LOS PLANES DE DIOS

“…Pero ahora el SEÑOR te hace saber que será él quien te construya una casa” (2 Samuel 7:11 NVI)

0506027X2El rey David se propuso construir una casa para Dios. Esta determinación se produce cuando reflexiona sobre su morada y la morada de Dios en la tierra. El texto bíblico dice: “Entonces el rey le dijo al profeta Natán: —Como puedes ver, yo habito en un palacio de cedro, mientras que el arca de Dios se encuentra bajo el toldo de una tienda de campaña”.[1] Al profeta le parece bien la idea, pero cuando regresa por la noche a su casa, el Señor se le presenta en visión y le dice: “Ve y dile a mi siervo David que así dice el SEÑOR: “¿Serás tú acaso quien me construya una casa para que yo la habite? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto, y hasta el día de hoy, no he habitado en casa alguna, sino que he andado de acá para allá, en una tienda de campaña a manera de santuario. Todo el tiempo que anduve con los israelitas, cuando mandé a sus gobernantes que pastorearan a mi pueblo Israel, ¿acaso le reclamé a alguno de ellos el no haberme construido una casa de cedro?”.[2]

El Señor le recordaba a David que Él nunca había reclamado nada, que sus intenciones humanas eran buenas, pero que Dios tenía otros mejores planes, y lo menciona: “Y ahora voy a hacerte tan famoso como los más grandes de la tierra. También voy a designar un lugar para mi pueblo Israel, y allí los plantaré para que puedan vivir sin sobresaltos. Sus malvados enemigos no volverán a humillarlos como lo han hecho desde el principio, desde el día en que nombré gobernantes sobre mi pueblo Israel. Y a ti te daré descanso de todos tus enemigos”.[3] Y para concluir el profeta le afirma que su deseo de hacerle una casa era buena, pero “ahora el SEÑOR te hace saber que será él quien te construya una casa”.

En el comentario de Henry Matthew y Francisco Lacueva, podemos entender las razones por la que Dios no le permitió a David construirle un templo: “El propósito de David de edificar para Dios una casa es dado de lado. Dios tomó buena nota de tal propósito, ya que sabe muy bien lo que hay dentro del hombre, y se agradó en él, como vemos por 1 Reyes 8:18: «Bien has hecho en tener tal deseo»; con todo, no le permitió que lo llevase a la práctica: «¿Tú me has de edificar casa en que yo more? ¡No! Tú no me edificarás casa en que habite (v. el lugar paralelo, 1 Cr. 17:4); tengo designado para ti otro trabajo, que ha de ser llevado a cabo primero». David es un hombre de guerra y debe continuar con sus conquistas para ensanchar las fronteras de Israel. David es también un buen salmista y tiene que preparar salmos para el uso del templo cuando éste haya sido edificado y fijar los turnos de los levitas”.[4] Es decir, David tenía en mente planes grandes y buenos deseos, sin embargo Dios tenía planes mejores y otras bendiciones para su hijo.

La lección principal de esta reflexión es entender que nuestros grandes planes o nuestros buenos deseos, quizás no encajen en la voluntad soberana de Dios, porque Él tiene otros planes y deseos superiores a los nuestros. Nosotros solo podemos ver nuestra vida desde el pasado hasta el presente, y en base a esa visión diseñamos nuestras estrategias de vida, no obstante, Dios puede ver nuestro pasado, presente y futuro, y en base a ellas diseña nuestra historia. Cuando entendamos esto, nos sujetaremos a los planes de Dios, porque Él sabe más que nosotros y afirmaremos cómo el apóstol Juan: “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas”.[5] Asimismo, someterse a la voluntad de Dios, no es asumir sobre nuestras espaldas un peso insoportable, porque Jesús afirma “… mi yugo es suave y mi carga es liviana”,[6] porque “la soberanía de Dios encierra plenitud de bendiciones para todos los seres creados…”.[7]

Mi amigo (a), deja tus planes y deseos en la voluntad soberana de Dios. Quizás tengas grandes sueños y un plan de vida fabuloso, pero somete todo a los planes y deseos que Dios tiene para ti, porque sus planes son mejores y más grandes.   Este mismo instante repite conmigo: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos”.[8]

Pr. Joe Saavedra

Desde la línea de batalla  y un poquito antes del retorno de Cristo…

www.poder1844.org


[1] 2 Samuel 7:2 NVI

[2] 2 Samuel 7.5–7 NVI

[3] 2 Samuel 7.9–11.

[4] Matthew Henry y Francisco Lacueva, Comentario Bíblico de Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 335.

[5] Apocalipsis 4:11 NVI

[6] Mateo 11:30 NVI

[7] Exaltad a Jesús, 5 de marzo

[8] Salmos 143:10 NVI

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