales  y varios mensajes me hicieron recordar que quizás alguna persona en algún lugar del mundo está llorando, se siente sola o no sabe qué hacer.

¿Qué haces cuando te sientes triste y dolido(a)?, ¿qué haces cuando deseas resolver algo y más complicado queda?… te doy la respuesta a esas preguntas: “no hagas nada”… ¿entiendes?, cuando hay algo que te perturba y no sabes qué hacer “no hagas nada”, solo aprende a quedarte en silencio y tener paz, porque Jesús nos prometió: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.[1]

Los problemas de un hijo de Dios que parecen sin solución, son problemas de Dios, a nosotros nos toca tener paz. Ahora, tener paz no significa simplemente la falta de problemas o la extinción de las luchas, no es así, el término hebreo Shalom (paz) comunica las ideas de prosperidad, estar saludable, estar completo, estar a salvo. Es decir, los problemas y las luchas nos van a rodear,  pero confiar en Dios nos da paz, eso nos coloca en un estado de tranquilidad y plenitud, a pesar que todo parece estar cayéndose. Si el mundo entendiera eso, habría menos odio, menos suicidios y menos desgracias.

Mi amigo(a) “…ahora, por mis hermanos y amigos te digo: «¡Deseo que tengas paz!»”. En la quietud y el silencio que da la confianza en Dios, encuentra paz, esa es la puerta que te llevará a grandes soluciones y a ver grandes milagros… ¡Feliz sábado!… Qué la paz de Dios te acompañe…

¡Hasta el lunes si Dios lo permite”

Pr. Joe Saavedra

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[1] Juan 14:27 LBA

EL MEJOR TESORO (jueves 24 de noviembre de 2011)

“Yo le he dicho al SEÑOR: «Mi SEÑOR eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno»” (Salmos 16:2 NVI)

Poseer riquezas es uno de los objetivos mayores en esta tierra. Con tal de obtenerlas, la gente sale temprano y se acuesta tarde, arriesga su salud, su tiempo y hasta su vida. Cuando hablamos de riquezas entendemos que  es la abundancia de recursos validables, posesiones materiales o el control de tales activos, que tanto añoramos los mortales.

Negar que nos gustaría administrar a nuestro favor grandes riquezas, no sería tan real, porque pensamos que a través de ellos podríamos tener una mejor calidad de vida. Por otro lado, muchas personas hacen hasta acciones incorrectas con tal de tener más riquezas, y ni la integridad física de las demás personas les importa con tal de obtener lo que lograr más bienes y más dinero. Además, la gente anda estresada, porque no existe lugar seguro en el mundo donde se puedan guardar tantas riquezas, y que los ladrones no lo encuentren. ¡Así vive el mundo, embriaga del oro y muchas posesiones, y sobresaltada por no saber dónde esconderlo!

Sin embargo, la Biblia nos presenta otro panorama, que desubica al mundo y lo deja perplejo. La Palabra de Dios invita a obtener muchos tesoros, pero de los que no se gastan, y a guardarlos en un banco antirrobos y anti inflación: “el banco del cielo”. Lucas lo dice así: “Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya”.[1] Asimismo, la recomendación de Jesús, de cómo obtener el tesoro celestial es más perturbador: “Jesús lo miró con amor y añadió: —Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”.[2]

Esto quiere decir que no hay mayor riqueza que la celestial, y mejor custodio que las bóvedas del cielo. El salmista, refiere que esa riqueza se encuentra en el Señor, que en la ilustración del apóstol Mateo es la “perla más preciosa” que existe. Por lo tanto no hay mejor bien, o mayor riqueza que estar en paz con Dios, en tenerlo como aliado y socio. Al resguardarnos en su presencia nos aseguramos paz, consuelo y esperanza. Los miedos se disipan y los milagros abundan. Y por supuesto, lo más importante es que tenemos la oportunidad de reservar un espacio privilegiado en las mansiones celestiales.

Mi amigo (a), nada puede ser más importante que gozar del compañerismo de Jesús, el mejor bien que podemos buscar, fuera de él todo lo que se obtiene es frío y vacío. Tengamos la convicción de Pablo que dijo: “…todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo”.[3] Él había encontrado en Cristo le tesoro más preciado.

Centremos nuestra vista en el cielo, pidamos la “perla de mayor precio” porque donde tengamos nuestro tesoro allí estará también nuestro corazón.[4]

Pr. Joe Saavedra

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[1] Lucas 12:33 NVI

[2] Marcos 10:21 NVI

[3] Filipenses 3:7 NVI

[4] Lucas 12:34 NVI

LO QUE LA BIBLIA SIGNIFICA PARA MÍ (Comentario a la doctrina N° 1: Las Sagradas Escrituras)

As Escrituras Sagradas – As Escrituras Sagradas, o Antigo e o Novo Testamento, são a Palavra de Deus escrita, dada por inspiração divina por intermédio de santos homens de Deus que falaram e escreveram ao serem movidos pelo Espírito Santo. Nesta Palavra, Deus transmitiu ao homem o conhecimento necessário para a salvação. As Escrituras Sagradas são a infalível revelação de Sua vontade. Constituem o padrão de caráter, a prova da experiência, o autorizado revelador de doutrinas e o registro fidedigno dos atos de Deus na História. – Crenças Fundamentais, 1

A única forma de testar um mapa é utilizá-lo e ver se nos conduz ao lugar desejado. Não importa muito se cada coisa está na escala correta ou se as cidades assinaladas se parecem com pequenos círculos, o que realmente conta é se o mapa funciona!

Através dos séculos, tem sido comprovado, milhões de vezes, que se nos aproximamos corretamente da Bíblia ela se torna útil para nós.

Esse é um aspecto importante, porque a Bíblia é um livro muito antigo. Alguns chegam até a classificá-la como “pré-científico”. De fato, a cultura humana mudou muito desde que a Bíblia foi escrita. Mas duas coisas absolutamente não mudaram: Deus e o coração humano. Entretanto, de que forma uma velha coleção de livros (na realidade, a Bíblia é uma coleção de 66) pode falar com tanto poder e propriedade a tantas nações diferentes e através de diversas gerações?

O Divino e o Humano

Dizemos que a Bíblia foi inspirada. Isso significa que Deus fala a leitores humanos através de escritores também humanos. Então a Bíblia é tanto divina quanto humana, ou seja, a Palavra de Deus vertida em palavras de homens. Este é o canal usualmente utilizado por Deus: Sua Palavra em linguagem humana. “Homens santos falaram da parte de Deus, movidos pelo Espírito Santo.” II Ped. 1:21.

A própria configuração atesta que a Bíblia é humana. Seus 66 livros refletem a linguagem, os costumes e a cultura dos tempos e lugares nos quais foi escrita, através dos séculos. Tanto que ela nada fala de Nova Iorque, Tóquio ou do Rio de Janeiro, mas menciona muito de Belém, Jerusalém ou Antioquia.

Por outro lado, a atuação no coração humano atesta que a Bíblia é divina. Ou, conforme disse Paulo a Timóteo, as Sagradas Letras “podem tornar-te sábio para a salvação pela fé em Cristo Jesus”. II Tim. 3:15.

Em sua humanidade, a Bíblia reflete o caráter de determinadas pessoas e épocas, especialmente os antigos israelitas da Palestina. Em sua divindade, ela fala universalmente a todas as pessoas de todos os tempos.

Por isso, dizemos que Deus fala à humanidade tanto através do Verbo feito carne (Jesus) quanto através de Sua Palavra escrita (a Bíblia). Só que há um mistério aqui: tudo que é divino é perfeito, mas tudo que é humano é imperfeito. Não há como evitar isso. E Deus teve que vir até onde estamos. Então, justamente pelas qualidades humanas da Bíblia é que nós podemos ouvir a voz de Deus.

Outra inquirição atual é: por que a Bíblia não é mais prática? Que tal se tivesse o formato de um dicionário ou enciclopédia, com verbetes em ordem alfabética para facilitar a consulta? Por que ela se apresenta como uma floresta intrincada, com histórias seccionadas, poesia, leis, provérbios, visões e cartas, tudo misturado?

Há diversas razões para isso e todas elas têm que ver com o caráter humano da Bíblia. Ela não foi escrita tendo em vista apenas os modernos ocidentais, mas todos os povos em todos os tempos. E mais importante ainda, o seu objetivo não é meramente informar, mas mudar corações.

Justamente nessa diversidade de enfoques da Escritura reside sua riqueza. Cada geração, cada povo, cada indivíduo, encontra na Bíblia algo que lhe toca diretamente. O que parece incompreensível para uma geração pode ser o mais necessário para a próxima. As Escrituras se apresentam a nós menos como um jardim e mais como um horto, ou seja, importa menos a beleza estética e mais a qualidade e variedade dos espécimes.

O Que é um Cânon

Dizemos que as Escrituras são canônicas. E um cânon é sistema métrico, um padrão. Tudo é avaliado através dele.

E como se determina esse padrão? Quem definiu que o metro-padrão deveria ser a base para todas as medidas de comprimento? Bem, isso foi inicialmente reconhecido pelo uso e, depois, instituído oficialmente por estatuto. O governo não inventou o metro, ele apenas reconheceu e regulamentou um costume já consagrado.

Aconteceu mais ou menos o mesmo com a Bíblia. O povo de Deus, através dos séculos, sentiu que determinados livros eram espiritualmente benéficos e possuíam sinais inquestionáveis de inspiração divina, enquanto outros careciam dessa autenticidade.

Somente depois de um longo e natural processo de depuramento vieram os concílios da Igreja para oficialmente ratificar o que fora assentado através do consenso dos crentes. Assim, os livros da Bíblia têm a autoridade de serem canônicos, e são canônicos exatamente por serem inspirados.

Certas comunidades cristãs isoladas ou em discordância com as demais não chegaram ao mesmo consenso a respeito dos livros canônicos. Os católicos romanos incluem os apócrifos – livros como Eclesiástico e I e II Macabeus – no Antigo Testamento. A Igreja Ortodoxa Grega tem também o III e o IV Macabeus e ainda o Salmo 151. A Igreja Copta da Etiópia inclui os livros de Enoque (aparentemente citados em Judas 14 e 15) e o Jubileu.

A maioria dos protestantes, e os adventistas do sétimo dia também, aceitam no cânon do Antigo Testamento somente os livros tidos como canônicos na Bíblia hebraica dos antigos fariseus. Reconhecem que os outros livros têm boas informações sobre a história e as circunstâncias relacionadas com os acontecimentos e o desenvolvimento das religiões durante a época intertestamentária. (Um fato curioso: a Bíblia grande que Ellen White ergueu em visão continha os apócrifos.) Entretanto, há boas razões para não serem tidos como inspirados. Um desses motivos é que os próprios livros confessam, como I Macabeus, que não havia profetas nesse tempo.

Então, pode-se dizer que nosso cânon de 66 livros (39 no Antigo Testamento e 27 no Novo) constitui a coleção fundamental segundo o consenso da grande maioria de cristãos de todas as tradições, e exclui os livros que têm sido seriamente questionados.

Alguns consideram que a fixação de um cânon final, ao qual nada possa ser acrescentado, como um equívoco. Poderia Deus inspirar outros escritos?

É óbvio que sim. Nem nós clamamos que nosso cânon contém todos os possíveis livros inspirados nos tempos antigos. Mas a aceitação de uma lista canônica de livros corresponde à definição de um padrão pelo qual todos os demais escritos devem ser testados.

É mais ou menos como um carpinteiro que vai cortar sarrafos, mede e corta o primeiro, e serra os demais de acordo com esse. O primeiro sarrafo é o cânon.

A Palavra Idolatrada

Não é suficiente considerar a Bíblia como padrão e guia, ela é a inspirada Palavra de Deus. Muitos são prontos em colocar as Escrituras num pedestal como uma estátua, mas não ajustam sua vida por ela. De fato, muitos que estariam dispostos a dar a sua vida (ou até a tirar a vida de outrem!) para defender a historicidade dos primeiros capítulos de Gênesis acabam falhando na hora de estudar cuidadosamente o seu significado. Outros que proclamam ardorosamente que Deus escreveu os Dez Mandamentos com Seu dedo deixam de praticá-los em sua vida diária.

Da mesma forma, existem aqueles que insistem na defesa da inspiração da Bíblia toda, mas apenas lêem e praticam uma parte dela. Se realmente cremos que todo conselho de Deus tem valor, devemos atentar para a Bíblia em toda a sua extensão, estudando-a e aplicando-a.

Não há dúvida de que é mais agradável estudar o Sermão da Montanha (Mat. 5-7) do que muitas das genealogias da Bíblia ou leis de Moisés. Entretanto não devemos nos satisfazer com eternos estudos parciais e rasos da Bíblia; temos de crescer em nosso entendimento das partes difíceis tanto quanto das fáceis.

A Bíblia tanto é interessante para o leitor iniciante quanto é desafiadora para quem a elege como objeto de estudos para a vida inteira. Por um lado, ela fala a pessoas comuns, e por outro, para entendê-la profundamente muitos eruditos têm gasto vidas inteiras. Nem os eruditos nem as pessoas simples devem se afastar da Bíblia. Ambos dela necessitam.

Portanto, não importa quem seja você, apanhe sua Bíblia, abra-a, e demore-se com ela. Qualquer versão que você possa entender é útil. Comece com as partes mais fáceis, como o evangelho de Marcos, por exemplo, e avance para as mais complicadas. Procure encher sua vida com as Escrituras. Ou, como disse J. A. Bengel: “Aplique-se totalmente ao texto, e depois aplique-o totalmente à sua vida.”

Robert M. Johnston[1]


[1] Fue profesor de Nuevo Testamento del Seminario Teológico de la Universidad Andrews, Estados Unidos.

ABAJO ES UNA COSA… DE ARRIBA VIENE OTRA (miércoles 23 de noviembre de 2011)

“Extiende tu mano desde las alturas y sálvame de las aguas tumultuosas; líbrame del poder de gente extraña…Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso…” (Salmos 144:7-8 NVI)

Hay tantas cosas que suceden aquí abajo, en nuestra tierra llena de confusión y peligros. Por todo lado las voces claman por ayuda y las lágrimas empapan los rostros de angustia. En medio de toda la miseria y el desorden se pueden escuchar pedidos de justicia. Todos quieren justicia, todos la buscan.

Y tienen razón al pedirla, porque cuanto más nos acerquemos al retorno de Cristo, los días estarán llenas de injusticia. Empero, los creyentes justos no están a salvo de la gente injusta, más bien son el blanco perfecto y su raza preferida. Hay muchos que están siguiendo su propia voluntad, están cegados por sus ocupaciones y tergiversan la verdad para propio fin, como Balán, de este incidente el apóstol Pedro comenta: “Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir la senda de Balán, hijo de Bosor, a quien le encantaba el salario de la injusticia. Pero fue reprendido por su maldad: su burra —una muda bestia de carga— habló con voz humana y refrenó la locura del profeta”.[1]

Aquí abajo, reina la injusticia, pero de las alturas vendrá la justicia de Dios, y aunque las aguas sean tumultuosas, y arrastren falsedad e injusticia, la voluntad de Dios prevalece. Y es muy posible  que Dios obre milagros para refrenar a los injustos. Mi amigo (a), no pierdas la confianza en Dios, no enfoques tu mirada en las acciones injustas, mira arriba, allí se está la mano poderosa de Dios lista para actuar en el momento indicado.

Elena de White, apropósito de la injusticia en los tiempos finales dice: “Debemos acercarnos mucho más a Dios. Nuestra vida diaria debe tener menos del yo y más de Jesucristo y su gracia. Vivimos en un período importante de la historia del mundo. El fin de todas las cosas está cercano; las arenas del tiempo se están escurriendo rápidamente; pronto se dirá en el cielo: ‘Hecho está’ (Apoc. 21: 6). ‘El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía’ (Apoc. 22: 11)”.[2]

Pr. Joe Saavedra

Desde mi rincón de poder y un poquito antes del retorno de Cristo…

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[1] 2 Pedro 2:15-16 NVI

[2] Mensajes Selectos, T2, capítulo 48

HAY AUTORIDAD EN EL EJEMPLO (lunes 21 de noviembre de 2011)

“Cuando vi que no actuaban rectamente, como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: ‘Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?’” (Gálatas 2:14 NVI)

El cristiano tiene una responsabilidad que no pasa desapercibida para Dios: “actuar correctamente y ser íntegro en todo los sentidos”. Pablo, tuvo que llamar la atención a Pedro porque no estaba actuando a la altura de un representante de Dios. Y para que Pablo se atreviese a encarar a Pedro, un discípulo de prestigio y mucha autoridad, éste debió ser motivo de oprobio a la causa que la iglesia de ese momento trataba de establecer en medio de los gentiles.

El incidente de Pablo con Pedro, surgió en medio de una controversia con respecto a la circuncisión. Era un asunto de salvación y justificación, de si el hombre era salvo por la sola fe en Cristo, o por ceremonias eternas. Estaba claro que el verdadero evangelio mostraba una salvación solamente por la fe; y ahora, mientras la controversia estaba aún viva, aparecieron “falsos hermanos” que comenzaron a predicar al circuncisión cómo requiso para la salvación. En otras palabras, la fe en Cristo está bien, pero hay todavía algo más que hacer, ella no es suficiente en sí misma. Lamentablemente, Pedro y varios cristianos, comenzaron a sugerir la circuncisión  por un lado, negando el verdadero evangelio, y por otro lado practicando las costumbres negativas de los gentiles. Esas acciones descalificaban a los que pretendían ser seguidores de Cristo y minaban su autoridad.

La lección que podemos aprender de este incidente, “pone sobre el tapete” un principio elemental en la vivencia de un cristiano: No debemos enseñar algo que no practicamos, porque nadie puede dar de lo que no tiene. Vivir correctamente, es enseñar con el ejemplo y la práctica, y todo esto se relaciona con la integridad. Las apariencias quizá puedan engañar a los seres humanos, pero no pasan desapercibidas delante de los ojos de un Dios justo.

Amigo(a), vivamos en la integridad del evangelio, pregonando la suficiencia de la fe en Cristo, y mostrando con nuestras acciones la vida correcta de un cristiano. La autoridad de un creyente no descansa solamente en lo dice, sino en lo que hace… ¡bendiciones!

Pr. Joe Saavedra

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